Qué es la rumiación y cómo nos afecta

Sumergirse en pensamientos negativos y repetitivos que ponen en riesgo nuestro bienestar guarda una estrecha relación con la depresión y la ansiedad
Por Sonia Recio 7 de marzo de 2024
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La rumiación mental es un fenómeno psicológico que consiste en dar vueltas sin cesar a un problema. Esta conducta bastante común se manifiesta sobre todo durante la noche; despertarse y empezar a repensar todo aquello que nos preocupa es habitual para muchas personas. Incluso puede repetirse a lo largo del día, sumiéndonos en un círculo vicioso de pensamientos sobre situaciones adversas. Cuando esta rumiación es constante resulta perjudicial para nuestro bienestar emocional. Este patrón de pensamiento repetitivo genera estrés y puede estar asociado a cuadros de ansiedad o depresión. Identificar esas ideas intrusivas, indeseadas y frecuentes que invaden nuestra cabeza es clave para poder controlarlas y ponerles fin. En el siguiente artículo abordamos qué es la rumiación mental, explicamos sus causas y posibles consecuencias, y ofrecemos estrategias para prevenir que estos pensamientos repetitivos impacten en nuestro día a día.

¿Qué es la rumiación mental?

La rumiación mental consiste en dar vueltas repetitivas a nuestros pensamientos o preocupaciones. Estas reflexiones pueden abordar tanto aspectos positivos, generando bienestar, como cuestiones negativas, que suelen ser más recurrentes. Estas ideas pueden estar relacionadas con el presente, ligadas a eventos pasados o proyectarse hacia situaciones futuras.

Estar continuamente dando vueltas en la cabeza a un problema puede terminar afectando a su resolución, así como a nuestro bienestar físico y psicológico. Es durante la noche, al intentar conciliar el sueño o al despertarnos súbitamente, cuando más propensos somos a rumiar nuestras inquietudes. ¿Quién no se ha “peleado” con la almohada debido a problemas laborales, inquietudes de salud o disputas personales?

¿Qué causa la rumiación mental?

Según un estudio de la American Psychiatric Association (APA), la rumiación mental puede tener diversas causas, principalmente asociadas a factores emocionales y psicológicos. Entre los motivos más frecuentes destaca la creencia de la persona afectada de que mediante esos pensamientos recurrentes conseguirá comprender la vida o resolver sus problemas.

Además, la APA señala que tener antecedentes de estrés postraumático o experimentar estrés constante son factores que contribuyen a la rumiación. Otras causas pueden estar vinculadas a la personalidad individual, como el perfeccionismo, el neuroticismo o la obsesión constante por lograr la perfección.

¿Qué provoca la rumiación mental?

La rumiación mental está asociada a distintos trastornos psicológicos que pueden tanto desencadenarla como ser consecuencia de esta. Estos son los principales:

  • Ansiedad. Ante la falta de control sobre alguna situación, la persona tiende a construir escenarios negativos en su mente. Rumiar sobre estos problemas es frecuente; se estima que está vinculada al 40 % de los casos de ansiedad de la población española.
  • Depresión. Cerca del 30 % de los problemas de depresión están relacionados con la rumiación. Los individuos con depresión tienden a rumiar pensamientos negativos sobre sí mismos, sus vidas y futuro.
  • Dificultades en la regulación emocional. Quienes tienen dificultades para gestionar sus emociones recurren a la rumiación como un mecanismo para procesar o evitar dichos sentimientos
  • Perfeccionismo. La preocupación por no cumplir con las expectativas, tanto propias como ajenas, conduce a pensamientos obsesivos y continuos.

¿Cuáles son sus síntomas?

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Imagen: Andrii Lysenko / iStock

La rumiación mental es un fenómeno psicológico que afecta a numerosas personas en distintos momentos de sus vidas, y se manifiesta de diversas maneras, tanto en intensidad como en la frecuencia de los síntomas. Estos son los indicadores que podrían señalar la presencia de rumiación mental:

  • Pensamientos repetitivos. Estos pensamientos son intrusivos, no deseados y recurrentes.
  • Dificultad para detener los pensamientos. A pesar de los esfuerzos conscientes por interrumpir o cambiar las ideas, la persona no logra hacerlo, lo que le genera fatiga mental y física.
  • Impacto en el estado de ánimo. Los pensamientos generan emociones negativas, como ansiedad, tristeza o irritabilidad.
  • Aislamiento social. Rumiar puede conducir a aislarse y a no participar en actividades sociales.
  • Interferencia en la cotidianidad. Los pensamientos afectan a la concentración, la toma de decisiones y otras funciones cognitivas.
  • Preocupación excesiva. Rumiar conlleva una preocupación excesiva no solo por los eventos actuales, sino también por situaciones pasadas o futuras, lo que contribuye a generar más ansiedad.
  • Dificultad para conciliar el sueño. La actividad mental constante afecta a la capacidad para conciliar el sueño, provocando despertares frecuentes e insomnio.

¿Cómo puede evitarse la rumiación?

Hay varias estrategias que pueden ayudar a manejar y reducir este patrón de pensamientos negativos. Estas son algunas sugerencias:

  • Practicar meditación y mindfulness. Observar las acciones y pensamientos sin juzgar, aceptándolos y manteniendo el enfoque en el presente.
  • Aprender estrategias de resolución de problemas. En lugar de dar vueltas a las adversidades, trabajar activamente en encontrar soluciones. Es muy útil dividir los problemas en partes más pequeñas y abordables, para trabajar en ellos gradualmente.
  • Establecer límites de tiempo. Cuando algo nos preocupa, ayuda asignar un tiempo específico para reflexionar sobre ello. Después, es preciso comprometerse a dejar de lado esos pensamientos y dirigir la atención hacia otras cosas.
  • Cambiar los pensamientos. Modificar el enfoque, analizar la situación de otro modo, ayudará a cambiar las ideas negativas por otras más realistas y positivas.
  • Mantener ocupada la mente. Dedicar tiempo a realizar actividades que resulten placenteras para desviar la atención de pensamientos negativos y obsesivos.
  • Sociabilizar. Salir de casa y relacionarse con otras personas. La interacción social puede ayudar a olvidar preocupaciones y a poner en perspectiva los problemas.
  • Establecer rutinas de sueño. Acostarse a la misma hora y evitar el uso de dispositivos electrónicos que puedan perturbar el descanso.
  • Buscar ayuda profesional. Si la rumiación persiste y afecta de forma negativa a la vida diaria, es recomendable consultar a un especialista de la salud mental.
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