¿Por qué cada vez hay más alérgicos?

La contaminación, el cambio climático y el contacto con nuevos materiales son algunas de las causas que explican que la cuarta parte de la población tenga algún tipo de alergia
Por Itziar Salcedo 4 de julio de 2019
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Imagen: Voyagerix

Uno de cada cuatro españoles sufre algún tipo de alergia, y se prevé que la prevalencia siga aumentando en las próximas décadas hasta llegar a duplicarse en el año 2050. En este problema influyen factores genéticos, pero también otros como la contaminación, el cambio climático y el contacto con nuevos materiales. En las siguientes líneas vemos las claves que afectan a estas patologías, que no son únicas de la estación primaveral.

«La alergia se debe a una respuesta exagerada e inapropiada del sistema inmunitario frente a sustancias que, a priori, son inocuas para la mayoría de las personas», comenta Joaquín Sastre, jefe del servicio de alergias del Hospital Universitario de la Fundación Jiménez Díaz (Madrid). Siempre ha habido alérgicos, pero esta respuesta del sistema inmunitario no es, al contrario de lo que muchos creen, una moda, sino un asunto de salud pública que no distingue ni género ni edad, aunque su prevalencia sea mayor en la infancia y la juventud.

Alergia: un problema que crece no solo en primavera

En la actualidad, uno de cada cuatro españoles padece una alergia más o menos grave. En 30 años, el porcentaje de afectados se duplicará, según datos de la Sociedad Española de Alergología. ¿A qué se debe este aumento desmedido? Todos los expertos coinciden: es difícil explicar el fenómeno achacándolo a una sola causa. «Para que una alergia se desarrolle es necesario que concurran varios factores», explica el alergólogo.

  • La predisposición genética es uno de ellos: se han encontrado múltiples genes asociados a enfermedades alérgicas que se transmiten de padres a hijos.
  • Los distintos factores ambientales pueden provocar, a lo largo de los años, modificaciones en la expresión de los genes, sin variar la secuencia de ADN.

Nuestro estilo de vida, todo aquello que respiramos, comemos o tocamos se ha transformado en las últimas décadas, generando nuevos alérgenos patógenos que se ocultan en los lugares más insospechados: desde la inocente botella de plástico que nos llevamos al gimnasio hasta los pulcros guantes de látex o el amuleto que nos colgamos al cuello. De nuevo, en esto de las alergias somos lo que comemos, respiramos y el estilo de vida que nos gobierna, queramos o no. «El cuerpo reacciona ante el entorno, ante los cambios que vamos introduciendo en nuestras vidas de forma voluntaria o accidental», detalla Joaquín Sastre. «Esos cambios se traducen en hábitos, nuevos alimentos y condiciones de vida; todo lo que nos rodea hace que el sistema inmune se haya modificado y responda a cosas que antes no hacía y ahora sí».

Claves que explican el aumento de las alergias

«Nunca había tenido alergia…» Una frase que oímos cada vez con mayor frecuencia y que parece responder a una tendencia o una maniobra de marketing. Pero no es una moda, sino una epidemia que progresa con rapidez. Esta patología se da cada vez más en bebés, niños y jóvenes (puede aparecer en cualquier momento de la vida), y se manifiesta sobre todo en la piel y las vías respiratorias, pero puede afectar a todo el organismo.

Para entender por qué cada vez hay más alérgicos, conviene considerar algunas claves que influyen en estas patologías:

  • Contaminación y cambio climático. Las micropartículas de gases contaminantes emitidas, por ejemplo, por los motores de combustión, quedan suspendidas en el ambiente y conforman la famosa boina negra que cubre las grandes urbes. El dióxido de nitrógeno y el ozono a nivel del suelo que respiramos a diario provocan cambios químicos en ciertos alérgenos en el aire y pueden elevar su potencia, según un estudio de la Sociedad Estadounidense de Química. Además, esos contaminantes se fijan en alérgenos como los pólenes, potenciando su acción irritante. Esto, unido al cambio climático que ha elevado las temperaturas por el efecto invernadero, ha hecho aumentar sensibilización a pólenes de invierno que el frío de antaño neutralizaba, como el de las plantas cupresáceas (cipreses, setos de jardín…), y que se prolongue el efecto de los primaverales. De hecho, numerosos estudios demuestran que ha habido un gran incremento de sensibilización a los alérgicos de las gramíneas, olivo y arizónicas. Por eso, en algunas ciudades se están sustituyendo los setos de estas plantas y los famosos plátanos de paseo por otras especies vegetales menos agresivas para los alérgicos.
  • Hogar, alergénico hogar. Las mejoras en el aislamiento de los hogares y la poca ventilación han provocado un aumento en la concentración de alérgenos en espacios cerrados como los domicilios, las oficinas y los centros comerciales y de ocio. Los ácaros del polvo han encontrado un residencial de lujo en estos lugares, lo mismo que los hongos ambientales procedentes de los sistemas de aire acondicionado y las mascotas. Una casa limpia y ventilada puede ayudar a reducir las alergias en el hogar.
  • Menos lactantes y más biberones. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna en exclusiva hasta los 6 meses de edad (y hasta los dos años combinada con alimentos sólidos) como recurso para paliar el alarmante aumento de infantes con problemas alérgicos. Según la Academia Americana de Alergia, Asma e Inmunología, son muchos los estudios científicos que demuestran que la leche materna es el mejor modulador del sistema inmunitario del bebé. La disminución de la lactancia y la introducción precoz de alimentos sólidos son dos factores que están influyendo en la aparición del asma alérgico y las intolerancias alimentarias en la infancia y adolescencia.
  • Nuevos materiales, nuevas alergias. Componentes añadidos a las fibras textiles, derivados plásticos en aparatos electrónicos, complejos químicos en productos cosméticos y de higiene… Son legión las nuevas sustancias que se han incorporado a nuestra vida y que a veces se esconden detrás de reacciones alérgicas tardías, debido a que antes no estábamos expuestos a ellas.
  • Cambiar de aires. Rohit Divekar, alergólogo de la famosa clínica Mayo en Rochester (Minnesota, Estados Unidos), asegura que muchas de las alergias repentinas al polen o ambientales que aparecen en la madurez se deben comúnmente a un cambio de hábitat, a la mudanza de una zona geográfica a otra por completo diferente.
  • Diagnósticos milimétricos. Las estadísticas confirman que la prevalencia de las enfermedades alérgicas ha aumentado en las últimas décadas, pero también los avances clínicos y técnicos, como el diagnóstico molecular, han hecho posible la detección de patologías de esta índole que antes se desconocían. Así, lo que antes eran «problemas digestivos crónicos», ahora se sabe que pueden ser debidos a la intolerancia o alergia al gluten, esa proteína del trigo que los celiacos no pueden ni oler.
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