Psicoeducación en el trastorno bipolar

Los expertos proponen la psicoeducación como una estrategia para prevenir recaídas en pacientes bipolares
Por Jordi Montaner 3 de mayo de 2009
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Imagen: Greg Neate

Los efectos no son inmediatos, pero la psicoeducación beneficia a los enfermos con trastorno bipolar. Dos estudios publicados recientemente, en los que los enfermos sometidos a esta terapia sufrieron un 66% menos de episodios maníacos y un 75% menos de episodios depresivos comparados con aquellos pacientes que no recibieron un programa educativo, lo evidencian.

Dos estudios que aparecen publicados en la última edición del «British Journal of Psychiatry» y el «Journal of Clinical Psychiatry» concluyen que con una estrategia psicoeducativa desarrollada en un plazo de seis meses se consiguen efectos beneficiosos que duran más allá de cinco años. Un análisis de coste/eficacia, además, muestra que el consumo de recursos sanitarios es mucho menor en los grupos sometidos a esta terapia que en los que no recurrieron a ella desde el primer momento.

Una enfermedad discapacitante

El trastorno bipolar es una de las diez principales causas de discapacidad en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Eduard Vieta, psiquiatra del Hospital Clínic de Barcelona que ha tomado parte en los estudios mencionados, subraya que este trastorno viene marcado por cambios bruscos del estado de ánimo, pensamiento y comportamiento. «Aunque se dispone de terapias farmacológicas eficaces, éstas sólo actúan sobre los síntomas, mientras que la recuperación funcional del paciente requiere otro tipo de intervención».

Los pacientes que recurren a la psicoeducación sufren menos episodios y, además, son más cortos

En consecuencia, los expertos proponen el uso de psicoeducación como una estrategia profiláctica para prevenir recaídas en pacientes bipolares. «Los enfermos aprenden, entre otras cosas, la importancia de tomar la medicación, y cómo identificar los síntomas de una recaída a tiempo». Los estudios publicados, explica Vieta, se han llevado a cabo en el marco del Programa de Trastornos Bipolares del Clínic barcelonés, y en ellos queda constancia de que, gracias a la psicoeducación, «en los cinco años de seguimiento, los pacientes llegan a ahorrarse hasta un año entero de síntomas, lo que hace que se reduzca también el número de hospitalizaciones y la duración de dichos ingresos».

Estudios pioneros

Estos dos trabajos son la continuación de una investigación llevada a cabo por el mismo grupo en el año 2003, que ilustraba los beneficios de la estrategia psicoeducativa en pacientes seguidos por espacio de sólo dos años. Con la extensión a cinco años, los trabajos del Clínic evidencian por primera vez en la bibliografía científica la eficacia a largo plazo de esta terapia. Participaron en el proyecto un total de 120 pacientes que se dividieron en dos grupos: uno que, además del tratamiento psiquiátrico estándar, recibió psicoeducación cada siete días durante 21 semanas de seguimiento inicial; y otro que recibió solamente el tratamiento farmacológico prescrito.

Los resultados tras cinco años confirmaron que los pacientes que participan en las sesiones de psicoeducación sufren un 66% menos de episodios de maníacos y un 75% menos de episodios depresivos que los pacientes que no reciben esta intervención psicológica. Obviamente, los tratados sólo con fármacos también se vieron beneficiados; aunque menos (35% menos manías y 56% menos depresiones). A grandes rasgos, los pacientes del grupo psicoeducado pasaron el 8% del tiempo transcurrido en episodios maníacos o depresivos, mientras que los del grupo de tratamiento sólo farmacológico tuvieron episodios hasta el 30% del tiempo. «En resumidas cuentas, los pacientes psicoeducados tienen menos episodios que, además, son más cortos», añade el experto.

Disfunción del cerebelo

Distintos investigadores implican al cerebelo en los procesos psicológicos no motores y las enfermedades psiquiátricas del tipo del trastorno bipolar. A pesar de que las recientes evidencias sobre que las lesiones en el cerebelo accionan los síntomas bipolares, pocos expertos han examinado hasta la fecha directamente la función cerebelosa en aquellos pacientes con trastorno bipolar. Científicos de la Universidad de Indiana, en EE.UU., lo hicieron sirviéndose de un procedimiento de condicionamiento del parpadeo ocular retrasado para examinar la integridad funcional del cerebelo en 28 individuos con trastorno bipolar y 28 controles sanos, emparejados por edad.

El análisis del grupo bipolar indicó la adquisición de una respuesta condicionada en comparación con los controles. Sin embargo, cuando se categorizó al grupo bipolar de acuerdo al estado anímico (mixto, maníaco o eutímico -estado de ánimo dentro de la gama «normal»-), los individuos examinados durante episodios mixtos mostraron un deterioro notable, obteniendo peores resultados que el resto de los grupos tanto en la adquisición como en el tiempo de las respuestas condicionadas. Estos resultados sugieren que la disfunción del cerebelo puede asociarse con el estado de ánimo y el curso de la enfermedad bipolar.

TESTIMONIO EN FORMA DE NOVELA

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Coincidiendo con unas semanas de abundantes novedades literarias, la editorial Seix Barral ha publicado en España la novela “Hacia el amanecer” (2009), de Michael Greenberg. En casi 300 páginas, el autor describe el verano en que su hija Sally, con 15 años, sufrió una crisis nerviosa en la que llegó a perder el sentido. A partir de ese momento, padre e hija entraron en un mundo paralelo que transformaría sus vidas privadas para siempre.

Lúcida, a la par que extraña, Sally describe a su padre un viaje infinito que experimenta en el interior de su mente “sin ningún sitio al que volver”. La crónica de Greenberg abunda en la fragilidad humana, la capacidad de lucha contra las adversidades, el valor del optimismo y la fuerza del amor. La novela es un viaje a la locura, narrado con una particular intensidad y honestidad. La locura destierra en esta novela buena parte de sus mitos literarios. Michael, el padre, disfruta de lo genial que reside oculto en el subconsciente de su hija, una energía poética, artística, que no se contradice con la completa aceptación del trastorno bipolar, una enfermedad mental difícil.

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