Un 20% de las preadolescentes ha llevado a cabo una dieta, según la Semfyc

Los especialistas recomiendan a los padres mantener una actitud vigilante
Por EROSKI Consumer 29 de marzo de 2003

La extrema adoración a todo lo relacionado con la imagen, y principalmente el desmesurado culto a la delgadez, ha comenzado a cobrarse su tributo entre las más pequeñas de la casa. Una de cada cinco niñas menores de trece años se ha sometido ya, por lo menos, a una dieta de adelgazamiento. Lo grave del problema es que esa tendencia, lejos de disminuir, va en aumento, según han alertado los médicos de cabecera de España, que celebraron ayer una jornada de trabajo en Sevilla.

El encuentro, organizado por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), quiso llamar la atención tanto de los facultativos como de los padres sobre la necesidad de cuidar de la alimentación de las jóvenes, especialmente en una edad tan difícil como la preadolescencia. Según explicó el vicepresidente de esta organización, Asensio López, los médicos deben aprovechar el tiempo de las consultas para vigilar «de cerca» los hábitos alimenticios que los pacientes transmiten a sus hijas. Los padres, por su parte, tienen que hacer un esfuerzo por enseñar a las chicas a comer bien, «una tarea que no es fácil y que, como todo, requiere su tiempo».

La constatación de que el 20% de las niñas haya seguido una dieta de adelgazamiento «no es indicativo de que exista una enfermedad, pero sí de la presencia de una moda que puede derivar en graves trastornos». «El problema no es ya la anorexia, que puede darse en una de cada 100 de esas chicas. El objetivo es impedir que una dieta desequilibrada acabe en bulimia, que es un apetito insaciable; o en obesidad, que es el mal de nuestro tiempo», afirma el vicepresidente de los médicos de familia.

A esas edades, las niñas tienden a reproducir el papel de los adultos y «a comer muy mal», influidas por la presión social que ejerce el mito de la delgadez. El especialista afirma que generalmente los padres no suelen enseñar a sus hijos a alimentarse. Muchas veces, sin quererlo, les transmiten una idea equivocada sobre el mérito que supone disfrutar de un cuerpo bien proporcionado.

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