Un estudio demuestra la vinculación entre asma y dolencias pulmonares crónicas

Los asmáticos están más expuestos a contraer enfermedades respiratorias de mayor gravedad
Por EROSKI Consumer 17 de julio de 2004

Veinte años de investigación es el lapso que ha invertido un grupo de científicos de la Universidad de Arizona (EE.UU.) para demostrar la vinculación que existe entre el asma y otras afecciones respiratorias más graves, agrupadas bajo el nombre genérico de EPOC (enfermedades pulmonares obstructivas crónicas). Los resultados no han defraudado y andan parejos a la labor realizada: los pacientes con asma tienen un riesgo diez veces mayor que los no asmáticos de padecer bronquitis aguda, diecisiete veces más propensión a un enfisema y doce veces más posibilidades de que su dolencia acabe evolucionando, de forma irreversible, hacia la EPOC.

Este proyecto investigador, del que da cuenta el último número de la revista «Chest», se basa en el análisis de 3.099 individuos enrolados en un programa epidemiológico de enfermedades respiratorias desde 1972. Las variables a las que atendió el estudio fueron su edad, sexo, alergias, así como la condición de asmáticos y/o fumadores. Transcurridas dos décadas, no hubo lugar a las dudas: la edad y el hábito al tabaco son los factores determinantes a la hora de gestar una obstrucción fija en las vías aéreas. Aunque no se detectó relación alguna entre el asma de breve duración y el desarrollo posterior de una afección pulmonar crónica, la doctora Graciela Silva, que comandó el proyecto, asegura que «durante años, asma y EPOC han sido consideradas patologías diferentes, con distintos cursos clínicos, pero nuestro estudio demuestra que comparten un trasfondo común».

Una aseveración que, para los expertos, es cuestionable. El doctor Carlos Villasante, jefe del Servicio de Neumología del Hospital La Paz de Madrid, opina que el mérito de la investigación reside en que «logra poner en evidencia que existe una base epidemiológica fuerte y común» entre ambas enfermedades, aunque ello no significa, precisa, que las causas y pautas de evolución de sendas dolencias se aproximen más de lo que estaban hasta ahora. «Seguirán siendo enfermedades divergentes», afirma. En sintonía con esta idea, se expresa el doctor Carlos José Álvarez, adjunto del Servicio de Neumología del Hospital Doce de Octubre (Madrid), quien advierte como virtud del trabajo el hecho de que los asmáticos sepan de forma definitiva que están predispuestos a desarrollar EPOC, sobre todo si fuman; «pero -agrega- los resultados del trabajo son limitados, pues asmas mal controlados pueden ser confundidos con EPOC».

Los científicos no han querido quedarse cortos al valorar el éxito de su trabajo y vaticinan que «si se entiende la relación entre la EPOC y el resto de enfermedades pulmonares, tales como el asma, se puede adelantar tanto en su detección cuanto en tratamientos más efectivos», en palabras del presidente del Colegio Americano de Enfermedades Pectorales, Richard S. Irwin. Villasante baja someramente ese listón y cree que el trabajo «no abre vías de diagnóstico común». Además, tampoco está del todo claro, matiza la doctora Silva, «el proceso por el cual las dos afecciones se pueden convertir en condiciones comórbidas».

En todo caso, lo que resulta obvio en el trabajo es que el motivo más importante de preocupación para los neumólogos sigue recayendo en el índice de tabaquismo. Hay autores que llegan al extremo de mentar a la EPOC como «tabacosis pulmonar» por ser el pernicioso cigarro el camino más directo a una obstrucción bronquial acuciante.

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