Una investigación estadounidense revela que reducir el número de cigarrillos no elimina la posibilidad de padecer cáncer

Reducir la proporción diaria de cigarrillos en un 90% sólo disminuye en un 46% la absorción de sustancias cancerígenas
Por EROSKI Consumer 21 de enero de 2004

Una investigación desarrollada por la Universidad de Minnesota en Estados Unidos revela que la inhalación, absorción y posterior metabolización de los carcinógenos específicos del tabaco es permanente y con reducciones muy bajas, se fume poco o mucho. Por lo que, según este trabajo, para evitar el cáncer de pulmón sólo vale dejar de fumar totalmente y definitivamente.

La investigación, publicada en la revista del Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU., señala que reducir la proporción diaria de cigarrillos en un 90%, solamente sirve para disminuir la absorción de dos productos procedentes del metabolismo de uno de los carcinógenos más importantes del tabaco, el NNK, en un 46%.

En los problemas causados por el tabaco juega un papel vital el carcinógeno NNK, y junto a él los hidrocarbonos aromáticos, por no hablar de los centenares de productos que se utilizan junto al tabaco para dar forma, sabor y olor. Por eso, los investigadores estadounidenses midieron los metabolitos en la orina del mencionado NNK y de sus productos metabolizados NNA1 y NNAL-Gluc. En todos sus análisis quedó claro que aunque se rebaje la dependencia del tabaco, se sigue absorbiendo lo peor de él.

Los investigadores señalaron diferentes análisis que confirman sus aseveraciones, siempre partiendo de un consumo diario de 24,7 cigarrillos. Por ejemplo, aquellos seleccionados que habían dejado de fumar la mitad durante cuatro semanas sólo obtuvieron una reducción en la presencia de los carcinógenos en su cuerpo de un 27%. Si lo habían dejado durante 12 semanas, tres largos meses, la disminución alcanzaba casi un 51% pero, y ahí está la clave, fumando lo que los fumadores creen insignificante, como son 2,6 cigarrillos diarios. Y es que esto es así porque los fumadores que intentan dejar el hábito inhalan más tiempo y más profundamente, con la mayor fuerza pulmonar posible, y eso altera la exposición a los inductores del cáncer de pulmón, concluyen los expertos de Minnesota.

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