Entrevista

Alberto Sanna, coordinador del proyecto europeo PIPS

«Una red de información interactiva permitirá al consumidor tomar partido por los alimentos que mejor se adecuen a su salud»
Por Jordi Montaner 20 de octubre de 2006
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Alberto Sanna, del Departamento de Robótica y Tecnología Informática de la Fondazione Centro San Raffaele del Monte Tabor, en Milán, lleva en sus manos un artilugio con aspecto de teléfono móvil capaz de descodificar códigos de barras y destinado a revolucionar la idea del consumo responsable. A grandes rasgos, este sistema está formado por un código de barras que mide los ingredientes o las características de cada alimento y los compagina con el perfil de salud del consumidor.

Alberto Sanna, coordinador del proyecto europeo Personalised Information Platform for life and health services (PIPS), fue uno de los ponentes más solicitados en el I Congreso de Salud Pública y Nutrición, celebrado a finales del pasado mes de septiembre en Barcelona. Decodificando códigos de barras y aplicando la información a un programa personalizado, el PIPS actúa a modo de agenda y permite al consumidor o a su médico de cabecera cerciorarse acerca de los alimentos y medicamentos consumidos, detectar posibles incompatibilidades, organizar dosis o raciones, trazar un plan de ejercicio físico o discernir el origen biológico o no biológico de los productos de mercado. Se trata de una iniciativa de la Unión Europea que a principios de 2007 se ensayará de forma experimental en Barcelona y Valencia con un grupo de voluntarios.

¿Qué es el PIPS?

Son las siglas de un proyecto europeo (Personalised Information Platform for life and health Services) ideado con el propósito de aplicar la ingeniería digital y multimedia a la prevención de enfermedades. Los datos epidemiológicos asustan un poco, cada vez morirá menos gente como consecuencia de la enfermedad, pero se disparará el número de enfermos crónicos, así como el precio a pagar por tratar a estos pacientes. No hace falta ser un economista experto para deducir que si evitamos que la gente enferme, no sólo morirán menos personas sino que vivirán mejor y no emplearán tantos recursos públicos en la atención a su salud.

Tiene el aspecto de un teléfono móvil normal y corriente.

El secreto no está en lo que es, sino en lo que contiene. La plataforma no pretende otra cosa que emplear los artilugios informáticos de que ya disponemos (ordenadores, móviles, agendas electrónicas, entre otros) para una función nueva: la supervisión de la salud personal. Al igual que Internet, no hemos ideado un aparato, sino una red de información interactiva que gestionará datos relativos a la salud y al consumo.

¿No es peligroso que circulen datos de salud a diestro y siniestro?

««La industria alimentaria podrá adaptar los productos a las exigencias de consumo saludable y responsable, revalorando datos como el origen del producto»

Los responsables del proyecto, un equipo que abarca a especialistas en salud, nutrición, consumo, derecho e ingeniería informática, hemos reforzado una infraestructura capaz de compaginar la máxima libertad de movimiento del usuario con las máximas garantías de confidencialidad. Distintos agentes conocerán en tiempo real las decisiones sobre qué hemos comprado en el supermercado, qué platos hemos solicitado en un restaurante, a qué nivel nos hemos ejercitado, qué medicamentos hemos comprado en la farmacia y qué posología seguimos, al igual que nuestras constantes vitales; sin embargo, sólo nuestro médico de cabecera o aquella persona que nosotros designemos dispondrá de una clave identificativa con nuestro nombre y nuestra identidad.

¿Qué le hace pensar que esta base de datos interactivos va a calar hondo en la sociedad europea? ¿No existe el riesgo de que se convierta en poco más que una «pijada»?

En cinco estados miembros de la Unión Europea hemos puesto en marcha un plan piloto para calibrar la utilidad real y la aceptación del PIPS por parte de los usuarios. En algunas ciudades, como Milán, contamos ya con datos preliminares muy satisfactorios.
Quiero subrayar, sin embargo, que esta iniciativa no nació para aportar un «entretenimiento» más al consumidor, sino para brindar una herramienta útil de prevención tanto primaria como secundaria a las autoridades sanitarias.

¿Y en qué va a beneficiar a las industrias farmacéutica y alimentaria, cadenas de supermercados y de restaurantes?

Son agentes indispensables del circuito del PIPS que están asumiendo con entusiasmo nuestro proyecto. Estas entidades deberán «desnudar» las características de todos sus productos por medio de códigos de barras (algo que, sobre todo la industria farmacéutica y alimentaria, llevan haciendo desde hace tiempo). Los supermercados dispondrán a tiempo real de un perfil de consumo de sus clientes, productos y marcas más solicitadas, informaciones claves para futuras proyecciones de producción. La industria inaugura un nuevo campo de competencia, adaptando los productos a las exigencias de consumo saludable y responsable, revalorando datos de origen del producto, sostenibilidad… Todo inmediato y gratuito. Indirectamente, el consumidor va a tomar partido por aquellos alimentos que mejor se adecuen a su salud y bajo unas directrices basadas en la evidencia científica.

¿Qué sabe de los milaneses que han adoptado el PIPS en el programa piloto?

Lo que más me ha llamado la atención ha sido la actitud de los hombres con respecto a la cesta de la compra. Nuestro ensayo va dirigido por igual a hombres y a mujeres; pero éstas últimas tal vez anden más duchas a la hora de hacer listas de compra y seleccionar los productos más convenientes. Para los hombres, parece más una novedad. En conversaciones que he mantenido me aseguran que ir al supermercado ha pasado a convertirse para ellos en un ejercicio intelectual. Al entrar en el recinto suena una pequeña alarma en el móvil que comunica la activación del PIPS. El código de barras de cada producto mide los ingredientes o las características y las compagina con el perfil de salud del consumidor, para juzgar lo acertado o no de la opción de compra; también evidencia si se trata de un producto biológico o no, incluso el origen y las vías de comercialización. Al mismo tiempo y sin necesidad de perder tiempo en largas esperas, los pacientes aportan información en tiempo real a sus médicos y éstos les responden modificando o reafirmando el plan de salud inicial. El PIPS también avisa del momento y la dosis de cada medicamento prescrito, garantizando un cumplimiento idóneo.

No me imagino a pensionistas echando mano de ordenadores, agendas electrónicas o computadoras para tales gestiones.

La gestión es muy sencilla, pero tampoco los móviles o Internet empezaron estando presentes en todas las casas, y mire ahora… En el programa piloto se seleccionan pacientes de edad no muy avanzada y con enfermedades crónicas que permitan a los responsables sanitarios sacar un mayor partido de ese sistema de gestión. Por ahora, todo hace pensar que la interacción electrónica acabará también, tarde o temprano, por conquistar el ámbito de la salud personal.

PIPS EN ESPAÑA

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Son 17 las entidades que por el momento han entrado en comunión con esta iniciativa; entre ellas destacan las españolas Instituto de Aplicaciones de las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones Avanzadas (ITACA) (ubicado en Valencia), la Universidad Politécnica de Madrid y la Fundación para la Investigación Nutricional.
En el marco del I Congreso Mundial de Nutrición y Salud Pública, la mesa redonda «Nuevas tecnologías en la promoción de una dieta saludable y vida activa» sirvió de plataforma a la presentación del proyecto, el anuncio de un experimento piloto en Barcelona y Valencia y el debate con los medios locales de comunicación acerca de sus características.

Teresa Meneu (ITACA) explicó que «la innovación de la plataforma PIPS radica en la inteligencia del sistema, lo que permite que la información se ofrezca a cada persona de manera individualizada y esté basada en las características personales de cada paciente». Añadió que los servicios innovadores que ofrece PIPS «son posibles gracias a que la plataforma posibilita la comunicación entre personas y objetos tales como teléfonos móviles, dispositivos electrónicos, básculas, herramientas médicas, instrumentos deportivos, fármacos, productos de alimentación y carros de la compra». PIPS compara de forma precisa la información de cada individuo, paciente o consumidor con la información habilitada en el entorno, es decir, «toda una serie de artilugios integrados entre si mediante PIPS interactúan con las necesidades y preferencias definidas en el perfil personal de cada individuo, de modo que proporcionan avisos y consejos sobre alimentación y consumo de medicamentos, permiten la monitorización de estados de salud, realizan advertencias concernientes a estados carenciales, incompatibilidades alérgicas o en casos de embarazo, proporcionan acceso a información y servicios de salud específicos o, incluso, realizan compras personalizadas».

El proyecto PIPS forma parte del Sexto Programa Marco de Investigación y Desarrollo de la Comisión Europea, concretamente está incluido dentro del área de Sociedad de la Información y Tecnologías para la Salud (e-Health). Cabe destacar que ha supuesto un desembolso de 14,33 millones de euros, de los que poco más de la mitad están siendo financiados por la Comisión Europea. El resto corre a cargo de fundaciones o entidades privadas (socios). El PIPS ofrece trabajo en la actualidad a un centenar y medio de personas: médicos, nutricionistas, psicólogos e investigadores informáticos, en un intento de cubrir todos los campos en los que se desarrolla el proyecto. Asimismo, cuenta con una red de 50 expertos de toda Europa, catedráticos, directivos o altos cargos administrativos que ejercen a modo de consultores externos, responsables principalmente de la validación científica, el asesoramiento legal y la necesaria retroalimentación del proyecto.

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