Dos años de vacas locas en España

Por José Juan Rodríguez Jerez, Universidad Autónoma de Barcelona 7 de noviembre de 2002

La crisis de las vacas locas cumple en noviembre su segundo aniversario. El análisis de los datos disponibles revela que la enfermedad se encuentra, muy probablemente, todavía en sus inicios en nuestro país. Del mismo modo, pone de manifiesto que no todas las comunidades autónomas siguen de igual modo el curso de la EEB. En algunas, como Andalucía y País Vasco, el número de casos se haya claramente por debajo de lo esperado. En otras, como Castilla-León, se supera en cambio el margen de lo estadísticamente razonable.

Dos años de vacas locas en España

Desde el primer caso de encefalopatía espongiforme bovina comunicado en España, en noviembre de 2000, el número de animales enfermos que han ido detectándose en las diferentes comunidades autónomas ha ido creciendo de forma paulatina. Frente a un inicio en el que todo indicaba que la incidencia de la enfermedad iba a ser más bien escasa, cumplido el segundo año la cifra global se acerca a los 200 casos, signo inequívoco de una evolución que, muy probablemente, se encuentra todavía en sus fases iniciales.

Desde el inicio de la crisis el número de casos ha ido en aumento, de lo cual podría deducirse que nos hallamos en las primeras fases de la enfermedad

Las cifras confirman los augurios que las autoridades sanitarias de la Unión Europea habían hecho públicas poco antes de que se diera a conocer la enfermedad en Parrula, la vaca gallega que inició la cuenta en España. En aquel informe se indicaba ya que la cabaña de vacuno española se encontraba en situación de riesgo, máxime cuando la evolución probable de la enfermedad se cifra en unos diez años. El primer caso, además de inaugurar el recuento, venía a confirmar que España, muy probablemente, se encontraba en la fase inicial de extensión de la enfermedad.

Transcurridos los dos primeros años, y ante la ausencia de casos humanos, la opinión pública parece haberse olvidado de las vacas locas. La atención, en materia de seguridad alimentaria, se ha desplazado a otros lares, tal vez más inmediatos y de mayor repercusión mediática en ausencia de otra noticia que no sea la detección de nuevos casos en una u otra comunidad autónoma.

No obstante, la enfermedad continúa progresando, como se observa en los distintos gráficos de análisis de la situación. La presentación de casos humanos, o la simple posibilidad de que esto ocurra, es lo que realmente va a preocupar a la población y a las autoridades sanitarias en el futuro.

Análisis de los casos

Desde la detección del primer caso de EEB, el mecanismo principal de control de la enfermedad se fundamenta en el análisis sistemático, y ahora ya rutinario, de los animales que forman parte de los grupos de riesgo, es decir, de aquellos en los que existen mayores probabilidades de que surja o se manifieste la patología.

Considerado así, en términos absolutos, como se desprende de la Tabla 1, Galicia, Castilla-León o Cantabria son las comunidades autónomas que más análisis realizan. Podría inferirse, por tanto, que son éstas las comunidades que aparentemente van por delante en el control de la enfermedad.

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En Extremadura, una comunidad en la que el 90% de su cabaña es mayor de 24 meses, sólo se ha analizado el 3,39% de los animales.

El dato considerado de forma aislada, sin embargo, podría conducir a error. Si se correlaciona el volumen de análisis con el número de cabezas de vacuno en cada una de las comunidades autónomas es posible extraer un porcentaje que señala el esfuerzo relativo en relación a las respectivas cabañas bovinas. El cálculo revela que, como ocurría hace unos meses, Madrid y Canarias (22,59% y 19,29% respectivamente), seguidas por País Vasco (14,12%) y Galicia (12,34%) son las que mayor número de análisis realizan. En el extremo contrario, Aragón sigue sin llegar al 1%.

Los datos obtenidos, aunque mucho más precisos, no permiten clarificar exactamente qué ocurre en cada comunidad. Entre otras razones, porque la valoración de la incidencia real ha variado desde que en julio de 2001 se estableciera la obligación de examinar cualquier animal sacrificado con más de 24 o 30 meses de edad, dependiendo de la comunidad autónoma, o cualquier muerto en la granja. Ello implica que, durante 2002, además de la prohibición de alimentar el ganado con harinas de origen animal, se habrán analizado todos los animales mayores.

Si comparamos el porcentaje de animales analizados de más de 24 meses podremos observar que son Murcia, Madrid, Canarias y País Vasco los que llegan a superar el 20% del total de su cabaña, mientras que sorprende que en Extremadura, una comunidad en la que el 90% de su cabaña es mayor de 24 meses, sólo se ha analizado el 3,39%.

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Una posible justificación para estos resultados podría ser la disminución de la demanda. En efecto, podría pensarse que el sacrificio de animales mayores de 24 ó 30 meses dependerá de una forma directa de la demanda de los consumidores. No obstante, durante todo el año 2002 la demanda ha aumentado hasta recuperarse en su totalidad. Por otra parte, no hay que olvidar que el número de animales positivos también depende de la capacidad de sacrificio de los mataderos con actividad en una comunidad determinada. Si una región no tiene mataderos suficientes, los animales se derivan para su sacrificio a otras áreas geográficas, por lo que podrían aparecer casos importados.

A diferencia de lo que ocurría con análisis precedentes, los casos importados declarados han sido asignados a las comunidades de origen. Con ello se ha corregido lo que técnicamente podría considerarse un error por asignar casos a comunidades de sacrificio y no de producción.

La importancia de la edad de la cabaña

Tras dos años de evolución, y vistas las características de la enfermedad, parece claro que la aparición de casos positivos está claramente relacionada con la edad de la cabaña y especialmente con el número de vacas lecheras.

Dado que en nuestro país la mayor parte de la producción de carne se basa en terneros (menos de 12 meses), que los animales lecheros superan el año de edad y que la enfermedad se observa en animales de más de 30 meses, la probabilidad de apreciar animales enfermos será superior en zonas donde predomine la producción de leche.

La probabilidad de que surjan animales enfermos es superior en las zonas donde predomina la producción de leche
Después del primer año de evolución llamaba la atención la situación de Cantabria. Pese a disponer de una cabaña importante sólo se detectaba un único caso positivo en noviembre de 2001. En este segundo año se ha incrementado el número de forma significativa, ya que se ha pasado a 7 casos totales.

La siguiente tabla resume el número de casos detectados en 2002, desglosados por el tipo de producción. La tabla revela que el número de casos es significativamente superior en los animales lecheros, respecto a los animales destinados a la producción de carne.

Teniendo en cuenta la totalidad de los animales mayores de 24 meses, es evidente que la distribución del censo ganadero no es uniforme en las diferentes comunidades autónomas, destacando Castilla y León, Galicia y a cierta distancia Andalucía. Debido a la desigual distribución, se ha calculado el porcentaje de animales mayores de 24 meses respecto a la totalidad de los censados en el territorio nacional, y este valor se ha utilizado para calcular cual sería la distribución esperada de casos, suponiendo que todos los animales hubieran sido tratados, manejados y alimentados de igual manera.

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Los datos se resumen en la próxima tabla. Para un total de 98 casos declarados en nuestro país durante 2002, el mayor número de positivos corresponde a la comunidad con mayor número de animales. Esto es, Castilla-León.

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Más casos de lo esperado

La correlación de datos obtenidos permite calcular la diferencia entre el número de casos declarados y el número de casos probables. De este modo, puede estimarse qué comunidades superan los valores esperados. Como se puede apreciar, Castilla-León ha superado ampliamente (8 casos más de los esperados) la cifra esperada, seguida de Galicia (4) y Navarra (3).

La gráfica adjunta representa la desviación en cada una de las comunidades autónomas. Además de mostrar las diferencias relativas entre todas ellas, merece la pena destacar las desviaciones negativas, es decir, las comunidades donde se han dado menos casos de los esperados. En esta situación se encuentran Andalucía, País Vasco y Cantabria.

Castilla-León, Galicia y Navarra superan los casos esperados, mientras que Andalucía, País Vasco y Cantabria muestran la tendencia opuesta
Como ya se ha indicado, una posible causa de la dispersión podría ser el desigual reparto en cuanto a la capacidad productiva de los animales (carne, leche o mixta). Por ello, se han querido considerar los casos de EEB en animales lecheros. La siguiente tabla muestra que la cabaña lechera está dominada por Galicia, seguida por Castilla-León, Cantabria y Asturias, como por otra parte era de esperar. No obstante, vuelve a ser Castilla-León la que presenta una mayor desviación respecto a los esperado, seguida por Cataluña. De los resultados pueden inferirse, asimismo, los niveles de contaminación de los animales en las distintas comunidades. Por tanto, permiten especular también acerca de los probables niveles de fraude en la distribución de harinas cárnicas.

Los resultados podrían ser criticados por cuanto, pese a estudiar la cabaña, no se tiene en consideración un parámetro tan importante como es la demanda de los consumidores. Pero ésta se ha recuperado sin que el número de casos se haya disparado, tal y como podría ser esperable.

Una posible explicación a este último fenómeno podría ser el sacrificio masivo de los animales de mayor edad. Con ello se habría eliminado la mayor parte de los afectados y la importancia del problema, desde la perspectiva de la salud pública, habría disminuido al evitar que los animales enfermos lleguen al consumidor. Desde el punto de vista epidemiológico, en cambio, la medida impide conocer la distribución real de la enfermedad al eliminarlos sin control previo. En cualquier caso, para poder concluir esto será fundamental esperar más tiempo, el necesario para conocer la evolución durante un período más prolongado.

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Nuevo mapa de distribución

Los datos disponibles permiten redefinir el mapa de distribución de la enfermedad de acuerdo con nuevos parámetros. Según estos, queda claro que la mayoría de los casos se han presentado en Galicia (52), aunque el aumento ha sido mucho más importante en Castilla-León (45). Les siguen Asturias (18), Cataluña (13), Navarra (11), Baleares (9), Extremadura y Cantabria (7). La Comunidad Valenciana, La Rioja, Murcia y el País Vasco han identificado un solo caso.

El País Vasco, con 25.983 animales analizados por cada caso positivo, es la comunidad que presenta una menor prevalencia. Baleares, Navarra y Aragón son las comunidades con mayores prevalenciasHay que señalar, de nuevo, el caso de Cantabria, que ha pasado de tener un solo caso a declarar 7, lo que le hace escalar posiciones de forma significativa. Esta situación hace destacar que el número de casos totales, en el caso de esta comunidad, pudo quedar enmascarado por el sacrificio masivo de animales de riesgo durante el año 2001.

Las comunidades con mayores prevalencias, como se observa en la siguiente tabla, continúan siendo Baleares (394 animales analizados para obtener un caso positivo), Navarra (612 análisis/caso) y Aragón (791 análisis/caso). El número de análisis medio para obtener un positivo, a escala nacional, aumentó de los 2.178, en el primer semestre de vacas locas en España, a los 3.572, hasta noviembre de 2001, pero disminuyó hasta los 2.298 actuales. Destaca el País Vasco, ya que con 25.983 animales por cada caso, es la comunidad que presenta una menor prevalencia de entre las comunidades con casos positivos.

La disminución observada puede deberse a que todos los animales positivos pueden ser detectados, ya que no hay un sacrificio sin análisis previo. Igualmente, llama la atención que la frecuencia de presentación es muy parecida a la del año 2000. A la luz de los resultados podría concluirse que todavía no se ha entrado en la fase de disminución de la enfermedad.

Sólo en Canarias no se ha descrito ningún caso, dato que contrasta con la detección de animales enfermos en el resto de comunidades a medida que se ha ido incrementando el número de análisis.

Los datos obtenidos permiten recomponer el mapa de distribución de la enfermedad en España y su nivel de control. El mapa revela que en Aragón y Extremadura se ha analizado menos del 5% de la cabaña de animales mayores de 24 meses. En el resto el nivel de análisis está siendo mayor, destacando las comunidades marcadas en azul como las más activas en este sentido, con más del 15% de su cabaña analizada.

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Al mismo tiempo, si consideramos el número de animales analizados por caso, podemos observar que en la actualidad la mayor parte de nuestro país está en una situación similar, salvo Aragón, Baleares y Navarra. Estos resultados indican que es importante esperar a que todas las comunidades posean datos suficientemente elevados para poder establecer comparaciones.

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