Lucha contra la toxoplasmosis

Las bacterias de la flora intestinal pueden ayudar a evitar esta infección leve que, en ocasiones, es de origen alimentario
Por Maite Pelayo 27 de agosto de 2009

La toxoplasmosis, vinculada a mamíferos y aves, está provocada por el parásito “Toxoplasma gondii”. A pesar de que es una infección leve, puede llegar a causar síntomas graves en mujeres embarazadas y en enfermos inmunodeprimidos. Constituye una de las zoonosis más comunes en seres humanos. Se calcula que afecta a más de mil millones de personas en todo el mundo. Encontrar la forma más eficaz de luchar contra ella es el objetivo de un grupo de expertos estadounidenses que acaba de publicar los primeros resultados de un estudio sobre la influencia de las bacterias de la flora intestinal.

La manera más común de contraer la toxoplasmosis es el contacto con excrementos de gato. Los felinos se contagian a través de las heces contaminadas de otro animal o al comer un roedor o un ave infectados por el protozoo. Sin embargo, pueden aparentar estar sanos. El parásito se reproduce en su intestino y se elimina a través de los excrementos. En ciertas condiciones de temperatura y humedad, es capaz de vivir en el suelo durante más de un año. El manejo de las heces al limpiar el lugar en el que habita el gato, así como las labores de jardinería u otras relacionadas con la manipulación de tierra, pueden ser el origen del contagio en las personas.

Otra vía de infección es el consumo de carnes de abasto crudas o poco cocinadas que contienen el parásito, leche cruda de cabra, huevos crudos o verduras contaminadas. Los insectos que han estado en contacto con los excrementos de un gato infectado pueden contaminar estos productos. Además, el contagio puede ser indirecto, a través de aguas de riego infectadas que no se han higienizado ni por calor ni mediante la acción de un desinfectante adecuado como la lejía.

Personas más vulnerables

«T. gondii» no produce, por lo general, malestar ni síntomas aparentes. Se mantiene inactivo en el organismo, excepto si el sistema inmune del portador está alterado. Cuando los síntomas se manifiestan, tienden a asemejarse a los de la gripe. Esta parasitosis es especialmente peligrosa en el embarazo, ya que cuando una mujer seronegativa (es decir, que no ha entrado en contacto antes con el agente infeccioso) contrae toxoplasmosis durante la gestación, el parásito puede traspasar la barrera placentaria y contagiar al feto. Tanto el riesgo de transmisión como la gravedad de la infección del bebé dependen del momento en el que la madre se contagia. Cuanto más cerca del inicio del embarazo ocurra, menos probable será la infección del embrión, pero más graves serán las consecuencias, incluidas las malformaciones y el aborto espontáneo.

La toxoplasmosis en el inmunodeprimido se origina en la mayoría de los casos por la reactivación interna de una infección pasada. Tras el contagio por «T. gondii», numerosas formas quísticas quedan diseminadas en el organismo. Si se produce una situación de inmunosupresión, estas formas pueden reaccionar y dar lugar a una infección activa, de mayor o menor gravedad en función de la situación del paciente.

Evitar la invasión patógena

Las conclusiones de la investigación realizada por científicos del UT Southwestern Medical Center de Dallas, en Estados Unidos, demuestran que cuando el parásito «Toxoplasma gondii» entra en el organismo de ratones estimula de manera automática una proteína específica, el receptor TLR 11, que favorece la puesta en marcha del sistema inmune. Sin embargo, según han constatado estos científicos, en los humanos no hay un sistema de alarma similar, lo que dificulta la detección del toxoplasma. Tras analizar la evolución de la infección en ratones manipulados genéticamente para eliminar el receptor TLR 11, han comprobado que la bacteria intestinal envía unas señales de activación al sistema inmune para que se inicie un proceso inflamatorio contra la invasión patógena.

El siguiente objetivo, según los responsables de la investigación, cuyos resultados se han publicado en la revista «Cell Host and Microbe», es determinar cuál es la bacteria intestinal que facilita esta respuesta inmune en los ratones para poder comprobar su efectividad en humanos. Se espera ofrecer una alternativa terapéutica para los pacientes aquejados de esta infección.

Prevención

La toxoplasmosis se puede prevenir en muchos casos con unas normas higiénicas básicas y unas sencillas precauciones:

  • Lavarse las manos con jabón antes y después de manipular alimentos.
  • Limpiar y desinfectar de forma regular la nevera, los utensilios y las superficies que se hayan utilizado en la preparación de los alimentos.
  • Pelar o lavar las verduras y frutas que se ingieran crudas con lejía apta para alimentos y aclarar bajo un chorro de agua.
  • En las comidas fuera de casa, es conveniente rechazar los vegetales crudos, en especial, los grupos de riesgo como las embarazadas.
  • Evitar las carnes crudas o poco cocidas. El toxoplasma sucumbe a unos 70ºC, durante unos minutos, por lo que se requiere alcanzar al menos esta temperatura en el interior del alimento.
  • No consumir embutidos y jamón curado durante el embarazo ya que la desecación y otros tratamientos afines en su elaboración no son garantía total de eliminación del parásito.
  • Los gatos son un foco de contaminación. Es preferible que las mujeres embarazadas no realicen la limpieza de la caja del gato ni las tareas de cuidado.
  • Utilizar guantes para labores de jardinería y manipulación de tierra. Lavarse las manos después de la tarea. Es posible que algún gato haya depositado el parásito en el suelo.
BACTERIAS BENEFICIOSAS

La flora intestinal está formada por el conjunto de bacterias que viven en el intestino. La gran mayoría no son dañinas para las personas y algunas, incluso, son beneficiosas. Ciertas especies animales dependen mucho de su flora intestinal en la alimentación, como las vacas para la digestión de la celulosa. En el ser humano también es importante porque ayuda en la absorción de nutrientes y es imprescindible, en algunos casos, para la síntesis de determinados compuestos con los que forman un ecosistema complejo que se autorregula y se mantiene en equilibrio. Por este motivo se relaciona con las defensas naturales del organismo.

En el intestino de los recién nacidos no hay microorganismos, ya que es durante las primeras etapas de la vida cuando se compone un tipo de flora inicial que evoluciona a medida que varía su alimentación. La flora del adulto depende de diversos factores, como secreciones intestinales, el tipo de dieta, envejecimiento, estrés o antibióticos, así como alimentos con componentes prebióticos u organismos probióticos.

RECEPTORES TLR

Los microorganismos patógenos tienen en su superficie una serie de patrones comunes y constantes que son reconocidos por una gran variedad de receptores. Entre ellos se encuentran unos de los más importantes, los TLR. Son una familia de proteínas integrantes del sistema inmunitario y responsables del reconocimiento de agentes patógenos y de la estimulación de la respuesta inmunitaria. Descubiertos en la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster), por el momento se han identificado hasta 13 miembros de la familia de receptores TLR (TLR1-TLR13) en humanos y en ratones.

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