Plagas de aves en la industria alimentaria

Toda solución para evitar el acceso de aves requiere un estudio previo y la adecuación de medidas específicas para cada situación y tipo de pájaro
Por Óscar González Blanco, Monumenta Conservaciones 11 de mayo de 2004

La primavera no sólo se define por el florecimiento de todo tipo de plantas, desde las salvajes a las ornamentales y productivas. También se caracteriza por la llegada y reproducción de múltiples especies de aves y pájaros que anidan o buscan su alimento en zonas de productividad agrícola o en almacenes de alimentos o zonas de procesamiento y producción. Su llegada puede ocasionar problemas higiénico-sanitarios al ser portadores potenciales de patógenos causantes de enfermedades de transmisión alimentaria.

En la actualidad existen mecanismos bien definidos para hacer frente a los problemas causados por insectos y roedores en las instalaciones donde se almacenan o procesan alimentos. Incluso los métodos para la protección de las zonas de cultivo han experimentado avances significativos, permitiendo paliar en buena medida los efectos perjudiciales que estas plagas provocan en las cosechas. Sin embargo, existen todavía dificultades para conseguir la misma eficacia en el control de otro tipo de plagas que afectan a la industria alimentaria: las plagas de aves.

En el control de plagas de aves no existe un sólo método adecuado para todos los casos. Depende de cada situación en particular, de la especie a controlar, del número de ejemplares y de su vinculación al lugar que queremos proteger. Por ello, antes de elegir cualquiera de los métodos disponibles, es recomendable consultar a un experto que nos indique cuáles podrían ser efectivos en cada caso concreto, con el objetivo de emplear nuestro tiempo y dinero en aquellos que realmente tengan probabilidades de éxito.

En este sentido, es importante señalar que muchas de las aves salvajes son portadoras de microorganismos patógenos, especialmente de bacterias como Salmonella, Campylobacter y Escherichia coli. En estas circunstancias, el riesgo de transmisión de patógenos es alta, especialmente si las aves tienen acceso a zonas de de almacenamiento de materias primas o de producto acabado.

Cómo limitar el acceso de las aves

El control de plagas de aves depende de cada situación particular, de la especie a controlar y de su vinculación al lugar a proteger
La principal dificultad que presentan las aves para su control es precisamente su capacidad de volar. Su gran movilidad, unida a las restricciones legales en cuanto al empleo de venenos, obliga a la utilización de métodos de control que presentan mayor o menor eficacia, en función de cada caso concreto. En cualquier caso, existe una amplia variedad de soluciones que pueden emplearse de acuerdo con las instalaciones a proteger o a preservar.

Entre estas soluciones destacan, en primer lugar, las que persiguen impedir el acceso de las aves a los lugares que interesa proteger. Redes y mallas suelen ser muy eficaces alrededor de zonas específicas o tapando los huecos por los que los pájaros entran en los edificios. Su principal desventaja es que atrapan hojas, polen y otros materiales y pueden convertirse en un cúmulo de suciedad. Como complemento, pueden emplearse pinchos, que evitan que las aves se posen en puntos concretos, aunque a la larga también acumulan suciedad y los pájaros pueden llegar a anidar encima. Los cables de acero también evitan que los pájaros se posen, pero se destensan con el tiempo y pierden efectividad.

El contrapunto a los dispositivos mencionados son los sistemas electrificados. En general, son muy eficaces, ya que provocan descargas eléctricas cuando el ave se posa. Pero su coste, tanto de instalación como de mantenimiento, es mayor que el de los métodos anteriores.

Otra forma de limitar el acceso de las aves es el uso de métodos repelentes. Entre ellos destacan geles y líquidos. Los primeros ensucian demasiado y a ellos se adhieren elementos transportados por el viento como polen, hojas o insectos. Los segundos desprenden olores fuertes y deben ser aplicados por personal autorizado en el manejo de productos químicos, con una frecuencia mensual, aproximadamente. Una segunda posibilidad son los ultrasonidos. Molestan a las aves pero se corre el riesgo de que éstas se acostumbren y se pierda toda efectividad.

En determinadas circunstancias pueden ser de utilidad métodos que ahuyentan a las aves como material reflectante y siluetas de depredadores. Tienen la ventaja de que se pueden adquirir o fabricar fácilmente, pero no son muy efectivos ya que las aves pronto aprenden que son inofensivos. En esta misma línea, puede optarse por emplear sonidos, como fuertes explosiones o reproducciones del sonido de depredadores o de la alarma de la propia especie que queremos ahuyentar emplea para defenderse. No obstante, suelen perder su eficacia en cuanto las aves descubren que tras el sonido no hay ningún peligro.

Por su parte, la cetrería (utilización de aves rapaces) es uno de los métodos más eficaces para ahuyentar a otras aves. Para que resulte efectiva es necesaria la presencia de rapaces durante varias horas diarias, por lo que este método resulta más caro que los anteriores. Además, pierde efectividad en zonas urbanizadas.

Finalmente, merece la pena destacar a los métodos que reducen la población de aves, como el uso de anticonceptivos o las capturas. Con respecto a los primeros, sólo en el caso de las palomas se pueden suministrar anticonceptivos que evitan la procreación. Es un método bastante caro y efectivo únicamente en núcleos urbanos donde no existe intercambio de aves entre la zona donde se aplica y el exterior. Además, el empleo de este método requiere la obtención de permisos por parte de las autoridades y sólo hay en España una empresa distribuidora del producto.

La muerte, captura y destrucción de nidos requiere igualmente de permisos especiales. Cabe recordar que la legislación protege a las aves y, salvo en determinadas circunstancias, periodos del año y especies concretas, está prohibido realizar cualquiera de estas actividades, que son objeto de fuertes sanciones económicas.

LOS PERJUICIOS CAUSADOS POR LAS PLAGAS DE AVES

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Gorriones, estorninos, tordos, palomas, gaviotas y otras aves pueden suponer un verdadero problema tanto para las industrias que procesan cualquier tipo de alimentos como para algunos productores del sector agrícola, especialmente el cerealista.

Los efectos perniciosos son de distinto tipo. Los más evidentes son de carácter higiénico-sanitario, puesto que las aves son portadoras de numerosos parásitos externos como piojos, pulgas y ácaros, e internos como lombrices, gusanos y cocidios, entre otros. Además, en sus excrementos se pueden encontrar elevadas concentraciones de bacterias y hongos muy peligrosos para la salud humana como Salmonella.

También provocan perjuicios operativos. En determinadas ocasiones las deyecciones, plumas y restos de materiales de los nidos pueden afectar a la maquinaria que procesa los alimentos, provocando un mal funcionamiento y repercutiendo negativamente en el proceso productivo.

La suma de ambos tipos de perjuicios puede redundar en importantes pérdidas económicas. Además de los gastos necesarios para paliar los perjuicios mencionados con anterioridad, muchas veces se deben destinar recursos adicionales para limpiar fachadas manchadas de excrementos o canalones de lluvia atascados. Más graves son los efectos que determinadas plagas de aves pueden provocar en los cultivos y almacenes de cereales al devorar enormes cantidades de grano.

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