«La pobreza en nuestro país supera la media europea. Hay aproximadamente 2.192.000 familias, unos ocho millones y medio de personas que viven bajo el umbral del 50% de la renta media disponible neta». Ésta es la principal conclusión del informe que ha hecho público Cáritas con motivo de la celebración, hoy, del Día de la Caridad, y en el que pasa revista al destino de los más de 164 millones de euros gestionados durante este curso en su lucha contra la exclusión social.
En la Europa de los Quince, según ha reflejado en un manifiesto con motivo de la elecciones al Parlamento Europeo la Red Europea de Asociaciones de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, a la que pertenece Cáritas, existen más de 55 millones de pobres, a los que hay que sumar la fuerte pobreza padecida por los nuevos estados miembros. Este organismo ha instado a la Unión Europea a promover «una estrategia europea de inclusión social sólida» que pueda comenzar a dar frutos visibles a partir de 2010.
En cuanto a nuestro país, y en opinión de Cáritas, la principal raíz de la pobreza radica «en la carencia de trabajo en familias y personas que no poseen más que este recurso para vivir».
«Dónde están los últimos» es el lema de la campaña de este año, que busca llamar la atención especialmente en el fenómeno de la «pobreza encubierta», la que sufren centenares de miles de ciudadanos «cuya situación de exclusión se hace crónica». Se trata de una pobreza «camuflada por el modelo de sociedad en el que vivimos. Es una pobreza incluso maquillada por quienes son víctimas de la exclusión, en muchos casos por evitar la vergüenza de darla a conocer».
Entre los damnificados por esta nueva pobreza, Cáritas resalta varios ejemplos: los ancianos que soportan la carga de un hijo enfermo mental, que no recibe ninguna ayuda, o las personas mayores que viven en pequeños pueblos y que ven cómo la población más joven emigra a la ciudad, «convirtiendo a los núcleos vecinales que van quedando en pequeños islotes».
¿Quiénes son «los últimos» en nuestra sociedad? Cáritas apunta varios rasgos: hombres y mujeres que viven con rentas mínimas, pensiones no contributivas o prestaciones por desempleo inferiores a la cuantía que se considera «umbral de la pobreza» (menos del 50% de la renta disponible neta), enfermos de sida, toxicómanos, discapacitados; mujeres y hombres «sin techo», habitantes de zonas rurales deprimidas; los parados crónicos y aquellos que no entran en procesos de rehabilitación laboral y social, y los inmigrantes.