Cómo se mide el desarrollo

Aunque los índices tradicionales se fijan en factores económicos como el PIB, se empieza a recurrir a nuevos indicadores alejados de estos parámetros
Por Azucena García 22 de marzo de 2011
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El Índice de Desarrollo Humano sitúa a nuestro país en el vigésimo puesto, cinco menos que en 2009. Esto significa que la calidad de vida de los ciudadanos, no solo del dinero que tienen en el bolsillo, ha descendido con respecto al anterior análisis. Valorar el desarrollo solo en función de factores económicos da una idea menos atinada de la realidad, puesto que el desarrollo económico de un país no implica siempre una correcta distribución de la renta ni la consecución de otros logros necesarios, como el acceso a la educación o a la sanidad. Estos y otros parámetros similares se empiezan a tener en cuenta para medir la calidad de vida de los ciudadanos de un país.

Imagen: Matthijs Strietman

Esta calidad de vida se refiere al bienestar, felicidad y satisfacción de la persona, lo que implica que el dinero no siempre conlleva calidad de vida. El Índice de Desarrollo Humano es uno de los índices pioneros en este sentido, ya que en cada nuevo análisis añade más factores en que fijarse, ajenos a cuestiones relacionadas con el crecimiento económico.

Desde 1990, se han logrado avances extraordinarios a largo plazo «aún sin un alto nivel de crecimiento económico», señala el PNUD

El último Informe sobre desarrollo humano, correspondiente a 2011 y que profundiza en los principales resultados aportados por el Informe 2010, destaca «las cada más patentes desigualdades y amenazas medioambientales». El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la entidad que se encarga de medirlo, ha establecido por ello un planteamiento que se centra en la equidad y en la sostenibilidad, explica.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2010 se aprovechó para realizar una edición especial conmemorativa del vigésimo aniversario. Una de sus principales conclusiones fue que «no existe una fórmula única para el progreso sostenible», además de ser posible y lograrse «avances extraordinarios a largo plazo, aún sin un alto nivel de crecimiento económico».

Seguridad humana, bienestar cívico y trabajo decente

Desde 1980, cuando se elaboró el primer IDH, se han agregado nuevos parámetros para calcular esta variable. La última revisión ha contado como novedad con las siguientes dimensiones: empoderamiento, sustentabilidad y vulnerabilidad, seguridad humana, percepción del bienestar personal, medidas del bienestar cívico y comunitario y trabajo decente. También se miden las tendencias demográficas y variables relacionadas con la educación y la salud, así como temas transversales relativos a corrientes de financiación y compromisos financieros, economía e infraestructura, y acceso a la tecnología de la información y las comunicaciones.

Cada dimensión se valora, a su vez, a partir de unos subíndices. Estos permiten medir el avance de los parámetros establecidos, con respecto a unos niveles mínimos que se consideran necesarios para que una sociedad sobreviva en el tiempo. En el caso de la esperanza de vida, se fija en 20 años. Los cálculos tienen una periodicidad de cinco años «para analizar las tendencias a largo plazo en el desarrollo humano».

Índices compuestos

Puesto que se tienen en cuenta diversas dimensiones, los índices que miden el desarrollo humano se consideran índices compuestos. De este modo, el Índice de Desarrollo Humano se obtiene al medir el progreso medio de un país en tres dimensiones: disfrutar de una vida larga y saludable, acceso a educación y nivel de vida digno. Para ello se analiza la esperanza de vida al nacer, los años de educación promedio, años esperados de instrucción e Ingreso Nacional Bruto (INB).

El Índice de Desarrollo Humano ajustado por la Desigualdad se considera el nivel real de desarrollo humano. Calcula las desigualdades en cada dimensión del IDH, al que resta el valor promedio de cada dimensión según su nivel de desigualdad. Es decir, si es idéntico al IDH, indicará que no hay desigualdad entre las personas, mientras que si es inferior marcará un aumento de la desigualdad.

El Índice de Desigualdad de Género es un reflejo de la desventaja de la mujer. Recurre a tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral. No obstante, en algunos países se carece de estos datos. Se mide la pérdida en desarrollo humano debido a la desigualdad entre los logros de las mujeres y los hombres en las citadas dimensiones.

El Índice de pobreza Multidimensional identifica privaciones individuales en materia de educación, salud y nivel de vida. Se calcula mediante una encuesta de hogares, de modo que cada persona que vive en un hogar se clasifica como pobre o no, en función de «la cantidad de privaciones a las que está sometida su familia». Se pregunta acerca de diez indicadores y los hogares con tres o más privaciones se consideran en condición de pobreza multidimensional, mientras que los hogares con dos o tres privaciones son vulnerables o están en riesgo de caer en este tipo de pobreza. La tercera parte de la población de 104 países en desarrollo -unos 1.750 millones de personas-, padece privaciones simultáneas en varias dimensiones.

PIB de la felicidad

Con la intención de medir la felicidad de los ciudadanos, algunos gobiernos se han planteado la posibilidad de establecer el denominado PIB de la felicidad. Este PIB tampoco valora en exclusiva el crecimiento económico, aunque el método que utiliza, de momento, no convence a todos los países.

Francia ha sido quien ha abierto el camino. Durante casi dos años, desde comienzos de 2008 a 2009, una comisión creada para este fin analizó los posibles indicadores que deberían tenerse en cuenta para calcular el bienestar de los ciudadanos. Las conclusiones del informe elaborado por los expertos aportaba datos concluyentes: los atascos de tráfico contribuyen a aumentar el consumo de gasolina, y por tanto el PIB de un país, pero no consiguen el mismo efecto, sino el contrario, en los ciudadanos y en la calidad del aire.

El principal inconveniente para consensuar un PIB de la felicidad radica en el acuerdo de los indicadores que se deberían analizar para llegar al resultado. Una vez consensuados estos, no obstante, de nuevo se plantearía la necesidad de establecer un sistema que permita comparar los resultados obtenidos por los países.

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