El trabajo diario de las organizaciones no gubernamentales (ONG) se complementa con actividades puntuales en las que se atienden situaciones de emergencia. Para ello, la mayoría de las entidades dispone de una reserva económica especial denominada “fondo de emergencias”. Esta cantidad permite responder de manera inmediata ante una catástrofe natural, epidemia o conflicto, por lo que resulta vital hacer bien las cuentas para aumentar las posibilidades de supervivencia de la población afectada.
Imagen: Radio Nederland Wereldomroep
Los fondos de emergencias son indispensables. Gracias a ellos, las ONG atienden con rapidez a la población afectada por un desastre natural, enfermedad o conflicto. Se trata de una cantidad económica que las organizaciones apartan de su presupuesto anual o reciben de entidades públicas y privadas para acciones concretas. En su caso, la previsión es fundamental. Estos fondos han de ser suficientes y estar listos para utilizarse en cualquier momento. Son una pieza clave que permite dar una respuesta rápida a una situación de crisis.
Facilita el envío de personal y material necesarios para aumentar las posibilidades de supervivencia
Esta reserva económica garantiza una atención casi inmediata a las víctimas, pero sobre todo persigue una respuesta eficaz. Con ella, el envío a terreno del personal necesario se realiza «en el plazo más breve posible», recuerda Médicos Sin Fronteras (MSF). También facilita el envío del material indispensable para aumentar las posibilidades de supervivencia. «Intervenir de forma inmediata es crucial para la rapidez y la calidad de la intervención», apunta MSF.
No obstante, puesto que estos fondos proceden de dinero que ingresa la organización a través de cuotas de socios, apadrinamientos o donaciones, o bien de subvenciones públicas y privadas, conviene rendir cuentas y dar a conocer el destino de la recaudación «para mejorar la confianza». En concreto, la Fundación Lealtad recomienda que, en el caso de solicitar fondos para un fin concreto, las ONG aseguren que esos fondos «se han destinado al fin para el que fueron solicitados».
Labores de atención preferente
En general, las tareas a las que se destina el fondo de emergencias están relacionadas con asistencia sanitaria, rescate y salvamento de personas, abastecimiento de agua, saneamiento y atención a las necesidades de nutrición. Para ello, algunas ONG, además de reservar una cantidad de dinero determinada, recopilan también material suficiente para hacer frente a una situación de crisis. «Tenemos almacenado un stock de equipos de emergencia, indispensable en este tipo de actuaciones», señala Intermón Oxfam (IO).
Mediante estos fondos, se presta ayuda a la población más vulnerable. En el caso de la ONG Bomberos Unidos sin Fronteras, cuenta incluso con un grupo específico para intervenir en estas situaciones. «El Grupo de Intervención en Catástrofes (GIC) es un grupo especializado, capacitado y entrenado para responder ante una situación de emergencia o catástrofe natural que supere la capacidad de respuesta en el ámbito local», explica la organización.
Terremotos, deslizamientos y derrumbes de tierra, tsunamis, huracanes, erupciones volcánicas o inundaciones son algunos de los retos a los que se enfrenta el personal de esta organización, por lo que se requieren equipos (materiales y humanos) capaces de culminar con éxito las operaciones. «Llegar en las primeras 24 horas después del desastre o catástrofe es vital para salvar vidas», reconoce Cruz Roja. «Gracias a esta reserva económica podemos prepararnos antes de la emergencia y actuar en menos de 48 horas», agrega MSF.
Entre las actuaciones concretas a las que las ONG han atendido gracias a los fondos de emergencias, destaca el terremoto registrado en Perú el pasado año. Las reservas de las entidades permitieron trasladar el material de rescate, sanitario y de primeros auxilios necesario para ayudar a los damnificados. “Facilitamos abrigo y refugio temporal en los primeros días”, precisa IO.
Por su parte, la crisis alimentaria mundial acapara también buena parte de los esfuerzos económicos. Se estima que, además de la cantidad de personas que pasan hambre en el mundo, esta crisis podría dejar unos 100 millones de nuevos pobres en el mundo debido al aumento del precio de los alimentos básicos. Las organizaciones se centran, por ello, en conseguir dinero suficiente para comprar comida, después de que algunas hayan comenzado a reducir sus distribuciones a consecuencia de la subida de los precios.
Ante una emergencia, los fondos son imprescindibles para adquirir material y alimentos de primera necesidad, rehabilitar viviendas y otras infraestructuras, construir letrinas o habilitar servicios de saneamiento y abastecimiento. Así, tras el paso del huracán Gustav, en Haití, IO proporcionó material de agua y saneamiento que tenía almacenado y que permitió realizar las labores de extracción, potabilización y distribución “para una primera respuesta sobre el terreno”.