Entrevista

Inés Calle, cooperante de los Campos de Solidaridad de Setem

Cada día contribuimos a la explotación de personas y debemos evitarlo
Por Azucena García 3 de octubre de 2009
Img ines calle
Imagen: CONSUMER EROSKI

Inés Calle (Segovia, 1976) ha participado este verano como cooperante en los Campos de Solidaridad que organiza SETEM. Era la primera vez que se embarcaba en un proyecto de estas características y, desde su regreso, intenta sensibilizar en su entorno. Al hablar del tiempo que ha pasado en Bombay (India), donde ha trabajado en la cooperativa de comercio justo Creative Handicrafts, se reconoce incapaz de verbalizar todas las sensaciones que ha acumulado. “La India es una experiencia. No se puede explicar con palabras”, asegura.

Ésta ha sido su primera experiencia de cooperación en terreno, ¿qué recomendaría a quienes se plantean imitar su ejemplo?

El principal consejo es que no tengan una idea preconcebida. Antes de viajar hay que informarse, pero nunca se debe anticipar la situación que se va a encontrar. Hay que olvidar los prejuicios y ser conscientes de que vivimos en unas condiciones, pero viajamos a un lugar totalmente diferente.

Viajé junto a tres personas más y todas hemos vuelto transformadas

¿Recomendaría esta experiencia?

Sin duda. En mi caso, viajé junto a tres personas más y todas hemos vuelto transformadas.

¿Qué le impulsó a participar en los Campos de Solidaridad?

Siempre había querido viajar a India para conocer de primera mano qué es el comercio justo, en qué se traduce. Ahora sé que gracias a este modo de intercambio, cientos de personas tienen una vida digna porque trabajan en condiciones de seguridad, con un salario justo. Cada día contribuimos a que algunas personas estén explotadas y debemos evitarlo.

¿De qué manera?

Es fundamental ser conscientes de que somos responsables de nuestro comportamiento. Esto no significa que sólo debamos adquirir productos en tiendas de comercio justo, pero sí debemos hacer un esfuerzo por conocer las condiciones de trabajo de quienes fabrican o elaboran los artículos que compramos. La mayoría de las personas que no adquieren productos de comercio justo argumentan que el precio de estos es más elevado, y en general es cierto. Pero así se garantiza que los trabajadores tengan derecho a una seguridad laboral y a un salario justo que no consiguen de otra manera.

¿Siente que su estancia en Bombay ha contribuido a este fin o es necesaria la ayuda de muchas más personas?

“A quienes participamos en estos proyectos nos gustaría arreglar el mundo, pero es imposible”

Hay que ser conscientes de que tenemos limitaciones. A quienes participamos en estos proyectos nos gustaría arreglar el mundo, pero es imposible. Lo importante es que ayudemos hasta donde podamos. Una vez en el lugar de destino, primero tenemos que observar y luego decidir en qué vamos a ayudar. Puede ocurrir que queramos hacer algo que realmente no se necesita. Hay que establecer una proximidad con las personas, compartir puntos de vista, porque son muy distintos, y actuar desde el respeto profundo.

¿Qué tarea le asignaron?

Me encargué de elaborar una base de datos de productos. Otras compañeras enseñaron inglés a un grupo de personas o trabajaron con niños. Tuvimos libertad para decidir. Cada una estábamos donde nos encontrábamos más a gusto. Después de unos días de adaptación, de conocimiento de las diferentes actividades, tuvimos plena libertad para participar en las distintas tareas que realiza Creative Handicrafts en Bombay: talleres, centro de formación, elaboración y reparto de comida a domicilio. Todas las mujeres que forman parte de la cooperativa son increíbles. Estar con ellas fue muy enriquecedor. Igual que lo fue compartir juegos con los niños, estar en sus escuelas y guarderías. No puedo describirlo con palabras.

Muchas personas aprovechan sus vacaciones para participar en estos proyectos, ¿pero qué ocurre cuando vuelven a la rutina?

En mi caso, mantengo el contacto con Creative. Nos envían cartas en inglés de los niños apadrinados para que las traduzcamos al español. Además, en nuestro entorno más cercano, animamos a familiares y amigos a comprar productos de comercio justo. Creemos que hace falta mucha sensibilización. Vivimos y pensamos sólo en nosotros mismos, y eso debería cambiar.

¿Repetirá esta experiencia el próximo año?

Sin duda. Pero además de volver a India, quiero viajar también a otro país y que mi labor aquí sirva de ejemplo para transmitir todas las experiencias que hemos tenido la gran suerte de vivir. Hemos aprendido mucho de las personas con quienes hemos estado. Comparten lo poco que tienen. Su riqueza espiritual es impresionante y basan su vida en el respeto absoluto, la bondad y la generosidad.

¿Hay algo en especial que le haya impactado?

Más que impactar, ha sido duro conocer de cerca el contraste entre la riqueza y la pobreza absoluta. En Bombay las casas de gente adinerada se mezclan con los “slum”, donde viven las personas más pobres. Y las calles están muy sucias. No recomendaría viajar a India sólo como turista porque ese país es mucho más. Yo vivo en un piso que apenas supera los 40 metros cuadrados, pero ahora me parece un palacio. En Bombay las familias viven en pisos de diez metros cuadrados o con una sola habitación que comparte el matrimonio con los hijos. Sin embargo, tienen una dignidad enorme. Algunas mujeres han vivido situaciones muy duras o se han quedado viudas y necesitan ganar su propio sueldo, primero, porque se respetan a ellas mismas y, segundo, para que las respeten.

Es una experiencia intensa.

“La India es una experiencia. No se puede explicar con palabras”

La India es una experiencia en sí. No se puede explicar con palabras. Hay que ir con ganas de aprender. Todas las personas nos han tratado con generosidad y dignidad, tenemos mucho que aprender de ellas. Nos han hecho ver que siempre hay que hablar y compartir, porque así se aprende.

También antes del viaje tuvo que aprender y asistir a varias jornadas de formación.

Setem organizó varias ponencias con expertos de diferentes países y sobre diferentes temas. Escuchar las experiencias de la gente siempre es importante porque te prepara. Además, participamos en actividades de convivencia, puesta en común o debates. Estos programas requieren una gran disposición, pero la formación es imprescindible.

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