La ayuda sigue llegando a Myanmar con cuentagotas y «sin atender a las necesidades de las víctimas», según Wold Vision

La disidencia birmana denuncia que el Ejército se queda con la mitad de cada cargamento de material de emergencia
Por EROSKI Consumer 12 de mayo de 2008

Las consecuencias del ciclón «Nargis» en Myanmar serán aún más devastadoras que el tsunami que en diciembre de 2004 causó más de 226.000 muertos y asoló regiones enteras de Asia, según pronostica la ONG World Vision.

Img unicef
Imagen: Unicef

La junta militar que gobierna el país admite, por ahora, unos 23.000 fallecidos y 37.000 desaparecidos por el paso del ciclón. Sin embargo, la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria de la ONU (OCHA) eleva la cifra a entre 63.000 y 102.000 víctimas mortales, otras 220.000 en paradero desconocido y casi dos millones de personas sin hogar.

Pese a la gravedad de la situación, la ayuda internacional sigue llegando con cuentagotas a la antigua Birmania y «sin atender a las necesidades de las víctimas», denunció Tim Costello, máximo responsable de World Vision. «La impresión de que la asistencia no llega es equivocada, pero hay mucha gente esperando y tememos epidemias», dijo.

World Vision es de las pocas ONG autorizadas para trabajar dentro del país, donde deben someterse a las duras restricciones que impone la junta militar. Fue una de las primeras que recibió luz verde del régimen para enviar ayuda a los damnificados, unos tres millones de dólares (casi dos millones de euros) y 25 especialistas en situaciones de emergencia.

Confiscación de ayuda

Por otra parte, miembros del exilio birmano en Bangkok han denunciado que los puestos de control del Ejército en el delta del río Irrawaddy confiscan a las ONG internacionales la mitad de cada cargamento de material de emergencia que llevan a la zona.

La junta militar gestiona los campos de refugiados creados tras el paso del «Nargis» como si fueran prisiones

Además, han alertado de que la junta militar gestiona los campos de refugiados creados tras el paso del «Nargis» como si fueran prisiones. Los «reclusos» están vestidos con ropa similar a la carcelaria y un número de registro que deben mostrar siempre, y sólo pueden ser visitados por un miembro de su familia que así lo acredite con un documento oficial. Además, los encuentros deben celebrarse en una sala especial, bajo la supervisión de un agente de los servicios de inteligencia.

Cualquier paquete de comida debe ser entregado a las autoridades del campo, cuyos responsables obligan a las aldeas cercanas a hacerles «donaciones voluntarias» de agua potable, arroz, mantas o ropa.

Enfermedades diarreicas

El ciclón ha destruido las canalizaciones de agua potable y alcantarillado, lo que pone en peligro extremo a la población, amenazada ahora por enfermedades diarreicas que resultan especialmente amenazadoras para los más pequeños, advierte el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef).

«Las enfermedades diarreicas causadas por el colapso de las fuentes de abastecimiento de agua y del alcantarillado son una de las principales amenazas a la vida de miles de niños y niñas supervivientes de la catástrofe», señala Unicef.

Los equipos de evaluación han constatado que hay muy poca agua potable o electricidad, los niños y niñas permanecen en las calles y las cosechas de arroz se han perdido. «La gente lo ha perdido todo», se lamenta la representante de Unicef en Myanmar, Juanita Vasquez.

«Las enfermedades diarreicas causadas por el colapso de las fuentes de abastecimiento de agua y del alcantarillado son una de las principales amenazas a la vida de miles de niños», advierte Unicef

El personal de la agencia de la ONU ya está informando de casos de diarrea a consecuencia de las inseguras condiciones de saneamiento y suministro de agua. «La gente se encuentra ahora en una situación de vida o muerte», indica Paul Sherlock, Asesor Superior sobre Agua en Emergencias de Unicef. «Sin agua potable, tu organismo en seguida empieza a fallar. Sufres diarrea y tus hijos sufrirán diarrea. Los niños son tremendamente vulnerables».

Por eso, en estos momentos es clave suministrar, además de medicinas y sales de rehidratación oral, pastillas potabilizadoras de agua. «Las pastillas potabilizadoras son fáciles de transportar y son fáciles de distribuir. En esta crisis en concreto, están siendo una de las maneras de llegar a la gente», explica Sherlock.

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