La crisis financiera mundial pone en riesgo el derecho a la alimentación de millones de personas

Actualmente hay 923 millones de hambrientos en el mundo, 75 millones más que el año pasado
Por EROSKI Consumer 16 de octubre de 2008

El Día Mundial de la Alimentación, que se celebra hoy 16 de octubre, viene marcado por la crisis financiera internacional, que amenaza con dejar sin alimentos a millones de personas. El panorama no es nada alentador y la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ya ha pedido a los gobiernos de los países industrializados que eviten reducir las ayudas a la agricultura de las naciones en desarrollo e incrementar el proteccionismo en el comercio como respuesta a la crisis.

Estas medidas pueden disparar el riesgo de una nueva crisis alimentaria el año próximo, pese a que el informe «Perspectivas de cosechas y situación alimentaria» prevé que la producción de este año se incremente un 4,9% y alcance la cifra récord de 2.232 millones de toneladas. Sin embargo, el informe añade que unos 36 países estarán necesitados de ayuda externa, como resultado de las malas cosechas, los conflictos, la inseguridad o la continua subida de los precios a nivel local.

Unos 36 países estarán necesitados de ayuda externa el próximo año

La FAO estima que los precios de los alimentos se mantendrán altos al menos entre los próximos cinco a diez años. «El incremento de los precios de los alimentos y del petróleo está golpeando doblemente a los más pobres y el hambre les está llevando a la desesperación. La crisis financiera no debe desviar la atención de los compromisos con las personas más desfavorecidas. La crisis alimentaria no ha desaparecido y es necesaria una respuesta coherente desde Europa», señala Carol Kayira, coordinadora de Derecho a la Alimentación de ActionAid Malawi.

El impacto de la crisis se sentirá también en los países en desarrollo a nivel macroeconómico, con otros posibles efectos negativos en la agricultura y la seguridad alimentaria. «Los préstamos, la ayuda oficial al desarrollo, las inversiones directas del extranjero y las remesas que envían los emigrantes, podrían verse amenazados por un agravamiento de la crisis financiera», apunta Jacques Diouf, director general de la FAO, quien advierte de que «si la voluntad política y los compromisos de los donantes no se transforman en acción real e inmediata, millones de personas más se verán abocadas a una pobreza y desnutrición crónica más profundas».

923 millones de hambrientos

Resulta paradójico que en un mundo que produce alimentos para el doble de sus habitantes haya actualmente 923 millones de personas hambrientas y desnutridas (75 millones más que hace un año). Los impulsores de la campaña «Derecho a la alimentación. Urgente», las ONG Prosalus, Cáritas, Ingeniería Sin Fronteras y Veterinarios Sin Fronteras, dicen que esto evidencia «el fracaso del actual modelo de desarrollo, fundamentado en la liberalización de la economía, la relegación de los Estados a un papel secundario y la imposición del comercio como un fin en sí mismo y no como un medio para mejorar las condiciones de vida de las personas».

Algunos productos básicos como el arroz sufrieron un incremento de más del 200%

Detrás del aumento del número de hambrientos está la subida del precio de los alimentos, que fue, de media, del 52% entre 2007 y 2008. Algunos productos básicos como el arroz sufrieron un incremento de más del 200%. Las citadas ONG no atribuyen este encarecimiento a la reducción de las cosechas o al aumento de la producción de biocarburantes, sino a las políticas agrarias de las últimas décadas, «centradas en la rentabilidad comercial de los alimentos, en lugar de en garantizar el derecho a la alimentación, y en la especulación financiera en mercados de futuro y fondos de inversión con los productos alimenticios».

En su opinión, «cuando tres de cada cuatro personas que pasan hambre son trabajadores del mundo rural, es decir, productores de alimentos, y se generan alimentos para el doble de los habitantes que actualmente hay en el planeta, se evidencia que la violación del derecho a la alimentación es un problema de acceso a los productos y recursos suficientes y adecuados para satisfacer las necesidades alimenticias de todos loshabitantes del planeta».

El fin del hambre precisa, a su entender, del regreso a políticas agrarias diseñadas en función de las necesidades de la población y con la participación de los agricultores, respetuosas con el medio ambiente y que no tengan como objetivo final el comercio, sino la realización del derecho a la alimentación.

Biocombustribles, transgénicos y pesca

En este Día Mundial de la Alimentación, la organización ecologista Greenpeace hace hincapié en tres aspectos claves para garantizar la soberanía alimentaria en el planeta, en especial en los países más necesitados. Se trata de los biocombustibles, los organismos transgénicos y la pesca.

En ausencia de criterios ambientales y sociales, el cultivo a gran escala de agrocombustibles, en lugar de ser una de las posibles soluciones al cambio climático, contribuye a aumentar sus efectos, según afirma la organización, que recuerda que el año pasado Estados Unidos empleó 54 millones de toneladas de maíz para producir bioetanol, mientras que la UE utilizó 2,85 millones de hectáreas para cultivos agroenergéticos.

“Si esta tierra se hubiera utilizado para producir alimentos, se habrían generado unos 68 millones de toneladas de granos, suficiente como para alimentar a 373 millones de personas cada año. Esto equivale a la población de los 28 países menos desarrollados de África”, detalla Greenpeace.

En cuanto a los organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos, la organización señala que el último informe de evaluación internacional del conocimiento, ciencia y tecnología en el desarrollo agrícola, elaborado por cerca de 400 científicos y firmado por 60 países, concluye que técnicas como la ingeniería genética no son la solución al alza de precios de los alimentos, la pobreza, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.

Y respecto a la pesca, los ecologistas subrayan que el pescado es la principal fuente de proteínas animales para unos 2.000 millones de personas en todo el mundo, particularmente en algunas de las zonas costeras más pobres de África, Asia o Latinoamérica. La sobreexplotación de los recursos pesqueros y el aumento del consumo de pescado en los grandes mercados de Europa, Japón y Estados Unidos “amenazan la subsistencia de comunidades pesqueras enteras, que se ven privadas del acceso a un alimento tan completo como el pescado, a la vez que pierden una fuente de empleo fundamental”, advierte Greenpeace.

Añade que “es imprescindible garantizar los derechos de las comunidades de pescadores y dar prioridad de acceso a los recursos a las flotas artesanales, para que el pescado siga contribuyendo en el futuro a la satisfacción de las necesidades básicas de estas poblaciones”.

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