La FAO reconoce que los transgénicos pueden ser una alternativa para paliar el hambre en el mundo

Esta organización se posiciona a favor del uso de la biotecnología para luchar contra esta pandemia
Por EROSKI Consumer 22 de agosto de 2002

La Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha hecho público un documento que supone un nuevo avance en favor del uso de la biotecnología como herramienta clave en la lucha contra el hambre en el mundo.

Por primera vez, esta organización habla de los alimentos transgénicos como una verdadera alternativa a la agricultura tradicional. «Su implantación en los países en vías de desarrollo podría contribuir a paliar el hambre de millones de personas en los próximos 30 años», asegura la FAO, cuando hasta ahora siempre había hablado con dudas sobre esta posibilidad.

Este cambio de postura tiene mucho que ver con la promesa del arroz dorado, una variante del arroz convencional que incorpora vitamina A y varios minerales y que lleva años en desarrollo a la espera de que tanto las empresas propietarias de las patentes que incorpora como los organismos supranacionales den luz verde a su uso. Muchos países del sudeste asiático y de África ya han pedido la puesta en marcha de plantaciones experimentales de este cereal.

La mejora en las técnicas de manipulación genética, así como la elaboración de protocolos de seguridad ambiental y sanitaria, han contribuido a que la FAO se convenza de las posibilidades de la biotecnología en la lucha contra el hambre, después de muchos años reticente a su empleo.

Sin embargo, a pesar de esta cambio de actitud, el documento de la FAO recoge varias cautelas previstas en los protocolos del arroz transgénico. Así, insiste en la necesidad de evaluar los posibles peligros que la biotecnología en general, y la manipulación genética en particular, pueden provocar en el medio ambiente, al tiempo que insiste en la obligación de comprobar la inocuidad de estos alimentos para la salud humana.

Por otra parte, la agencia de la ONU hace referencia a las contradicciones ambientales que va a generar la lucha contra el hambre. En particular, hace referencia a la expansión de los terrenos agrícolas, en especial en África y Sudamérica, que deberá hacerse a costa de zonas forestales y selvas.

Para evitar el efecto negativo de esta expansión y limitarla a su mínima expresión, la FAO propone facilitar el acceso de las nuevas biotecnologías a los países en desarrollo, disminuir las barreras arancelarias que gravan la exportación y el uso de nuevas técnicas que garantizan una mayor producción en menos terreno ocupado y con el empleo de menor cantidad de recursos naturales.

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