La ONU denuncia la competencia desleal de los productos de los países desarrollados respecto a los del Tercer Mundo

Los 49 países menos avanzados que eran exportadores netos de productos agrícolas se han convertido en importadores netos en 30 años, afirma
Por EROSKI Consumer 30 de marzo de 2004

El relator de las Naciones Unidos sobre el derecho a la alimentación, Jean Ziegler, denunció ayer en Bruselas la dependencia de los países pobres de las importaciones alimentarias y la competencia desleal de los productos de los países desarrollados, «que se venden a precios inferiores a sus costos de producción».

Durante la presentación de su informe anual a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, que se reúne en Ginebra, Ziegler declaró que tal situación ha conllevado «la exclusión de la producción local de productos de primera necesidad y la reducción de los medios de vida de los agricultores» de los países en desarrollo.

«Mientras varios países ricos protegen su agricultura, numerosos países pobres son castigados porque no disponen de los medios para subvencionar su sector agrario, pero deben reducir sus aranceles y abrirse a la competencia desleal de los productos subvencionados», señaló el relator, y añadió que en 30 años los 49 países menos avanzados que eran exportadores netos de productos agrícolas se han convertido en importadores netos.

«Soberanía alimentaria»

Tras este diagnóstico, el experto de la ONU se declaró partidario de la tesis que sostiene que en el marco de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), los países pierden el control de sus políticas alimentarias y agrícolas. Como remedio, planteó que los países en desarrollo incorporen a sus políticas el concepto de «soberanía alimentaria», que da la prioridad a la producción en explotaciones campesinas y familiares y les asegura un pago justo por sus productos.

El concepto de «soberanía alimentaria», según Ziegler, da importancia a las pequeñas plantaciones que producen para los mercados locales en oposición al modelo actual de la agricultura industrial orientada a la exportación. Además, garantiza el «derecho de los países a rechazar, bajo el principio de precaución, las tecnologías que juzguen inadecuadas» y «el poder de decidir si se quiere o no comer productos que contengan organismos genéticamente modificados».

Por último, Ziegler recordó que 2.000 millones de personas sufren en el mundo carencia de micronutrientes, lo que provoca retardo en el desarrollo físico y mental, y que cada siete segundos un niño de menos de diez años muere directa o indirectamente como consecuencia del hambre.

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