Los centros de menores de Melilla están colapsados por el auge de la inmigración infantil

Los menores llegan en ocasiones engañados y otras atraídos por unas expectativas de vida irreales
Por EROSKI Consumer 29 de octubre de 2007

Los centros de menores de Melilla están colapsados desde hace algunos meses por la fuerte presión migratoria de la llamada inmigración infantil que padece la ciudad autónoma desde hace varios años, según han indicado fuentes de la Consejería de Bienestar Social.

Si en 2005 fueron las avalanchas de subsaharianos, actualmente es el fenómeno de los menores extranjeros no acompañados, los denominados MENA, el que protagoniza uno de los principales problemas a los que tiene que hacer frente la Ciudad Autónoma de Melilla, cuyos centros de acogida han superado todos los límites.

Es el caso de «La Purísima», un antiguo fuerte militar en el que se albergaban las llamadas Fuerzas Regulares y que hoy, totalmente reformado y adaptado, acoge a unos 195 niños de entre 10 y casi 18 años, cuando su capacidad tope es de 160 menores.

El Gobierno melillense asegura que es imposible dar atención a todos los menores que llegan

Y es que, según las citadas fuentes, Melilla se ha convertido en una ruta clave de este fenómeno en el que unos niños, en muchas ocasiones engañados y en otras atraídos por unas expectativas de vida que no son reales, emprenden una aventura en solitario lejos de su entorno familiar.

Han entrado a nado, ocultos en camiones o aprovechando un despiste de la Policía. Eso es lo que ellos dicen a sus educadores al ingresar en el centro pero, como afirma uno de los encargados de su formación, en estos casos nunca suelen decir la verdad.

Repatriación

Los monitores de «La Purísima» les enseñan los valores del respeto y la convivencia, al tiempo que se forman aprendiendo materias básicas que les permitan una mayor desenvoltura en la vida diaria. Los menores siguen un horario estricto, pero aprovechan los ratos de esparcimiento, sobre todo para practicar deporte, una de sus principales fórmulas de evasión.

Pero queda por resolver un trasfondo político: la necesidad de que se produzcan repatriaciones, tal y como viene reclamando el Gobierno melillense desde hace años porque materialmente «es imposible dar atención a todo el que entra».

La consejera responsable de los menores, la popular María Antonia Garbín, lo ha dicho en numerosas ocasiones: la solución definitiva depende de la voluntad de Marruecos, de la reagrupación familiar y de la construcción de centros en el país vecino.

Mientras llega o no esa decisión, los menores continúan su día a día, los más pequeños un tanto ajenos a lo que sucede a su alrededor, los adolescentes conscientes de que, al cumplir la mayoría de edad, no tendrán la misma protección que ahora.

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