Niños de la calle

Hasta 150 millones de niños carecen de un techo y de la protección que éste les brinda
Por Azucena García 3 de junio de 2011
Img ninoscalle
Imagen: Manos Unidas

La calle es su casa. Más de cien millones de menores, hasta 150 según la UNESCO, carecen de un hogar o, por lo menos, de un techo. Se les conoce como “niños de la calle” y varias ONG trabajan por sacarles de este entorno y ayudarles a mejorar sus expectativas de futuro.

Los niños de la calle, a menudo, proceden de familias desestructuradas, desfavorecidas, que les obligan a trabajar e impiden que acudan a la escuela y tengan la vida que, por su edad biológica, les corresponde vivir. Algunos, añade la UNESCO, sufren desplazamientos debido a la violencia en sus lugares de origen, el abuso de drogas y alcohol, la muerte del padre o la madre, crisis familiares, guerras, desastres naturales o el colapso socioeconómico.

En ocasiones, ni siquiera hay familia. En el Cantón de Cañar (Ecuador), muchos padres han emigrado, hasta reducirse la población a la mitad, y «uno de cada tres niños -más de 8.000- se ve obligado a asumir responsabilidades de manera prematura para sacar los hogares adelante y cuidar de sus hermanos pequeños», explica la ONG Plan. Otra consecuencia es el abandono escolar: un 8% de los adolescentes deja sus estudios. Pero incluso, agrega esta organización, «la emigración de mujeres y, sobre todo, hombres de mediana edad es tan acusada, que ha influido en la pirámide poblacional del cantón» y, a la vez, en el número de nacimientos. «En Cañar hay menos niños menores de cuatro años que niños de entre cinco y nueve», subraya. A todos ellos, con padres cerca o lejos, Plan les ayuda a tener acceso a la educación y a mejoras sanitarias, aunque buena parte de su labor consiste en detectar a los menores en situación de mayor riesgo.

Para subsistir, los niños trabajan, roban o son víctimas de la explotación sexual

Educación Sin Fronteras, junto con la organización local Niños del Camino, trabaja en un proyecto en República Dominicana. Mientras cada año miles de personas acuden a la isla a disfrutar de unos días de asueto, esta entidad ayuda a los niños que viven en las calles de la capital, Santo Domingo, y que «huyen de sus casas en las barriadas pobres porque están sufriendo violencia familiar o desnutrición».

Asegura que los pequeños no tienen otra alternativa, e incluso, las calles son su medio de supervivencia. Carecen de relación con sus familias y aprovechan edificios abandonados o en parques, entre otros lugares, para dormir e intentar dar a su vida algo de normalidad. Su familia la componen, a menudo, otros niños en su misma situación. Todos ellos trabajan en lo que pueden, roban o son víctimas de la explotación sexual y comercial. La labor de las citadas organizaciones permite desarrollar un programa de atención directa a través de centros de día, «donde un equipo profesional de educadores se encarga de atender, acompañar y mejorar las condiciones de vida» de los niños.

En Camboya, Manos Unidas denuncia que «la pobreza y la falta de instrucción, sumadas a una absoluta falta de escrúpulos por parte de muchos adultos y, principalmente, a la connivencia de las autoridades, condenan a miles de pequeños a situaciones que escapan a la capacidad de comprensión de la mayoría de los seres humanos». En el marco de la campaña «Su mañana es hoy«, Manos Unidas destaca «la absoluta vulnerabilidad» de muchos niños de la calle. La ONG local Damnok Toe se creó, precisamente, para atender a niños en riesgo en varios centros. En ellos se intenta prevenir los abusos a la infancia y rehabilitar a los menores que han sido víctimas de ellos, además de recurrir a la formación como vía de inserción, explica la ONG.

Consecuencias para los niños

Los niños sufren desequilibrio emocional, son víctimas del tráfico de personas, la explotación sexual o el incremento de los casos de VIH

«Muchos niños indigentes son forzados a ganarse la vida en las calles, hurgando, mendigando, vendiendo en los barrios de chabolas y ciudades contaminadas del mundo en vías de desarrollo», precisa la UNESCO. Además, cuando pierden su hogar debido a la emigración de los padres por causas económicas, según la directora general de Plan en España, Concha López, los niños atraviesan «una de la situaciones más traumáticas que puede vivir un menor. El desequilibrio emocional y el impacto en la marcha de sus estudios deja una huella de por vida». Pese a que los padres dejen a los menores al cuidado de familiares -el otro cónyuge, abuelos o tíos-, un 1% de los casos no se resuelven con éxito y los menores viven solos «o, incluso, al cargo de hermanos más pequeños».

Manos Unidas lamenta que los niños sean «víctimas fáciles» de un abanico de «enfermedades sociales», como el tráfico de personas, la explotación sexual y económica, la drogadicción, la prostitución, la violencia doméstica, el incremento del VIH, el contrabando y la corrupción. En Camboya, reconoce que muchas localidades son «extremadamente peligrosas para crecer en condiciones de armonía y salubridad a las que todo niño tiene derecho».

Prevención y sensibilización

Además de ayudar a los niños a salir de las calles, es fundamental que los programas en marcha prevengan futuros casos similares. Educación Sin Fronteras hace hincapié en la necesidad de la prevención y sensibilización comunitarias, sobre todo, precisa, “en sectores de alto riesgo”, como las escuelas públicas de comunidades urbanas marginales.

Se llevan a cabo campañas informativas sobre los derechos de la infancia, con el objetivo de crear redes de prevención comunitarias. Es necesario que el entorno esté sensibilizado y se implique en la protección de estos pequeños, para apagar la mecha que mantiene activa la marginación.

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