Nuevos espacios de acceso para los perros guía

El adiestramiento para comportarse de modo correcto en locales de hostelería facilita su entrada a estos establecimientos
Por Azucena García 26 de enero de 2010
Img perro guia
Imagen: Jeremy Keith

Son compañeros discretos e indispensables. Los perros guía y de asistencia son el principal apoyo de ciertas personas con discapacidad visual o auditiva. Sin embargo, la legislación y el rechazo de algunos ciudadanos no les han otorgado siempre el lugar que deberían ocupar. La ley permite su acceso a cualquier sitio público, pero otros privados están vetados. Los locales de hostelería son uno de los principales escollos, pero el empeño de todos ha conseguido que la situación varíe de manera progresiva.

Imagen: Jeremy Keith

El acceso de perros guía a establecimientos de hostelería exige que estén adiestrados de manera específica para ello. De lo contrario, su entrada a estos locales puede pohibirse a pesar de que se niegue, a la vez, a las personas que dependen de la ayuda de estos canes. Hace varios meses, la ONCE y la Federación Española de Hostelería (FEHR) pusieron en marcha la campaña de sensibilización «Colabora sin reservas». Esta iniciativa pretende «impulsar el derecho de los usuarios de perros guía a acceder a restaurantes, bares, cafeterías, hoteles y otros establecimientos del sector».

En locales de hostelería ocupan un lugar discreto junto a la silla, mientras que en la habitación de un hotel se acomodan «sin ladrar o corretear»

El hecho de que los propios hosteleros apoyen esta campaña ha concedido un respaldo fundamental a la reivindicación de los usuarios de perros guía. Estos se adiestran de manera específica para comportarse en este tipo de establecimientos, donde «ocupan siempre un discreto lugar junto a la silla del usuario o debajo de la mesa». El objetivo de este programa es que los perros pasen desapercibidos, «a pesar de la cercanía de la comida», de manera que ni siquiera el resto de los clientes les vean.

El aprendizaje de determinadas normas se dirige a su comportamiento durante un desayuno o una comida, así como a su estancia en un hotel. Se prepara a los animales para que se desplacen por las diferentes estancias y ascensores hasta que, una vez en la habitación, se acomoden en un lugar apropiado, «sin ladrar o corretear».

Los aspectos que más se trabajan son el comportamiento, el carácter sociable, la limpieza y los cuidados higiénicos y sanitarios. Los perros se someten a una analítica semestral y un control veterinario exhaustivo, para «ser un compañero con todas las garantías», subraya la ONCE, y desde cachorros conviven en diversos ambientes y con varias personas.

Legislación

El Real Decreto 3250/1983, de 7 de diciembre, regula el uso de perros-guía por parte de personas con deficiencia visual y reconoce el derecho de acceso a lugares y espacios de uso público. De manera complementaria, cada comunidad autónoma tiene su propia legislación, aunque si ésta no prevé nada sobre determinadas materias, se aplica la normativa estatal.

Esta legislación contempla el acceso a lugares, alojamientos, locales, transportes y establecimientos públicos. En especial, se refiere a los centros hospitalarios, públicos y privados, así como a los de asistencia ambulatoria. Para que estas normas sean posibles, es fundamental que los perros se identifiquen con un distintivo que certifique su condición y el cumplimiento de los requisitos sanitarios.

Sólo en el caso de que el can tenga signos de enfermedad, agresividad, falta de aseo o suponga un riesgo para las personas, es posible negar su acceso a los espacios citados. Otra posibilidad es exigir el uso de un bozal, aunque el usuario del perro guía es siempre el responsable del comportamiento del animal y de los daños que pueda ocasionar a terceros.

Proceso de socialización

Para impulsar el acceso de los perros guía a cualquier espacio, el proceso de socialización es básico. Las razas más apropiadas son tres: el labrador retriever, el golden retriever -o el cruce de ambas- y el pastor alemán. El proceso de formación dura entre 18 y 24 meses, tras pasar un periodo de estancia con una familia, adiestramiento y adaptación a su usuario.

El tiempo que pasa con la familia coincide con la etapa de socialización ya que el perro aprende a convivir con personas y descubre el entorno. En este periodo se le comienza a instruir, se desplaza por primera vez en transporte público o entra en tiendas. A partir de los 12 meses, el perro trabaja habilidades específicas y aprende a caminar recto, señalar bordillos o sortear obstáculos.

Incluso, para asegurar el éxito, si al final de este periodo se determina que el perro no reúne todos los requisitos exigidos a un perro guía, no desempeñará esta tarea. Se estima que sólo la mitad de los canes adiestrados llegan a ser guías. De la misma manera, la selección del usuario es muy cuidadosa. Se elige a una persona “de características más acordes con las del animal” y ambos participan en un cursillo de tres semanas para aprender a trabajar juntos.

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