«Solidarios para el Desarrollo» denuncia el abandono que sufren los ancianos en España

Esta ONG lleva a cabo un programa para prestar compañía a los mayores
Por EROSKI Consumer 30 de julio de 2002

En España existen casi siete millones de personas mayores de 65 años, de las que más de un millón viven en soledad. Sin embargo, esta cifra se triplica durante el verano, lo que supone más de tres millones de ancianos abandonados «porque la familia los considera un estorbo», denuncia la ONG «Solidarios para el Desarrollo».

Esta organización lleva a cabo un programa de atención a domicilio a través del cual proporciona a los ancianos que están solos un voluntario que les brinda compañía y afecto, algo de lo que carecen en muchas ocasiones. Tareas tan cotidianas como pasear, tomar un café o contar las penas y alegrías a una persona de confianza se vuelven prioritarias para estos mayores, que «pasan los días esperando la visita de los voluntarios», señala la ONG.

Actualmente, Solidarios atiende a más de 700 personas mayores de 65 años en toda España gracias a la labor de sus 4.000 voluntarios, de los que un 25% trabajan en programas de atención a mayores. Sin embargo, afirman que este desamparo no se debe solamente al abandono de la familia, ya que en muchas ocasiones, «algunos mayores no quieren marcharse de vacaciones con sus familiares porque son reacios a cambiar de rutina». «También hay que comprender que las familias necesitan un descanso después de pasar todo el año cuidando a una persona mayor, con toda la carga emocional y física que supone», destaca una voluntaria.

Sin embargo, la realidad constata que en la mayoría de los casos se trata de ancianos que se encuentran solos durante todo el año, sin nadie que los atienda. Ante esta triste circunstancia caben varias opciones. Una de ellas sería el ingreso en una residencia, «pero algunas veces se muestran reacios y rechazan esta posibilidad». Además, «la oferta se sitúa alrededor de tres plazas residenciales por cada cien personas mayores de 65 años, cuando la media de la UE es casi el doble», según denuncia el Comité Español de Representantes de minusválidos (Cermi). Así las cosas, cuando el ingreso en una residencia se hace inviable, la labor de los voluntarios se convierte en fundamental, pero «a veces no sirve de nada porque los mayores afirman que se quieren morir y no tienen ningún aliciente para seguir adelante», afirma «Solidarios». Sin embargo, en la mayoría de los casos, programas como los de atención a domicilio o de vivienda compartida aparecen como la mejor opción para combatir su soledad y tristeza y mejorar también su calidad de vida.

El programa de atención a domicilio no se dirige sólo a los ancianos, sino también a los discapacitados. El objetivo es evitar el aislamiento en sus hogares, al tiempo que ofrecer una alternativa de comunicación afectiva con los voluntarios. También se busca detectar las carencias de protección social y derivarlas hacia las instancias administrativas correspondientes, para así aportarles seguridad, puesto que «los mayores son muy vulnerables». Además, también les brindan su apoyo en los procesos de rehabilitación porque muchos sufren algún tipo de discapacidad. Sin embargo existe una serie de actividades que nunca debe realizar un voluntario, como la limpieza de la casa, hacer la comida o prestar cuidados médicos.

Aparte de este tipo de ayuda, las personas mayores también cuentan con el servicio de teleasistencia del Imserso, que atendió durante el pasado año a 40.289 personas en nueve comunidades o «El Teléfono Dorado» de la Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz. Se trata de un servicio social, totalmente gratuito, atendido por más de 120 voluntarios que funciona las 24 horas del día y pretende paliar la plaga de la soledad de las personas mayores. «En verano aumenta el número de llamadas porque la familia se va de vacaciones y el mayor se queda solo», afirma una responsable de esta asociación. «Los ancianos saben que siempre cuentan con el apoyo de una persona que los escucha, sobre todo durante la noche, que es cuando más desamparados se sienten».

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