Entrevista

Víctor Marí Sáez, profesor de Teoría de la Comunicación en la Universidad de Cádiz

Si no se potencia el acceso a Internet, puede convertirse en un nuevo elemento de exclusión
Por Azucena García 19 de septiembre de 2007
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En la actualidad, sólo el 15% de la población mundial accede a Internet. Una cifra demasiado baja que advierte de la dificultad para acabar con la brecha digital. Ésta es, precisamente, una de las principales líneas de investigación de Víctor Marí Sáez (Madrid, 1970), profesor de Teoría de la Comunicación en la Universidad de Cádiz y autor del libro ‘La Red es de todos. Cuando los Movimientos Sociales se apropian de la Red’. Para Marí Sáez, Internet se ha convertido en un factor imprescindible para conseguir la eliminación de las desigualdades. De hecho, considera que, si no se potencia el acceso a la Red, ésta puede convertirse en un nuevo elemento de exclusión. “Este riesgo es real y ya se está produciendo”, alerta. En su opinión, es necesario que los movimientos sociales aprovechen el potencial de Internet para reducir la brecha digital, pero también para crear y fortalecer las redes de solidaridad. En este sentido, lamenta la visión “reduccionista” que tienen algunas organizaciones y anima a entender el trabajo en red como algo más que “un medio de transmisión de información”.

¿Cuál es la principal transformación que ha introducido Internet en la forma de trabajar de los movimientos sociales?

En primer lugar, hay que hablar de una introducción y apropiación desigual de Internet entre los movimientos sociales. En este sentido, se produce una infrautilización en aquellas organizaciones que conciben Internet y las nuevas tecnologías, simplemente, como un medio de transmisión de información, mientras que el máximo aprovechamiento se da en aquellos movimientos sociales que utilizan esta tecnología para “enredarse”, es decir, para la creación y/o el fortalecimiento de redes de solidaridad y para la construcción colectiva del conocimiento, entre otras cuestiones.

¿El voluntariado digital es consecuencia de este aprovechamiento?

El voluntariado digital existe desde hace mucho tiempo, aunque con otros nombres y otra orientación a la que sugiere esta expresión o la de cibervoluntario. En los orígenes de Internet están personas como Richard Stallman, uno de los impulsores del software libre en la actualidad, que además de informáticos eran activistas sociales o, como se les denomina hoy, ‘mediactivistas’ o ‘hackactivistas’. Lo interesante, más allá de las etiquetas, es la posibilidad de compaginar esta doble dimensión: ser activistas sociales en la calle y en el ciberespacio. Unir estos dos espacios y no disociarlos.

“Una de las principales dificultades para aprovechar el potencial de Internet reside en la visión que los activistas y las organizaciones sociales tienen de las tecnologías y de la propia comunicación”

Sin embargo, ¿con qué dificultades se encuentran las organizaciones a la hora de aprovechar el potencial del trabajo en red?

Por un lado, influye mucho el lugar del mundo y el lugar social desde el que nos hagamos esta pregunta. Para una organización brasileña de una región empobrecida, probablemente, una de las primeras dificultades sea el acceso estable y de calidad a la energía eléctrica y a las líneas telefónicas. Sin embargo, yendo a cuestiones de fondo, creo que una de las principales dificultades para aprovechar el potencial de Internet reside en la visión que los activistas y las organizaciones sociales tienen de las tecnologías y de la propia comunicación. Predominan unas visiones reduccionistas, que tienden a limitar la comunicación a la simple transmisión de contenidos y a contemplar las tecnologías como instrumentos “sin política”, aislados de lo político, lo social y lo económico.

Pero hay otras limitaciones. Un informe de la Fundación Luis Vives y la Fundación Un Sol Món sobre las ‘Políticas públicas en materia de nuevas tecnologías, las ONG de acción social y los colectivos desfavorecidos’ concluye que las convocatorias de ayudas con mayor presupuesto no se adaptan de forma específica a las necesidades del sector ¿cuáles son esas necesidades?

En la mayoría de los casos, estas políticas pasan por la dotación de ordenadores y por el acceso a conexiones de banda ancha. El problema es que, después de este paso, muchas organizaciones sociales se preguntan: ¿Y ahora qué hacemos con estos equipos? Internet y los equipos informáticos son la respuesta, pero la pregunta que se hacen estas organizaciones es por qué y para qué utilizar Internet en el campo de la solidaridad. Creo que la comunicación y las tecnologías tienen que estar en relación con los procesos sociales en los que están presentes las entidades sociales.

Respecto a las ayudas ¿son suficientes?

Las ayudas nunca son suficientes para cubrir todas las necesidades, aunque es cierto que cada vez más las distintas administraciones y otros organismos financiadores están haciendo esfuerzos para mejorar esta dotación tecnológica. De cualquier modo, el déficit se encuentra en la forma en que se concibe la comunicación en las organizaciones sociales. Está orientada en exceso a la transmisión de información y a la captación de recursos humanos y financieros, descuidando la capacidad de la comunicación y de las tecnologías para establecer vínculos, para construir sentido, para crear redes.

“Hace falta que los movimientos sociales y las entidades del tercer sector tomen a los colectivos en riesgo de exclusión social como destinatarios prioritarios de sus proyectos de alfabetización tecnológica”

¿Cree, por lo tanto, que Internet puede convertirse en un nuevo elemento de exclusión?

Efectivamente, si no se potencia el acceso a Internet puede convertirse en un nuevo elemento de exclusión. Este riesgo es real y ya se está produciendo. Para paliarlo, es necesario que los gobiernos y administraciones públicas desarrollen políticas de comunicación y de desarrollo tecnológico que opten preferentemente por llegar a los colectivos en riesgo de exclusión social (mujeres, inmigrantes, personas desempleadas, tercera edad). Asimismo, hace falta que los movimientos sociales y las entidades del tercer sector tomen a estos colectivos como destinatarios prioritarios de sus proyectos de alfabetización tecnológica.

¿Considera también que otros colectivos que se están quedando fuera de la sociedad de la información son los mismos que se están quedando fuera del acceso a recursos básicos como agua, educación o salud?

Sí, existe una correlación clara entre las personas, colectivos sociales y regiones del planeta que sufren la brecha digital y aquellos que padecen esa otra brecha estructural: acceso al agua, a la salud, a la educación. Por ello, es necesario contemplar conjuntamente estas dos brechas, para buscar soluciones a ambas.

¿Pero es fácil convencer a las sociedades más pobres de la necesidad de acceder a Internet cuando lo que reclaman es el acceso a otros recursos más básicos? ¿Qué puede aportar el uso de un ordenador a África, el continente más pobre del mundo?

Quien está viviendo una situación de precariedad es quien mejor sabe qué es lo que necesita. Cada persona, grupo o sociedad tiene que ver cuáles son los recursos y las tecnologías que necesita para resolver sus necesidades. Sobre los usos de los ordenadores o de Internet en África, nos sorprenderíamos si conociésemos lo avanzados que están en algunas regiones. Por ejemplo, entre campesinos africanos, aprovechan a mandarse mensajes por móvil con los precios de venta de las materias primas en diferentes mercados. Es una manera de sacar mayor rendimiento a su trabajo.

Con este panorama, ¿se atreve a dar una fecha para la eliminación de la brecha digital?

Está claro que la brecha digital tiende a disminuir, aunque lo hace más despacio de lo que en un principio se pensaba que iba a hacerlo. En la actualidad, sólo el 15% de la población mundial accede a Internet. Algunas instituciones y gurús de las tecnologías, como Negroponte, se plantean incluso diseñar portátiles para el Tercer Mundo a un coste muy reducido, para disminuir con mayor rapidez esta brecha. Pero en el supuesto de que se redujese a medio plazo, la siguiente pregunta que se nos plantea es para qué utilizar los ordenadores e Internet: ¿Para resolver necesidades básicas o para fomentar la lógica del consumo del Norte? ¿Para leer informaciones producidas en el denominado Primer Mundo o para producir las propias informaciones desde los países del Sur? ¿Para mantener el dominio y el desequilibrio mundial o para fomentar una mayor igualdad y justicia?

“Hay capacidad para resolver problemas como los apuntados en los Objetivos del Milenio”

La consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015 también parece complicada, incluso Naciones Unidas lo reconoce, ¿el impulso a las nuevas tecnologías cambiaría esta predicción?

Sabemos, hoy por hoy, que hay capacidad para resolver problemas como los apuntados en los Objetivos del Milenio. Pero la matriz del problema no es ni técnica ni tecnológica, sino más bien ética y política. Una vez que se consiga este giro ético-político, las tecnologías pueden ayudar a tal fin.

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