Estos son los cinco neuroderechos fundamentales para protegernos de la neurotecnología

Ante los avances de la neurociencia y las neurotecnologías es preciso el reconocimiento internacional de estos neuroderechos básicos propuestos por el neurocientífico español Rafael Yuste
Por Beatriz Portinari 17 de junio de 2024
proteger derechos cerebro
Imagen: Getty Images
La neurotecnología es una rama de la neurociencia que investiga el uso de la tecnología para registrar e interpretar la actividad cerebral. Su objetivo es crear dispositivos que ayuden a superar daños en el cerebro. Por tanto, el uso terapéutico de la neurotecnología supone grandes avances para la ciencia. Pero también conlleva ciertas amenazas para nuestro cerebro. De ahí la importancia de protegerlo con los neuroderechos. Estos son los más importantes.

Los cinco neuroderechos básicos

El neurocientífico Rafael Yuste, catedrático de Ciencias Biológicas y Neurociencia, director del NeuroTechnology Center (NTC) de la Universidad de Columbia (EE. UU.) y miembro del Grupo de Trabajo de Neuroética del Morningside Group y de la Neuro Rights Foundation, impulsó la definición de cinco neuroderechos fundamentales:

1. Derecho a la privacidad mental

El objetivo es proteger el contenido del cerebro, a nivel de emociones, pensamientos o recuerdos. Ya hay grupos de investigación que están experimentando con mamíferos para entender la actividad cerebral que existe detrás de las percepciones visuales y cómo manipular las mismas. Es decir, si hoy se puede hacer creer a ratones que están viendo algo que no existe, el día de mañana se podrá hacer con humanos.

2. Derecho a la identidad personal

Proteger la conciencia, la personalidad y el “yo” de los ciudadanos. Este derecho se ha planteado porque existe evidencia científica de aplicaciones médicas de neurotecnologías que no solo cumplen con su finalidad clínica —detectar precozmente ataques epilépticos o mitigar ideas suicidas, por ejemplo—, sino que también han modificado la percepción que los pacientes tienen de sí mismos: hay pacientes con implantes cerebrales que reconocen que han cambiado aspectos de su personalidad.

3. Derecho al libre albedrío

En inglés se define este derecho como “la agencia” o “the agency”. Este derecho pretende proteger la capacidad de decisión y de pensamiento de los humanos, para que sus acciones no se vean influidas por las interfaces inteligentes a las que podamos conectarnos. Tampoco es ciencia ficción, porque esta forma de influir y cambiar las decisiones a nivel cerebral ya se ha experimentado con ratones, al manipular percepciones sensoriales que cambian sus decisiones.

4. Derecho a la neuromejora

La conexión del cerebro a una computadora, que a su vez está conectada a inteligencia artificial y millones de datos, puede permitir, en un futuro, la mejora cognitiva del ser humano, para realizar complicadas operaciones matemáticas, por ejemplo, o aprender idiomas. Este neuroderecho quiere evitar la desigualdad entre dos especies: los humanos neuroaumentados y los que no tengan esa posibilidad.

5. Derecho a la protección contra los sesgos

Asumiendo que cada vez está más cerca que la neurotecnología pueda “escribir” en la mente de las personas e introducirles ideas que pueden aceptar como propias, los ciudadanos necesitarán protegerse frente a sesgos discriminatorios de cualquier tipo, que se podrán introducir a través de algoritmos sesgados.

Un siglo de avances en neurotecnología y neuroderechos

cerebro médico
Imagen: Anna Shvets

En la actualidad, la Organización de Naciones Unidas (ONU) estudia la posible creación de un tratado internacional acerca de la neurotecnología, lo que requeriría la creación de una comisión especial y su aprobación por el Consejo de Seguridad.

Por su parte, la Unión Europea ha publicado unas directrices éticas para una inteligencia artificial fiable que servirán como base a una posible legislación futura. Esta es una aproximación al avance de la neurotecnología y la creación de los neuroderechos.

  • 1924. El psiquiatra alemán Hans Berger inventó la electroencefalografía (EEG) como forma de registrar y medir las ondas eléctricas del cerebro. Lo hizo mediante alambres de plata insertados en el cuero cabelludo de los pacientes y, posteriormente, por láminas de plata conectadas a un galvanómetro.
  • 1973. El científico informático Jacques J. Vidal, de la Universidad de California, acuñó por primera vez el término “interfaz cerebro-computadora” (Brain Computer Interface, BCI). Sus investigaciones sentaron las bases para controlar objetos utilizando señales cerebrales.
  • 1974. Consciente de las opciones militares y de seguridad nacional que podrían implicar los avances científicos en BCI, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de EE. UU. (DARPA) comienza a financiar este tipo de estudios. El objetivo de Biocybernetics era la medición de señales cerebrales mediante EEG y analizar las muestras de fatiga, emociones, estado de vigilancia, capacidad cognitiva y toma de decisiones. Desde entonces, mantiene el seguimiento y financiación de investigaciones científicas con dos aplicaciones en el ámbito militar: la utilidad de BCI para restaurar la función neuronal y conductual de los soldados y la posibilidad de usar BCI para mejorar el entrenamiento y rendimiento humano.
  • 1988. Se dan los primeros pasos en Europa de experimentos con la interfaz cerebro-computadora (BCI) no invasiva para controlar objetos físicos con la mente, algo que hasta entonces se llamaba psicoquinesis. Los primeros ensayos incluyeron el rudimentario control de un robot mediante el parpadeo de los ojos: el robot iniciaba el movimiento al cerrar los ojos y se detenía al abrirlos.
  • 2013. Nace la iniciativa BRAIN (Brain Research Through Advancing Innovative Neurotechnologies), auspiciada por la administración de Barack Obama en EE. UU. y liderada por el profesor Rafael Yuste. El objetivo era investigar las posibilidades de la neurotecnología para medir y manipular la actividad cerebral.
  • 2017. El grupo Morningside, de la Universidad de Columbia, publica el primer documento que defendía la urgencia de proteger los derechos cerebrales.
  • 2021. Chile promulgó una normativa pionera de neuroprotección, la ley 21383. Aunque no regula la prohibición o sanción del mal uso de neurodispositivos, sí plantea una intención: “La ley regulará los requisitos, condiciones y restricciones para utilizar esta tecnología en las personas, debiendo resguardar especialmente la actividad cerebral, así como la información proveniente de ella”.
  • 2021. España presentó su Carta de Derechos Digitales, un documento que sienta las bases de posibles legislaciones futuras sobre esta materia.
  • 2023. En la llamada Declaración de Valencia se propuso oficialmente incluir los cinco neuroderechos en la Declaración Internacional de Derechos Humanos.
  • 2023. La Unión Europea promulgó la Declaración de León sobre la neurotecnología europea, que fomentaba estos avances orientados al ser humano, sin perder de vista los derechos fundamentales.
Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube