Entrevista

Gemma Martínez, investigadora de la Universidad del País Vasco experta en menores e Internet

Es recomendable que los padres de un menor se creen un perfil en la red social de su hijo para aconsejarle
Por Jordi Sabaté 8 de abril de 2010
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Imagen: CONSUMER EROSKI

A diferencia de sus progenitores, las próximas generaciones de jóvenes serán nativos digitales. Crecerán vinculados de una manera íntima al ordenador y a una cultura digital que a sus padres se les antojará casi marciana. Por ello, numerosos expertos en educación y sociología alertan de que los adultos no pueden permanecer alejados del mundo de sus hijos, por muy indescifrable que les parezca, y deben acompañarles durante sus primeros años de navegación por Internet, así como asesorarles en el mundo de las redes sociales. Gemma Martínez, investigadora de la Universidad del País Vasco y miembro del equipo que representa a España en el proyecto europeo EU Kids Online (Menores Europeos en la Red), perteneciente a su vez al programa Safer Internet de la Comisión Europea, apuesta por fijarse en los aspectos positivos de la Red, que son muchos, pero advierte de que se debe estar cerca del menor y sus actividades hasta que éste tenga criterio para distinguir lo bueno de lo malo. Tal como Martínez subraya: “Los peligros que entran dentro de la categoría de delitos, normalmente se deben a un uso inapropiado de las herramientas de Internet por parte del menor”.

Aparte de los peligros evidentes que entran dentro de la categoría de delitos, ¿hay cosas buenas y malas en la Red, o más bien convenientes e inconvenientes según la edad?

No es aconsejable calificar ni generalizar lo que hacen los menores en Internet como bueno o malo sin tener en cuenta, entre otros aspectos, la edad o el entorno en el que se desarrollan estas actividades. Tacharlas como buenas o malas puede derivar en alarmismo y pánico social, algo nada conveniente para el necesario desarrollo del menor en la Red.

¿Es malo que el menor utilice las redes sociales?

“Los padres no pueden olvidar, en el caso concreto de las redes sociales, que los menores de catorce años no pueden acceder”

La respuesta adecuada sería: depende. Si un menor entra en una red social sin tener nociones básicas sobre las normas de privacidad que ha de seguir en este entorno (contactos que debe y no debe aceptar, publicación de información personal o fotos, accesibilidad a su perfil, etc.), puede ser perjudicial. En cambio, si el menor utiliza bien esta herramienta, el uso de redes sociales y otras soluciones de comunicación servirá para reforzar los lazos de amistad con sus amigos. En este caso, también hay que tener en cuenta la edad en la que el menor accede a Internet. Los padres no pueden olvidar, en el caso concreto de las redes sociales, que los menores de catorce años no pueden acceder.

¿Es perjudicial que los menores accedan a contenidos sexuales o violentos on line?

De nuevo, la edad puede influir en este tipo de actividades. Si un menor de nueve años accede de forma accidental a contenidos sexuales o violentos, puede suponer para él una situación de incomodidad y malestar porque carece de la capacidad para analizar de forma crítica esos contenidos. Ahí es donde la figura de los padres cobra un papel imprescindible en la enseñanza del menor. Los padres tienen que acompañar en la navegación a los menores entre seis y diez años para evitar este tipo de situaciones. En cambio, para un adolescente, el hecho de encontrarse con contenidos sexuales o violentos no es tan grave, ya que se le presupone una capacidad crítica para evitarlos.

¿Puede Internet ser tan enriquecedor como una biblioteca?

“El gran problema es que el menor busque todo en ciertas páginas web como Wikipedia”

Los menores tienen en Internet una fuente básica de información, diversión y creatividad. En la preadolescencia y adolescencia, el hecho de contar con esta herramienta les puede servir para informarse de ciertas cosas, como las relativas a su desarrollo sexual, que no se atreverían a preguntar cara a cara. También son positivos los lazos de amistad que generan con sus amigos, a través de juegos, redes sociales y mensajería instantánea, siempre que estas relaciones on line no suplan nunca a las de la vida real ni les quiten tiempo para desempeñar otras actividades fuera de Internet. La infinita fuente de información que supone la Red para los menores al desarrollar sus tareas escolares también es un factor muy positivo. El gran problema es que el menor busque todo en ciertas páginas web como Wikipedia: cortar y pegar contenidos sin asimilar qué hace.

¿Cómo pueden los padres discernir entre lo bueno y lo malo de Internet?

Los padres sólo pueden discernir qué es apropiado para sus hijos en Internet si ellos usan también la Red. Por fortuna, entre 2005 y 2006, el número de padres usuarios de Internet con hijos que
también navegan ha aumentado de modo considerable. Pero en el caso de España, un 15% de los padres cuyos hijos utilizan Internet desconocen el medio.

¿Qué implica esto?

Los padres que no utilicen Internet no podrán aconsejar a sus hijos y, por lo tanto, el menor será aún más vulnerable ante los peligros que pueda entrañar la Red. El concepto de educación está en un momento de cambio y, al igual que hace unos años los padres se sentaban junto a sus hijos para ayudarles con las tareas de la escuela, ahora lo tienen que hacer frente a la pantalla y en Internet. Unos padres que no sepan qué es una red social y cómo funciona, qué juegos on line utiliza su hijo o a qué páginas web accede el menor para hacer los trabajos del colegio, no podrán nunca aconsejar bien a su hijo en el uso seguro de Internet.

“Los padres que no sepan qué es una red social y cómo funciona no podrán nunca aconsejar bien a su hijo en el uso seguro de Internet”

Los últimos estudios demuestran que los padres aplican a los menores, en general, reglas restrictivas y no constructivas. España es el país de la Unión Europea en el que más reglas restrictivas se aplican. Sólo un 16% de los padres afirman no hacerlo. En paralelo, la instalación de filtros que puedan impedir al menor acceder a contenidos peligrosos está también por debajo de la media europea. Estos dos resultados denotan una falta de alfabetización digital de los padres españoles, que están además entre los más preocupados de toda Europa.

¿Podría citar un ejemplo de normas restrictivas no aconsejables?

Entre esas reglas no constructivas destacan: prohibir al menor acceder a redes sociales, prohibir el uso de mensajería instantánea, restringir el tiempo de uso de la Red o vetar los juegos on line. Estas restricciones sólo se deberían aplicar si los padres comprueban que esas acciones perjudican al menor: pasa demasiado tiempo en casa, no comparte juegos en la calle con los amigos, muestra dejadez en las tareas escolares, etc.

Si por el contrario los padres aplican estas restricciones de forma arbitraria o influidos por el “miedo”, es posible un efecto rebote. El menor no se comunicará con sus amigos desde el ordenador de casa, pero lo podrá hacer desde un cibercafé, donde no hay ninguna vigilancia y, por lo tanto, las consecuencias pueden ser más graves. El hecho de impedir al menor que utilice Internet también puede implicar una “e-exclusión”. Un menor que no esté conectado puede aislarse socialmente. Si todos sus compañeros se comunican por la Red y él no lo hace, llegará un momento en el que desconozca los temas de los que hablan sus propios amigos.

Parece que los padres responsables deben hoy en día esforzarse más para educar a sus hijos porque han de asimilar conceptos nuevos. ¿Es así?

“Un adulto tiene capacidad crítica y una visión más objetiva de los contenidos beneficiosos o perjudiciales con los que su hijo se encuentra en Internet”

A los padres no se les exige más que antes, sino algo diferente. Uno de los problemas que se detecta es la falta de autoconfianza que los padres tienen en ellos mismos al manejarse en Internet. La respuesta más común de los padres es que sus hijos saben más que ellos y eso no es del todo cierto.

Un niño puede manejar Internet con más rapidez que sus padres porque desde edades muy tempranas se enfrenta al ordenador. En cambio, un adulto tiene capacidad crítica y una visión más objetiva de los contenidos beneficiosos o perjudiciales con los que su hijo se encuentra en Internet. El comportamiento del menor en la Red es similar al de la vida real, pero en este caso los padres no han de perder de vista que Internet cuenta con las posibilidades de anonimato e inmediatez. Estas dos características, entre muchas otras, diferencian a la educación en la vida real de la educación para el uso de la Red.

¿Los padres irán siempre por detrás de sus hijos en el aprendizaje digital? ¿Sería buena idea dejarse guiar por ellos en este nuevo mundo?

No todos los padres van por detrás de sus hijos en el aprendizaje digital. El cambio registrado, sobre todo en los cinco últimos años, ha sido demasiado rápido y hay ciertas cosas que no se han asimilado. Pero hay resultados recientes que demuestran que en Europa los padres aumentan su uso de Internet. Esto implica un desarrollo de las habilidades en el manejo de la Red y, por lo tanto, un mayor conocimiento.

¿Por qué se tiende a creer que todo lo que sucede en la Red es peligroso o, cuanto menos, oscuro?

“Se tiende a subrayar los riesgos y nunca las oportunidades que brinda Internet”

Por el desconocimiento y falta de alfabetización digital. Se tiende a subrayar los riesgos y nunca las oportunidades que brinda Internet. En el caso de España, parte de esto se puede achacar a que aún no hemos alcanzado el 100% de penetración de Internet en los hogares, pero asistimos a un aumento de uso considerable año tras año, tanto por parte de los menores como de la población adulta. Al ser un proceso nuevo y que se renueva día a día debido a los continuos avances, se genera cierto miedo y desconcierto social. En cambio, quienes utilizan de forma asidua la Red también desarrollan la capacidad de juzgar como erróneo ese concepto que asocia a Internet con riesgo.

¿Hay “otro lado de la moneda” en el que la Red y las nuevas tecnologías sirvan para fomentar el contacto familiar y valores como la solidaridad o la tolerancia?

Esta pregunta quizá sea un fiel retrato del pensamiento actual acerca de Internet. La cara más importante de la moneda es la oportunidad que brinda para fomentar lazos familiares y de amistades, además de participar de modo más activo como ciudadanos. El “otro lado de la moneda” aparece cuando no hacemos un buen uso de las herramientas y todo se puede traducir en situaciones de invasión de privacidad, aislamiento social, abuso, etc.

¿Hay que vigilar todo lo que hace un hijo en Internet?

“Si algún padre siente la necesidad de vigilar todo lo que hace su hijo en Internet, es que confía muy poco en él”

Si algún padre siente la necesidad de vigilar todo lo que hace su hijo en Internet, esto responde a una falta de confianza en el menor y a una evidente preocupación. La vigilancia respondería a algún problema. En cambio, sí es aconsejable que desde los seis a los diez años los padres guíen al menor en el uso de Internet porque no tienen la capacidad de distinguir qué es bueno y malo. Incluso en estas edades es aconsejable instalar en los ordenadores filtros que impidan al menor acceder a ciertas páginas web.

Con los adolescentes, un padre no puede navegar con ellos porque ya han adquirido una cierta madurez personal y estar a su alrededor mientras utilizan Internet puede suponer una intromisión en su intimidad. A estas edades, muchos menores también han desarrollado las habilidades suficientes como para desinstalar filtros del ordenador y borrar todo rastro de sus acciones en Internet.

En cambio, si la comunicación entre padres e hijos acerca de lo que hacen en Internet es de confianza, los padres podrán aconsejar al menor sobre qué debe hacer y qué no. Para aconsejar al menor, tienen que saber cuáles son los sitios que más frecuenta y cuáles son los posibles peligros para él.

Cree correcto observar las actividades de un hijo en una red social? ¿No es como espiarle de incógnito en una discoteca?

Un menor en España sólo puede acceder a una red social con catorce años. A esta edad, el padre debería observar qué hace su hijo, ya que bien utilizada, la red social puede ser una solución tecnológica muy buena para el desarrollo personal del menor (socialización, compartir vídeos, música, aficiones, estados de ánimo, etc.). Ahora bien, mal utilizada puede volverse en su contra. El menor es muy confiado, transgresor y no es consciente de las consecuencias que pueden tener ciertas acciones. Por este motivo, es recomendable que los padres se creen un perfil en la red social, nunca no compartido con sus hijos, para que puedan saber cómo funciona y aconsejar al menor sobre qué puede y qué no puede hacer.

“En demasiadas ocasiones, los padres creen que sus hijos son sólo víctimas de posibles peligros en las redes sociales y, en cambio, son los perpetradores de tales peligros”

Observar no implica leer cada día el perfil de su hijo en la red social, ni vigilar los comentarios que le dejan sus amigos en el muro, ni los mensajes que recibe o envía o las fotos que tiene. Esto sería una intromisión en la vida personal del menor que, por otra parte, se presupone que ha recibido una educación para utilizar estas redes y lo hace de forma adecuada. No es conveniente que padres e hijos estén en el mismo grupo de amigos en una red social, porque la finalidad de ésta es relacionarse con los iguales y no con los padres o con grupos de edad dispares.

Pero los padres sí pueden pedir al menor que les deje ver el estado de privacidad de su cuenta y advertirle de que los amigos en la red social tienen que ser los mismos que conoce en la vida real. Deben aconsejarle que no todas las fotos se pueden colgar en la Red, porque hay que respetar a los compañeros, y ser cuidadoso con las publicaciones en los muros de los demás. En demasiadas ocasiones, los padres creen que sus hijos son sólo víctimas de posibles peligros en las redes sociales y, en cambio, son los perpetradores de tales peligros.

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