El ‘síndrome de la clase turista’ afecta a uno de cada cinco pasajeros de vuelos largos

La afección presenta síntomas como hinchazón de piernas, calor y dolores, y sólo en casos extremos puede producir la muerte por embolia pulmonar
Por EROSKI Consumer 20 de abril de 2002

Un 19 por ciento de los pasajeros que vuelan durante más de ocho horas desarrolla el conocido como _síndrome de la clase turista_, una enfermedad que, pese a su denominación, afecta a todos los viajeros por igual. Esta dolencia se traduce en episodios de trombosis derivados de permanecer sentado y con escasa movilidad durante largos trayectos.

En España, en los últimos seis años han sido atendidos en el hospital Ramón y Cajal de Madrid un total de16 pacientes por embolias pulmonares sobrevenidas tras viajar en vuelos internacionales de más de ocho horas. Todos ellos procedían del aeropuerto de Barajas y habían tenido que ser trasladados de urgencia a este hospital, donde se ha realizado un estudio de esta afección a partir de una muestra de 76 millones de pasajeros.Esta cifra supone sólo una proporción de 1,65 pacientes por cada millón de pasajeros, aunque el jefe Clínico del citado hospital, Esteban Pérez, asegura que se trata de la «punta del iceberg». «Nosotros hemos tratado a los pacientes que han desarrollado síntomas, pero muchos no se detectan porque son asintomáticos o padecen el episodio días después del viaje de avión», destaca este neumólogo.

Falta el aire

Los síntomas de esta patología son la disnea o sensación de falta de aire y el dolor torácico, según el estudio. En la mayoría de las ocasiones, el _síndrome de la clase turista_ produce afecciones leves como hinchazón de piernas, calor y dolores, y tan sólo en casos extremos puede producir la muerte por embolia pulmonar y siempre en pacientes con riesgos específicos. En concreto, las personas de edad avanzada que padecen varices, obesidad o cualquier enfermedad relacionada con la trombosis son más propensas a padecer este síndrome.

Como medidas de precaución para evitar su aparición, los expertos recomiendan moverse durante el vuelo dando paseos por la cabina, estirar las piernas y los brazos cada cierto tiempo, así como beber abundante agua y abstenerse de consumir alcohol.

Pero sobre todo, se incide en reivindicar que se mejoren las condiciones de espacio en los vuelos de la clase turista. De hecho, una de las reclamaciones más habituales al teléfono de atención al pasajero es el escaso espacio entre asientos y la incomodidad de los mismo, lo que incrementa las posibilidades de sufrir la enfermedad.

El riesgo, en el descenso

Otra de las cuestiones expuestas en el estudio realizado por este equipo de expertos es la incidencia directamente proporcional de esta enfermedad con la duración del vuelo, así como el momento en el que se produce el accidente embólico, que en la mayoría de los casos, coincide con el descenso del avión.

Y aunque la gran parte de los estudios se centran en este medio de transporte, la enfermedad se desarrolla también en viajeros de coche o autobús que permanecen un largo tiempo inmovilizado en espacios reducidos y donde no es posible moverse.Pese a que las compañías españolas no tienen constancia de que ningún viajero se haya visto afectado por este síndrome, antes y durante el vuelo informan a los pasajeros sobre los ejercicios que pueden realizar para combatir sus síntomas.

Algunas compañías incluyen una página de consejos en la revista de a bordo que facilitan al viajero, e incluso se retransmiten vídeos informativos en cabina. Y es que las empresas aéreas son las primeras interesadas en conocer más sobre esta enfermedad. Prueba de ello es el estudio que, en breve, iniciará la aerolínea British Airways y la Universidad de Birmingham sobre las medidas de prevención adecuadas para sus pasajeros.

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