Los beneficios de la sandía

Un mayor consumo de sandía puede mejorar el control de la glucemia y de la dislipemia, e incluso, de la hipertensión arterial
Por Maite Zudaire 22 de mayo de 2012
Img sandia
Imagen: miguel ugalde

La sandía es una fruta típica veraniega, dulzona y muy acuosa. Sin tener una composición relevante, destacan distintos compuestos que favorecen la salud. Entre ellos, el licopeno (antioxidante) y la citrulina, un aminoácido beneficioso para la síntesis de óxido nítrico, un compuesto esencial para regular el tono vascular y la hemodinámica, la dinámica de la sangre y la función del corazón. Durante la temporada natural de esta fruta, es aconsejable comer un buen trozo de sandía a diario e idear recetas originales para incluirla en distintos platos del menú y no solo como fruta para picar entre horas o de postre. Un mayor consumo puede mejorar el control de la glucemia y de la dislipemia, así como de la hipertensión arterial.

Sandía, corazón y síndrome metabólico

Los beneficios biológicos tras un mayor consumo de sandía se traducen en una posible mejoría del control de la glucemia y de la dislipemia, e incluso, de la hipertensión arterial. La sandía es una fuente biodisponible de citrulina, precursor para la síntesis de arginina (necesaria para la formación de proteínas y otras moléculas) en los seres humanos y, por tanto, el consumo de este alimento funcional puede tener implicaciones importantes en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y en el síndrome metabólico.

El perfil de una persona con síndrome metabólico incluye obesidad, hiperglucemia, hiperinsulinemia y resistencia a la insulina, además de dislipemia e hipertensión arterial. Estos factores, de forma independiente o en conjunto, contribuyen a un alto riesgo de enfermedad cardiovascular, una de las principales causas de mortalidad en los países occidentales.

La sandía, como alimento funcional, ayuda en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, así como en el síndrome metabólico

La sandía es uno de los pocos alimentos ricos por naturaleza en el aminoácido citrulina y, aunque en esta fruta se detectan cantidades variables de tal compuesto, se estima un contenido medio de 1,5 mg/g. De este modo, con el consumo de un kilo de sandía, se alcanza el 40% de la ingesta media diaria recomendada para las personas adultas: 3,8 g de arginina (aminoácido que se forma a partir de la citrulina).

La arginina es un aminoácido esencial para los jóvenes mamíferos (incluidos los bebés humanos) y para adultos con traumatismos, quemaduras, resección masiva del intestino delgado e insuficiencia renal. Se sintetiza a partir de citrulina, a través de una compleja vía metabólica, en todas las células animales. La arginina es fundamental para la formación de proteínas y otras moléculas con enorme importancia biológica, como el óxido nítrico, un factor vasodilatador, antiaterogénico y antitrombótico, esencial para regular el tono vascular y la hemodinámica (dinámica del corazón y de la sangre).

Una concentración orgánica adecuada de arginina se ha asociado también con mejoras en la concentración plasmática de glucosa, en gran medida debido a que el óxido nítrico aumenta el flujo sanguíneo, la captación y oxidación de glucosa por el músculo esquelético y la sensibilidad a la insulina en los tejidos, además de regular la oxidación de la grasa.

Una buena porción de sandía al día

Uno de los pocos estudios que ha investigado la biodisponibilidad en humanos de la citrulina y sus metabolitos, como la arginina, tras el consumo de alimentos lo ha realizado el Servicio de Investigación Agrícola (ARS) del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). En este estudio controlado y cruzado de tres semanas de duración, los participantes consumieron una dieta controlada por nutricionistas que incluía un consumo bajo de jugo de sandía (0,260 kg por taza, 3 tazas al día) y un consumo alto (0,52 kg por taza, 6 tazas diarias de zumo) en las tres comidas principales (desayuno, comida y cena). El periodo de lavado entre un tipo de consumo y otro (bajo o alto) fue de dos a cuatro semanas. Durante ese tiempo, los participantes consumieron una dieta de libre elección, con la excepción de ingerir alimentos ricos en licopeno, como la sandía o el tomate.

En este estudio se comprobó que, tras tres semanas, los individuos que más jugo de sandía consumieron tenían mayores concentraciones de arginina, en comparación con el grupo control. Tras analizar estos resultados, aunque sin imitar cantidades, el consejo dietético saludable recomienda comer una buena porción de sandía cada día durante toda la temporada de esta fruta veraniega. El consumo de sandía es bueno para la salud sin efectos secundarios, aunque con excepciones en casos concretos. Las personas que tengan muy descompensados los triglicéridos o los índices de glucemia, o bien quienes tengan patología hepática que requiera un control estricto de los azúcares, tendrán incluso que limitar el consumo de cualquier fruta.

SANDÍA NO SOLO DE POSTRE

La temporada de sandía no es muy extensa, de forma que conviene aprovechar diversas recetas para no relegarla solo a la fruta de postre. Se puede comenzar el menú con un entrante de gazpacho de sandía, que tan solo se diferencia del tradicional en que se añade la fruta al resto de ingredientes típicos. También puede servir de entrante refrescante la sopa fría de sandía con yogur, para lo cual habrá que adaptar la receta propuesta y sustituir el azúcar por un toque de aliño con sal, pimientas y un chorrito de aceite de oliva virgen. Incluso, se puede probar y añadir pepino al batido.

Las propuestas dulces son más variadas, de forma que es fácil y rápido improvisar con sandía un zumo mezclado con piña o con naranja. Los sorbetes y los granizados son muy refrescantes y apetitosos. Como colofón a una comida casera, se puede servir de postre una vistosa brocheta de melón, sandía y piña o una sandía rellena.

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