Novedades terapéuticas en el control del asma

El asma es una enfermedad que afecta aproximadamente al 4% de la población adulta española y al 8% de los niños
Por Teresa Romanillos 16 de junio de 2006

Por causas que aún no son bien conocidas, la prevalencia del asma ha aumentado en los últimos 30 años. Los expertos especulan que dicho incremento podría estar relacionado con un trastorno de la maduración del sistema inmunólogo de los niños de los países industrializados como consecuencia de la insuficiente exposición a infecciones. Las excesivas medidas de higiene podrían ser uno de los inductores de este aumento. Recientemente la Unión Europea ha dado luz verde a un nuevo fármaco cuyo rasgo más característico es que actúa de forma preventiva contra las crisis asmáticas.

Un porcentaje elevado de pacientes con asma, alrededor del 60% al 70%, es alérgico. Se cree que un menor número de infecciones durante la infancia puede predisponer a una mayor sensibilidad a alergenos en la edad adulta, con una mayor susceptibilidad al asma. Cuando las personas con asma alérgica entran en contacto con una sustancia a la que son sensibles (como los ácaros del polvo doméstico o el pelo de animales), se pone en marcha un mecanismo mediante el cual se producen, entre otras, grandes cantidades de inmunoglobulina E (IgE).

La IgE es un anticuerpo, principal mediador de las reacciones alérgicas que provocan asma, rinitis alérgica, dermatitis atópica, y reacciones alérgicas a los alimentos, los fármacos o las picaduras de insectos. Las personas con alergia producen IgE específica para cada uno de los alérgenos a que son sensibles. Debido a esto, los niveles de IgE total en sangre de las personas alérgicas son superiores a las no alérgicas.

Nuevo tratamiento preventivo

Omalizumab se combina con la IgE libre, disminuyendo sus niveles en sangre e interrumpiendo precozmente la cascada alérgica

Unos de los principales retos con que se enfrentan los afectados es acabar con las múltiples barreras que impiden el control de la enfermedad. Para ello, desde hace poco tiempo se dispone de la primera terapia biológica para el tratamiento del asma grave no controlado. El nuevo fármaco, Omalizumab, es considerado por muchos especialistas como uno de los avances más importantes que se ha producido en la última década en relación con el tratamiento del asma. El rasgo más característico de este tratamiento es que actúa de forma preventiva, antes que aparezcan los síntomas, al contrario de la mayoría de los fármacos disponibles que actúan una vez se ha desencadenado la respuesta inflamatoria alérgica.

Omalizumab es un anticuerpo monoclonal humanizado frente a IgE, que se combina con la IgE libre disminuyendo sus niveles y, por lo tanto, interrumpiendo precozmente la cascada alérgica. Los diferentes estudios realizados han puesto de manifiesto que omalizumab disminuye las exacerbaciones y permite reducir el uso de otros fármacos. Los pacientes más beneficiados son los que padezcan formas más severas de la enfermedad. Directrices terapéuticas como las elaboradas por la Iniciativa Global para el Asma, recomiendan los anti-IgE como tratamiento complementario para pacientes con asma alérgica grave que no esté controlada satisfactoriamente con las opciones clínicas habituales.

Una enfermedad inflamatoria

Muchas personas saben que en el asma, las vías respiratorias se estrechan dificultando el paso del aire pero desconocen que la inflamación es la clave de todo el proceso. ¿Por qué se produce la inflamación de los bronquios? No sabemos exactamente qué lo desencadena pero si quiénes son los culpables. Esta inflamación está producida por la acción de unas sustancias conocidas como mediadores químicos del asma (prostaglandinas, leucotrienos, citocinas, histamina). Estos mediadores químicos son fabricados por células inflamatorias, fundamentalmente por un tipo de glóbulo blanco llamado eosinófilo. Los eosinófilos, en colaboración con otras células conocidas como linfocitos y mastocitos, depositan estas sustancias en el bronquio, lesionándolo.

Cuando determinados agentes a los que somos sensibles llegan a las vías respiratorias, estas células los reconocen, se activan, y liberan los mediadores químicos provocando la inflamación de los bronquios. Esta inflamación provoca, a su vez, espasmo de los bronquios por contracción de sus fibras musculares. Este proceso hace disminuir el calibre de las vías respiratorias, impidiendo que el aire fluya con normalidad, lo que provoca los característicos ‘pitos’ (sibilancias).

Se desconoce con exactitud por qué en las personas con asma se desencadena esta reacción inflamatoria, ya que todos poseemos este tipo de células (son la defensa específica del organismo frente las infecciones) pero en los asmáticos, este mecanismo se vuelve contra el paciente, lesionando sus vías respiratorias.

UN NUEVO GEN RELACIONADO CON EL ASMA

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Recientemente se ha publicado en la revista Nature Genetics, el descubrimiento de un gen relacionado con la aparición del eccema y del asma. Los científicos de la Universidad de Dundee (Escocia) han descubierto un gen cuya disfunción provoca sequedad en la piel, favoreciendo la aparición de eccema y asma. Este gen produce una proteína llamada filagrina, que contribuye a la formación de una capa protectora de la piel, formando una barrera que retiene el agua para evitar la sequedad y evita la entrada de gérmenes.

Aproximadamente una de cada dos personas con asma tiene algún familiar afectado por la enfermedad. El riesgo relativo de padecer asma entre los familiares de primer grado de un paciente varia según los estudios pero oscila entre el 2,5% al 6% y en el caso de gemelos homocigotos (idénticos) la posibilidad de padecer asma se eleva a un 60%, lo que indica la gran carga genética del asma.

El papel que juega la herencia en la probabilidad de padecer la enfermedad es evidente pero, sin embargo, todavía no se conocen los patrones genéticos de transmisión del asma debido a su complejidad. Los análisis que estudian la transmisión de genes entre generaciones sugieren un modelo poligénico para el asma, es decir, que no sólo hay uno sino que son varios los genes implicados (en los cromosomas 5, 6, 11,12, 13 se han identificado algunas regiones).

Por otro lado, el ambiente (polución, infecciones) puede modificar la expresión de algunos genes (no todos los individuos con predisposición genética desarrollan la enfermedad) y, a su vez, los genes pueden modificar la respuesta a un estímulo externo, como es el caso de algunos de los fármacos utilizados en el tratamiento del asma: los pacientes responden de forma distinta al mismo fármaco.

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