El caso de un bebé vegetariano en EE.UU. reabre el debate sobre los riesgos de una nutrición restringida

Los regímenes estrictos provocan graves carencias nutricionales, según los nutricionistas
Por EROSKI Consumer 3 de abril de 2003

Su nombre es Iice, tiene 15 meses y desde que nació sólo ha probado productos orgánicos vegetales. Ni siquiera conoce el sabor de la leche materna porque sus padres, un matrimonio neoyorkino, defensor a ultranza de las dietas vegetarianas, no podía consentir que sus hijos tuvieran contacto con alimentos de origen animal. El problema es que la pequeña Iice nació prematura y la alimentación vegetariana ha ido diezmando su salud hasta poner en serio peligro su vida. En Estados Unidos se conoce su historia como «el caso del bebé vegetariano» y el juicio en el que se discute la conducta de sus padres ha reabierto el debate sobre los riesgos de una nutrición tan restringida en algunos grupos de población.

Diversas investigaciones científicas llevan años intentando esclarecer hasta qué punto una dieta vegetariana es sinónimo de salud; y aún sigue siendo uno de los temas más controvertidos. Se sabe que la alimentación basada exclusivamente en vegetales previene la formación de tumores, como ha reconocido el Instituto Americano para la Investigación del Cáncer, o que reduce significativamente el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y obesidad, las dos grandes plagas de las sociedades desarrolladas; que reduce el peligro de diabetes e, incluso, que la vida de los vegetarianos puede prolongarse entre cuatro y siete años más.

Sin embargo, la dieta vegetariana estricta no es siempre válida, aunque se realice de la forma más concienzuda posible. De saludable puede pasar a representar un verdadero riesgo para la salud cuando la practican niños, adolescentes y mujeres embarazadas o que estén amamantando a sus hijos. «Estos grupos requieren unas necesidades nutricionales y metabólicas más altas que el resto de la población, y una dieta vegetariana muy estricta no resulta suficiente», comenta el doctor Joan Sabaté, catedrático de Nutrición de la Escuela de Salud Pública Loma Linda de la Universidad de California, la institución que ha aportado los estudios más importantes en este tipo de nutrición.

En opinión de este especialista, en esos grupos la dieta vegetariana sólo es válida cuando incorpora además productos lácteos y huevos. «Sólo así se garantiza el aporte de nutrientes necesarios en el crecimiento y desarrollo», asegura el profesor Sabaté.

Los riesgos de no incluir estos alimentos son importantes. En la primera infancia, la ausencia de una alimentación adecuada puede causar deficiencias de hierro y ésta a su vez ocasionar un retraso en su desarrollo cognitivo irreversible. La falta de vitaminas y minerales esenciales causa también un déficit de crecimiento y una mayor susceptibilidad a padecer enfermedades porque se debilita el sistema inmunológico. La total restricción de productos animales puede incluso dañar al feto si la madre es vegetariana.

«Cualquier régimen alimenticio que tenga un predominio de vegetales es más saludable, pero con esa idea no se debe pasar al extremo contrario», señala Lluis Serra, director del Centro de Investigación en Nutrición del Parque Científico de la Universidad de Barcelona.

Los vegetarianos son verdaderos expertos en combinar alimentos. Para lograr el aporte necesario de calcio, los vegetarianos recurren a legumbres (garbanzos y judías), verduras (brécol, nabos, guisantes), frutos secos (almendras, avellanas) y limitan el consumo excesivo de sal que reduce la absorción. La vitamina B-12, presente sólo en productos de origen animal, se adquiere de algas marinas, e ingieren abundantes cítricos para facilitar la fijación de hierro, ingiriendo vitamina C. Pese a todo, sin huevos ni productos lácteos «es complicado conseguir todos los nutrientes necesarios», dice el profesor Serra.

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