El niño piensa como un científico

La manera en que el niño experimenta con su entorno sigue muchas pautas similares a las que usan los científicos en sus investigaciones
Por Cristian Vázquez 13 de mayo de 2013
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Imagen: Emran Kassim

Diversos estudios recientes han demostrado que la forma de pensar de los niños en edad preescolar responde a varios patrones parecidos a los del pensamiento científico, como las deducciones de causas y efectos y la manera de efectuar comprobaciones. Este artículo describe las similitudes entre el pensamiento de los pequeños y el pensamiento científico, las experiencias realizadas con menores, la importancia de animar en ellos el ensayo y error y la necesidad de mantener una curiosidad infantil para ser un adulto creativo.

Niños y científicos: similitudes en su pensamiento

¿Se puede hablar de pensamiento científico en los niños pequeños? Pues al parecer sí. Varios estudios han demostrado que ciertas características del razonamiento de los menores en edad preescolar son parecidas a las del razonamiento de los científicos durante sus investigaciones. En concreto, se habla de las relacionadas con el uso de deducciones sobre causas y efectos, hipótesis y comprobaciones.

«Nuevas ideas teóricas e investigaciones empíricas muestran que el aprendizaje y el pensamiento de los niños muy pequeños son similares a gran parte del aprendizaje y el pensamiento en la ciencia», afirma Alison Gopnik, investigadora de la Universidad de California, Estados Unidos, en un artículo publicado en la revista especializada ‘Science’.

Las principales semejanzas, señala Gopnik, pasan por cómo los menores contrastan hipótesis con datos, establecen relaciones de causa y efecto y aprenden de las estadísticas, de los experimentos informales y de ver y escuchar a los demás.

Estos resultados contradicen las teorías que defienden que el conocimiento de los pequeños es irracional, ilógico y limitado al aquí y ahora.

Niños, ¿cómo razonan?

Los niños, como los científicos, establecen relaciones de causa y efecto y contrastan hipótesis con datos
Una de las pruebas consistió en hacer que niños menores de dos años vieran a un adulto extraer ranas de juguete de un recipiente en el que también había patos de patos de goma. Cuando, más tarde, el adulto les pidió que extrajeran animales (sin aclarar cuál), los pequeños sacaron solo ranas: habían percibido la especifidad de la búsqueda.

Otra de las experiencias trabajó con niños de cuatro años. Los pequeños veían a adultos ejerciendo tres acciones con un juguete, de las cuales bastaba con dos para hacerlo funcionar. Cuando los menores tomaban los juguetes, no imitaban todo lo que habían visto, sino que se limitaban a efectuar las dos acciones necesarias para activarlos. Los expertos concluyen que los niños de cuatro años pueden aprender las relaciones causales a través de la observación de lo que otras personas hacen y cuál es el resultado de esas acciones.

Niños: animar el ensayo y error

Un experimento parecido fue el realizado por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts y la Universidad de Stanford (ambos de Estados Unidos) y publicado en la revista científica ‘Cognition’.

Niños de entre cuatro y cinco años recibieron juguetes que funcionaban solo cuando colocaban en ellos algunas piezas de plástico del modo correcto. Laura Schulz, una de las científicas que participó del trabajo, destacó que los pequeños aplican procedimientos científicos en sus comportamientos: cuando tienen información ambigua, prueban las distintas posibilidades hasta dar con la correcta. Es decir, utilizan el método del ensayo y error.

Adultos creativos con la curiosidad de los niños

Existen paralelismos entre los procesos de pensamiento de los niños y de los adultos creativos
En ‘Mentes creativas: una anatomía de la creatividad’ (Paidós, 1998), Howard Gardner señala paralelismos entre los procesos de pensamiento de los niños y de los adultos creativos, y pone como ejemplo a Albert Einstein. «Einstein apreciaba la mente del niño, que le proporcionó profundas intuiciones sobre la física», apunta. El científico reflexionaba sobre los problemas que los menores plantean de forma espontánea, pero sobre los que la mayor parte de los adultos han dejado de pensar.

El joven Einstein combinaba la curiosidad y sensibilidad del niño pequeño con los métodos y el programa del adulto maduro, afirma Gardner. Einstein presentó su Teoría de la Relatividad a los 36 años y recibió el Premio Nobel de Física a los 42 años.

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