¿Por qué cruje el suelo de madera?

Las variaciones en la humedad ambiental provocan movimientos en la madera que originan gruñidos
Por EROSKI Consumer 7 de junio de 2004
Img suelo bambu
Imagen: Ed G

Los suelos de madera crujen. Emiten una especie de gruñido, cuyo origen se debe a los movimientos provocados en este material por el grado de humedad en el ambiente. «Sobre todo, y casi exclusivamente, cuando se trata de tarima maciza», precisa el presidente de la Asociación Navarra de Instaladores de Parquet (A.N.I.P.), Javier Aguado.

Las tarimas macizas están compuestas por tablas con un grosor aproximado de 20 milímetros. Generalmente, estas tablas se encajan entre sí -sistema machihembrado- y se clavan a una estructura perpendicular de rastreles de pino. Para ello se utilizan, normalmente, clavos de hierro.

Cuando se producen cambios higrométricos (variaciones en el grado de humedad) derivados del propio ambiente o del mortero, hormigón, pintura u otro material que se emplea en la obra, la madera experimenta movimientos. «Se hincha o deshincha, lo que hace que su tamaño incremente o merme», subraya Aguado. Estos cambios propician que los clavos se desplacen, sean removidos de su sitio, y, al quedar cierta holgura entre el clavo y la madera, ésta gruñe.

Utilización de mortero

Otra causa del crujido es la colocación de rastreles sobre mortero o clavados a la solera. Esta práctica, «común aunque en construcción está terminantemente prohibida», señala Aguado, propicia que la madera se fije al suelo y aparezcan gruñidos cuando se ve impedida para moverse.

Una instalación flotante sobre tacos de nivelación minimiza al máximo los ruidos

La forma de minimizar al máximo esos ruidos pasa por respetar una holgura perimetral de varios milímetros hasta la pared, dejar secar el mortero el tiempo correspondiente, «entre dos o tres años», y realizar «una instalación flotante de los rastreles sobre tacos de nivelación», especifica el presidente de A.N.I.P.

Por otro lado, un remedio para que la madera no suene consiste en aplicar polvos de talco o parafina en los espacios que quedan entre las tablas. Si se hace así, se lubrican las zonas de unión de las tablas y aquellas en la que se encuentran los clavos, lo que palia en parte el sonido de manera temporal. «Los polvos de talco actúan en el machihembrado, mientras que la parafina lo hace sobre el clavo», aclara Aguado. «No obstante -prosigue-, el profesional debe explicar que un entarimado sobre rastreles se expone a que cruja porque existe una cámara de aire debajo y es susceptible de abrirse debido a variaciones higrométricas».

Almacenar la madera

Antes de colocar la tarima, es habitual que se almacene durante varios días en la vivienda o local en el que se prevé instalarla. De esta manera, se espera que la madera se aclimate a la humedad ambiental y aumente o merme antes de instalarla. «Sin embargo, esta práctica no tiene sentido», advierte Javier Aguado. «Tal como marca la normativa, la madera se comercializa muy seca, con un grado de humedad entre el 7% y el 8%. Si la dejamos reposar en un lugar relativamente húmedo porque, por ejemplo, todavía se están pintando las paredes o no se han instalado las ventanas, la humedad de la madera puede elevarse hasta el 12%», añade.

Si se deja reposar la madera en un lugar húmedo antes de colocarla, sus dimensiones aumentarán

Esto significa que, una vez instalada, la madera experimentará movimientos y, por lo tanto, sonará. «Al encender la calefacción, las tablas registrarán de nuevo valores de humedad entre el 7% y el 8%, mermarán y ese movimiento originará ruido», destaca Aguado. Lo ideal sería climatizar la vivienda a la temperatura que registrará una vez que se habite. «Ésta es una práctica que no se hace nunca, pero que se debería recomendar porque desaparecerían prácticamente todos los ruidos posibles», aconseja Aguado.

Tarima flotante

Los crujidos no dependen tanto de la especie de madera con que se trabaja, como de la manera en que se instala. Es posible que las maderas tropicales suenen más, al ser más densas, lo mismo que el pino muy seco, pero en general todas las maderas suenan. Sólo la tarima flotante, los suelos laminados, sintéticos o el parqué encolado, entre otros, “no tienen por qué sonar”, siempre que la instalación se lleve a cabo de manera correcta: con barrera de vapor y manta.

Si la instalación es correcta, las tarimas flotantes “no tienen por qué sonar”

La excepción en los sistemas flotantes se encuentra, según A.N.I.P., en los entarimados con sistema clip. Tanto en aquellos que no utilizan pegamento, sino que encajan una tabla a la siguiente, como en los que se colocan sobre una estructura de acero gracias a unas guías que lleva cada tabla. Estos últimos pueden producir un gruñido metálico al pisar la zona de unión a esa estructura.

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