El paro en España

La temporalidad y el elevado desempleo femenino son dos de las mayores deficiencias del mercado de trabajo en España
Por Gracia Terrón 1 de marzo de 2007

ImgImagen: Ernesto Perales SotoAunque la situación ha mejorado levemente en los últimos años, la elevada tasa de paro (cociente, expresado en porcentaje, entre la población parada y la población activa) sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la economía española. En la actualidad, un total de 2.082.508 de españoles están en paro, lo que supone un 8,5% de la población activa. La cifra dista bastante de la de otros países desarrollados, como Estados Unidos, donde la tasa de paro apenas alcanza el 5% (se sitúa en el 4,6% a cierre de enero de 2007) o del 5,4% de desempleo que presenta Inglaterra.

El desempleo español sigue siendo un problema que afecta fundamentalmente a las mujeres, a los jóvenes que buscan el primer empleo, y a los trabajadores de menor nivel de cualificación. En total, a cierre de enero de 2007 había en España 1.273.249 mujeres desempleadas, mientras que entre los hombres el paro se sitúa en 809.259 desempleados. También se manifiesta con diferente intensidad según la comunidad autónoma de que se trate, lo que estaría indicando una escasa movilidad de la población.

Causas del paro

Como causas del desempleo en España se pueden citar la elevada temporalidad, su escasa flexibilidad, la insuficiente apertura tecnológica de las empresas y de políticas de incentivación por parte del Gobierno y, otro aspecto muy importante, el todavía bajo nivel de empleo femenino (por debajo de los niveles de otros países europeos).

En concreto, la temporalidad es, según los economistas, una de las principales causas del alto desempleo que hay en España. En enero de 2007, por ejemplo, se suscribieron 1.653.150 contratos, 180.611 más que en enero de 2006 y la mayor cifra alcanzada en un mes de enero. De esos contratos, 255.422 fueron indefinidos, el 15,4% del total. Por su parte, del total de contratos fijos de enero, 197.714 fueron a tiempo completo (el 60,7% más que un año antes) y 57.708 a tiempo parcial (el 57% más). El resto de contratos hasta completar el total fueron de carácter formativo (16.967) y temporales de otro tipo (1.380.761).

La contratación temporal genera unos efectos negativos, entre los que destacan la precariedad del empleo y la excesiva rotación de muchos trabajadores

Además, los contratos temporales agudizan la segmentación del mercado de trabajo y la diferenciación salarial entre los trabajadores indefinidos -con costes de despido relativamente elevados- y temporales -con costes de despido bajos o nulos-.

Otro hecho negativo y constatable de este tipo de empleos es que, por lo general, los trabajadores temporales son menos productivos que los contratados indefinidamente. Este aspecto negativo repercute en la competitividad de las empresas, entre otras razones, por la escasa experiencia en el puesto de trabajo y la menor inversión de los empresarios en la formación de estos trabajadores respecto a los indefinidos. Igualmente, la elevada siniestralidad laboral de los contratados temporalmente es muy superior a la del resto de los trabajadores.

Además de la situación particular de cada país, en el análisis del desempleo español tiene también una notable influencia la mejora tecnológica. «Cuando un país gasta en tecnología tiende a generar mayor empleo que otro que no apuesta por este tipo de desarrollo. La tecnología está claramente relacionada con la eficiencia de las empresas. Cuanto más desarrollo tecnológico tenga un país, mejores suelen ser sus tasas de empleo, ya que sus empresas suelen ser más eficientes, lo que también les permite contratar a más personas», comenta Gregorio Izquierdo, director de análisis del Instituto de Estudios Económicos. En resumen, los países con poco desarrollo y poca tecnología suelen caracterizarse por los salarios bajos de sus trabajadores. En este sentido, España es uno de los países que todavía tiene mucho que mejorar en cuestiones tecnológicas. Sólo así conseguirá empresas más eficientes y también más competitivas.

En el apartado de escasa flexibilidad, Gregorio Izquierdo cita aspectos como la baja movilidad geográfica de los trabajadores desempleados. No existen incentivos que motiven a los trabajadores a cambiar su lugar de residencia por trabajar. En este punto también hay que citar que en un país como España los salarios suelen ser bajos, incentivo insuficiente en muchas ocasiones para cambiar de lugar de residencia.

Reforma en marcha

Conscientes de la existencia de las debilidades mencionadas, en 2006 el Gobierno puso en marcha una reforma laboral que ha comenzado a dar sus frutos. Entre otros objetivos, pretende ampliar la contratación indefinida, frente a la temporal, y crear un mayor número de empleos de alta calidad (frente a los empleos en el sector servicios o en sectores que requieren una baja cualificación). Ya en el segundo semestre de 2006, se dejaron notar, en cierta medida, los aspectos dinamizadores de la reforma. En todo el ejercicio, la economía española generó 687.600 nuevos empleos en 2006, lo que supone un buen ritmo de crecimiento, del 3,5%. La temporalidad bajó seis décimas con el plan de choque de la reforma laboral.

Por primera vez la economía española superó en 2006 la barrera de los 20 millones de personas trabajando

En concreto, el número de ocupados al finalizar 2006 era de 20.001.800, tras la creación de 687.600 nuevos empleos el año pasado, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) de todo el ejercicio. No obstante, la práctica totalidad de estos empleos se ubicó en los sectores menos productivos, como son los servicios y la construcción: 540.900 nuevos empleos en el sector servicios, y 200.000 en la construcción, que fue el sector que más creció (un 8,2%). Ambos sectores ganaron peso en el reparto del empleo, ya que el número de ocupados en servicios supone ya el 65,7% del total de trabajadores, siete décimas más que en 2005. Los contratos en el sector de la construcción pasaron de representar un 12,4% al 13% del total.

La industria, que contiene los puestos de trabajo que aportan valor añadido, sólo generó 31.300 empleos, todos ellos en el último trimestre. Aunque como signo positivo, el sector industrial no destruyó empleo, algo que es habitual en los últimos años.

Deficiencias estructurales

En España, como en cualquier país, la tasa de paro refleja una relación directa con la evolución económica y con aspectos estructurales internos e incluso sociales. Los datos muestran que economías abiertas, flexibles y muy liberalizadas, como pueden ser la de Irlanda, Nueva Zelanda, Estados Unidos o Reino Unido, presentan tasas de paro muy bajas. Estos países componen el denominado modelo anglosajón, con una mínima normativa, mucha flexibilidad y unos costes de despidos bajos. Por su parte, otra economía con mucho empleo y poco paro es Holanda, un país muy abierto a los mercados internacionales. En todos estos casos, las reformas laborales siempre han ido orientadas a reducir las intervenciones políticas. España todavía tiene mucho que aprender y avanzar para incluirse en el anterior grupo de países mencionados.

Pese a todo, todavía tienen tasas de desempleo más altas que España otros países como Alemania y Francia, que a cierre de diciembre de 2006 localizaban tasas de paro del 10,5 y del 8,7%, respectivamente. En la actualidad, pesa sobre estos mercados la negativa evolución económica que han tenido en los últimos años, con crecimientos mínimos. Pero además, hay que mencionar otras cuestiones, como el retroceso social que define Francia. El hecho de no aceptar cambios está incidiendo negativamente sobre la buena marcha de su mercado laboral.

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