Aprender a atarse los cordones, abrocharse un botón o coger de forma correcta un lápiz no es una tarea fácil para un niño. Para lograrlo se requiere que haya desarrollado la suficiente destreza manual que le permita manipular objetos pequeños y coordinar sus movimientos. Distintas actividades y juegos de manualidades ayudan a estimular y mejorar la motricidad fina de los pequeños y a lograr mayor precisión con sus manos.
Imagen: Orin Zebest
Aprender a escribir no es sólo una cuestión de madurez y desarrollo cognitivo. Para conseguir que la escritura sea legible y los trazos se dibujen de forma correcta, es necesario que el niño haya adquirido la suficiente destreza manual que le permita coger el lápiz de forma correcta y guiar sus movimientos de forma precisa sobre un papel. Esta habilidad se obtiene con un adecuado desarrollo de la motricidad fina manual, que permite hacer movimientos pequeños y precisos con las manos y coordinarlos con otras capacidades como la visual.
Los especialistas aconsejan dar libertad a los pequeños para que ejerciten su flexibilidad
Coger objetos, manipularlos, amontonar cosas o romper papeles son los primeros signos que evidencian que un niño comienza a trabajar su motricidad fina. En esta primera etapa los especialistas aconsejan sobre todo dar libertad a los pequeños para que ejerciten su flexibilidad, no «ponérselo fácil». Si quiere alcanzar un objeto, es preferible no acercárselo y dárselo en las manos, es mejor dejar que logre cogerlo por sí mismo y descubra así de forma intuitiva los movimientos que necesita realizar para lograr su objetivo.
Poco a poco, los niños desarrollan la capacidad de manipular objetos cada vez de forma más compleja y adquieren habilidades más precisas. En esta etapa motriz, se puede trabajar la destreza manual de los pequeños con diferentes actividades y juegos que favorecen la coordinación de la vista con los músculos finos de los dedos y ayudan a obtener la pericia necesaria para obtener en el momento preciso una escritura legible.
Actividades cotidianas
Múltiples actividades cotidianas pueden ayudar a desarrollar la motricidad fina de los pequeños
Múltiples actividades cotidianas pueden ayudar a desarrollar la motricidad fina de los pequeños, sólo hay que «dejarles hacer». La hora de la comida es una buena ocasión para permitir al niño manipular los alimentos con las manos de modo que adivine diferentes texturas y aprenda a llevárselos a la boca. En el momento adecuado, es necesario dejar que empiece a utilizar los cubiertos y por sí mismo podrá comprobar cuál es el mejor modo de sujetarlos para no derramar los alimentos.
Otro momento propicio para ejercitar la destreza con las manos se consigue mientras el niño recoge y ordena su cuarto o sus juguetes. Además de transmitirle las primeras nociones de orden y cuidado de sus cosas, cuando se le pide al niño que coloque un determinado objeto en un sitio concreto y de una forma determinada se le está forzando a utilizar movimientos precisos y coordinados que mejorarán su habilidad manual.
Enseñarle a marcar números en un teléfono, a abrir y cerrar una puerta, peinarse o lavarse los dientes, son otras actividades diarias que de modo indirecto ayudan a los niños a desarrollar la motricidad fina.
Juegos y manualidades
Es preciso asegurarse de que los materiales que se utilicen sean los adecuados para cada edad
Las manualidades y los juegos didácticos que suponen un uso motriz de las manos son actividades idóneas para aumentar la destreza de los niños. Antes de comenzar es preciso asegurarse de que los materiales que se van a utilizar son adecuados a su edad. Las tijeras deben tener las puntas redondeadas para evitar cualquier accidente y debe comprobarse que algunos elementos como la plastilina, pegamento o arcillas no contienen sustancias tóxicas para los pequeños.