Las carreras de montaña están dañando espacios naturales protegidos

El número de pruebas deportivas en espacios naturales protegidos ha aumentado un 60% en los últimos años
Por Alex Fernández Muerza 30 de enero de 2017
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Imagen: Red Montañas

Miles de personas recorriendo a la vez zonas sensibles de montaña, basuras (cintas del trayecto, botellines, etc.) que se abandonan en sus suelos, paso de vehículos, luces por la noche, ruido, etc. A pesar de ser espacios naturales protegidos, el número de competiciones de montaña en Parques Naturales, Nacionales, etc. ha aumentado en España un 60% en los últimos años (en 2015 fueron unas 1.900) con el consiguiente impacto ambiental. Así lo señalan diversas asociaciones y organizaciones de naturaleza, que muestran en este artículo de qué manera se han multiplicado las carreras de montaña, cómo dañan los espacios naturales protegidos y qué medidas deberían tomarse al respecto.

Las carreras de montaña se disparan en los últimos años

«En los últimos diez años, y sobre todo a partir de 2010, se ha producido un aumento significativo de las carreras por montaña en nuestros espacios naturales que puede cifrarse en un 60%», asegura Javier Gómez-Limón, responsable de la Oficina Técnica de Europarc-España, la sección estatal de la Federación de Parques Naturales y Nacionales de Europa. En 2015, el número total de pruebas deportivas en espacios naturales protegidos españoles se acercaría a las 1.900, según estimaciones de dicha organización, que ha publicado una guía de buenas prácticas para las competiciones en la montaña.

En 2015 hubo unas 1.900 pruebas deportivas en espacios naturales protegidos españoles
Las cifras podrían ser incluso mayores, ya que no hay datos oficiales completos a nivel nacional, y las actividades son cada vez más diversas: marchas, trails, BTT, ciclismo fuera de pista, raids de aventura y otros tipos más minoritarios, explican Rosa Fernández-Arroyo, presidenta de la Asociación Red Montañas, y Miguel Ángel Ortega, presidente de la Asociación Reforesta. Ambas organizaciones, junto a Amigos de la Tierra, Centaurea, Fondo Natural, Mountain Wilderness, Secem (Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos) y Seo/BirdLife han transmitido al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPAMA) su preocupación por la amenaza de anteponer la práctica deportiva a la conservación de la naturaleza y recuerdan que el propio Comité Olímpico Español recomienda «no organizar eventos deportivos en espacios naturales protegidos».

Mari Ángeles Nieto, portavoz de Ecologistas en Acción, apunta que estas carreras se concentran en primavera, y sobre todo en verano y en fines de semana. Esta experta considera que en España «se está produciendo un cambio en el concepto de espacio protegido. En los últimos 5-6 años se están convirtiendo en reclamo turístico y para obtener beneficios económicos. Las administraciones priorizan el interés de los organizadores, a pesar de los impactos ambientales y de que no hay estudios que acrediten que dejan beneficios en el entorno». Según Nieto, «algunas de estas empresas no tienen nada que ver con las actividades de naturaleza y algunas nos han ofrecido parte de sus beneficios como lavado de imagen, pero nos hemos negado».

La Sierra de Guadarrama, en la Comunidad de Madrid, sería un ejemplo destacado de lo que está sucediendo. En 2014 fue declarada Parque Nacional, la máxima figura de protección de un espacio natural. En 2010 tuvieron lugar en ella nueve carreras de montaña y 26 en 2015, señala Gómez-Limón con datos oficiales. Fernández-Arroyo y Ortega aseguran con sus propios datos que durante 2014 se realizaron unas 40 competiciones, con entre 350 y 1.200 corredores por evento, lo que supone un total estimado de 15.000 a 20.000 corredores. Diez años antes, el número era de nueve, con 100-250 participantes por prueba. El Gran Trail Peñalara, celebrado en julio durante un fin de semana en dicha montaña, la más alta de Guadarrama, superó los 2.000 participantes hace dos años, según la responsable de Ecologistas en Acción: «Lo hemos denunciado en varias ocasiones a la Comunidad de Madrid, pero nos han dicho que es una prueba dentro de la Federación Madrileña de Montañismo».

Por su parte, desde el sector señalan que no se trata de prácticas generalizadas. La propia guía de Europarc incluye casos variados de experiencias positivas y cómo se regulan en muchos lugares, así como diversos consejos que pueden asumirse para detectar posibles impactos y cómo corregirlos, que se tengan en cuenta las características locales de la fauna y la flora, que se contemple la figura de un «árbitro ambiental» de vigilancia, o que se tengan en cuenta a las poblaciones locales para potenciar la economía del lugar.

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Imagen: Red Montañas

Cómo dañan los espacios naturales protegidos

El suelo es uno de los principales afectados, explica el responsable de Europarc-España. El paso continuo de corredores distorsiona todos sus elementos principales. Además, puede afectar a la vegetación y la fauna, haciendo que se reduzca o incluso desaparezca, así como al medio acuático. Nieto afirma que «los pisoteos, las basuras que se abandonan, como cintas del recorrido, botellines, etc., el paso de vehículos, las luces por la noche, el ruido, etc., alteran estas zonas delicadas de alta montaña y su restauración es más complicada. Aunque algunos organizadores son sensibles, en general no lo son».

Estos impactos se suman a otros factores y procesos globales que están dañando estos espacios, como el cambio climático, la deforestación, las especies invasoras, etc., incrementando su gravedad y propiciando irreversibilidades, sostienen los portavoces de Red Montañas y Reforesta.

Además, se produce un «impacto educativo», según la portavoz de Ecologistas en Acción. «La Administración lanza un mensaje a la población de que un espacio protegido no es diferente a los demás. Pero no es un espacio de obtención de beneficios», subraya.

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Imagen: Red Montañas

Qué medidas deberían tomarse

El responsable de Europarc-España cree que se están empezando a tomar medidas para reducir el impacto de estas competiciones. «Un buen ejemplo es nuestra Guía de buenas prácticas. Pero además, las administraciones ambientales han elaborado en estos últimos años diferentes documentos», reconoce. En este sentido, la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME) ha publicado un reglamento al respecto.

Sin embargo, en opinión de Nieto, «no sirve de nada si se siguen haciendo de forma masiva». Fernández-Arroyo y Ortega señalan que «a pequeña escala y de modo respetuoso, su impacto es poco importante y generalmente sin irreversibilidades, pero deja de ser así cuando se masifica o se vuelve inapropiada o poco respetuosa».

Las reclamaciones también parecen ser una buena manera de actuar. La carrera anual del Aneto, en el Parque Natural Posets-Maladeta (Aragón), ha tenido que modificar su recorrido por las quejas, recuerda la portavoz de Ecologistas en Acción, quien sostiene que «no nos negamos a que haya eventos, pero que se limite el número de personas y que sea una prueba deportiva real; ahora es un negocio».

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