La depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo en 2020, advierte la OMS

Una de cada cinco personas llegará a desarrollar un cuadro depresivo en su vida
Por EROSKI Consumer 21 de enero de 2005

El futuro de la salud mental se presenta alarmante si hacemos caso a las previsiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estima que en 2020 la depresión será la segunda causa de discapacidad en el mundo. Según diversos estudios, una de cada cinco personas llegará a desarrollar un cuadro depresivo en su vida, y este número aumenta si concurren otros factores como enfermedades médicas o situaciones de estrés.

Los médicos de Atención Primaria son pieza clave a la hora de detectar y tratar los casos menos graves de depresión. Y es que sólo el 10% de estos pacientes llega a las consultas psiquiátricas especializadas, por lo que el 90% restante son tratados por médicos generales, especialistas no psiquiatras o simplemente no reciben tratamiento. De este modo, existe un número elevado de personas que «está rondando las consultas de Primaria sin que se acabe de aclarar qué es lo que les sucede. Se hacen pruebas, análisis y los síntomas no dan la cara. Aunque también se da lo contrario, que ahora no se tolera minimamente el sufrimiento», explica la psiquiatra del Hospital Donostia, en San Sebastián, Silvia Barrio. Y es que a veces la depresión, según Javier Madina, psicólogo clínico, «no es más que una consecuencia de que la vida no te va bien, y en algunos casos no estar deprimido sería patológico. Es un periodo de duelo, necesitas tiempo para curar».

Síntomas

Tristeza, pérdida de interés por realizar cualquier actividad y sensación de fatiga son algunos de los síntomas, pero para hablar de depresión es fundamental que estos indicios «estén presentes por lo menos durante 15 días», señala Álvaro Iruin, responsable de Asistencia Psiquiátrica del Sistema Vasco de Salud-Osakidetza. Algo en común en los depresivos, en palabras de Madina, es «la sensación de que el futuro va a ser igual que lo que están viviendo en ese momento, que no hay esperanza».

La industria farmacéutica, por su parte, ha encontrado en los antidepresivos un auténtico filón. Según datos facilitados por el Ministerio de Sanidad, en 2003 se recetaron nada menos que 21.238.858 envases de antidepresivos, y esta cantidad sólo recoge las ventas realizadas a los pacientes del Sistema Nacional de Salud (SNS), sin contar las recetas que los psiquiatras prescriben en sus consultas privadas.

Las mujeres de entre 30 y 45 años son las principales afectadas por esta dolencia, pero en los últimos años se están diagnosticando cada vez más casos en niños y adolescentes. En estos grupos de edad resulta complicado en muchas ocasiones descubrir los síntomas. «No son tan claros. En los adolescentes se suelen dar cambios de conducta o irritabilidad, no la típica tristeza o falta de ganas para trabajar», comenta la psiquiatra.

Tratamiento farmacológico

Para combatir esta enfermedad, los especialistas coinciden en que los antidepresivos son necesarios y fundamentales. «El tratamiento farmacológico en una depresión bien diagnosticada puede durar -explica Barrio- entre nueve meses y un año». Sin embargo, «a personas que padecen depresiones que no tienen una causa relacionada con ningún factor externo sino endógeno u orgánico, en muchos casos se les tiene que dar medicación de por vida», asegura Madina.

Son pacientes que desconocen el motivo de ese sentimiento pesimista que les invade porque pueden estar sumergidos en depresiones estacionales o simplemente tener antecedentes familiares. Es labor del especialista en estos casos averiguar si padres o abuelos también han sido proclives a sufrir esta enfermedad, ya que hay familias que muestran una mayor predisposición a padecerla. Con este tipo de pacientes «funciona más la medicación que la psicoterapia porque prácticamente no tienen de qué hablar, simplemente se sienten tristes o apáticos», señala Madina.

Conocer el entorno del paciente es otro apartado primordial para ayudarle a sanar, porque «no cura, pero sí sirve de apoyo». Además, se les debe advertir a sus seres más cercanos con qué tono y actitud hay que tratar al enfermo. «Lo que se les dice muchas veces a los depresivos -apunta Barrio- es lo que no se les debería decir: anímate, que esto se te va a pasar en dos días, que todos tenemos problemas». Estas palabras pueden provocar en el enfermo un sentimiento de culpabilidad por no recuperarse y una sensación de que no hace lo suficiente por volver a ser el que era.

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