Crioterapia

La aplicación de frío extremo en el ámbito de la salud permite tratar y prevenir lesiones y enfermedades crónicas
Por Blanca Álvarez Barco 30 de octubre de 2006

¿Qué hacían nuestros abuelos para bajar una inflamación? En el ochenta por ciento de los casos, la solución pasaba por colocar una bolsa de hielo sobre la zona afectada. Sin saberlo, estaban utilizando la crioterapia (krios: frío y therapeia: tratamiento, en griego), o lo que es lo mismo, utilizar el frío con fines terapéuticos. La constatación científica de sus múltiples cualidades ha consolidado al frío como un agente terapéutico de gran importancia en el tratamiento de diversas dolencias, desde lesiones deportivas hasta hemorroides, pasando por artritis y en algunos casos de osteoporosis. El frío produce un enlentecimiento del metabolismo basal, hace más lenta la circulación sanguínea, provoca la disminución de la frecuencia respiratoria y de la sensibilidad de la piel y posee un efecto analgésico.

ImgImagen: Wiosna

¿Es capaz el cuerpo humano de resistir temperaturas de entre 115 y 165 grados bajo cero? La respuesta es sí. Y no sólo no es dañino para la salud, sino que este frío extremo se utiliza como terapia para tratar una serie de enfermedades crónicas como fibromiálgia, osteoporosis, artrosis o artritis, según asegura Fernando Urdiales, director médico de Activa Club de Jerez de la Frontera, el único centro en España que dispone de una cámara de crioterapia corporal. El frío puede utilizarse también en el tratamiento de trastornos bipolares en niños o en pacientes con parálisis cerebral, ya que suelen padecer contracturas musculares. Además, sirve para aumentar el rendimiento de los deportistas, ya que no sólo cura las lesiones sino que permite que éstas se puedan prevenir, tal y como sucede en el Centro Olímpico de Alto Rendimiento Deportivo de Spala, en Varsovia, donde reciben este tratamiento jugadores de la NBA.

Una terapia efectiva

El uso del frío como técnica terapéutica no es ninguna novedad y existe constancia de que los egipcios usaban agua a baja temperatura para curar diversas enfermedades y dolencias. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando el alemán Sebastián Kneipp descubrió las propiedades curativas del frío y sus aplicaciones. Pero, ¿cómo actúa el frío como agente terapéutico? Una temperatura muy baja (la crioterapia utiliza temperaturas de hasta 165 grados bajo cero) aplicada de manera localizada y continua produce vasoconstricción, lo que reduce el flujo sanguíneo; con ello, también se reducen la inflamación y la hemorragia. Además, con el frío disminuye la frecuencia respiratoria y también es menor la sensibilidad de la piel. Se utiliza también como anestésico pues, como señala Urdiales, la aplicación de frío reduce o termina con el dolor durante al menos tres horas.

Su capacidad para reducir la toxicidad bacteriana hace que el frío extremo se utilice también en inflamaciones bacterianas

Son muchas las patologías que pueden beneficiarse de las bondades del frío. Por sus cualidades, está indicado para aliviar el dolor en casos de apendicitis y peritonitis agudas, aunque sin perder de vista que se trata de procesos graves y que su tratamiento es quirúrgico. Y para las personas que padecen vómitos, como relajante del estómago. Asimismo, la crioterapia se utiliza en procesos cardíacos, hemorrágicos y en traumatismos mecánicos como contusiones, fracturas, desgarros musculares y hematomas porque disminuye el edema y el dolor. Su capacidad para reducir la toxicidad bacteriana hace que el frío extremo se utilice también en procesos inflamatorios e inflamaciones bacterianas. También se aconseja en el caso de padecer inflamaciones reumatoides ya que el frío disminuye la destrucción del cartílago, la tumefacción y el dolor.

Pero no todos pueden beneficiase de la crioterapia ya que está contraindicada para las personas diabéticas, quienes padezcan síndrome de Raynaud, hipersensibilidad al frío, enfermedades renales y patología cardiovascular grave.

Métodos de aplicación

No existe un único método y las aplicaciones pueden ser locales o generales. Uno de los métodos es el de aire frío, en cabinas donde se hacer circular aire a una temperatura de entre 115 y 140 grados bajo cero. Para enfermedades febriles, inflamaciones locales y artritis agudas, entre otras, se utilizan vendas frías. Las compresas frías, en vez de envolver, se colocan sobre una zona corporal, pero tienen las mismas indicaciones. Las tradicionales bolsas de hielo, un método simple y efectivo, deben aplicarse cuidadosamente sobre la piel entre 30 y 60 minutos y siempre a una temperatura no inferior a 3 grados bajo cero, ya que hay riesgo de provocar lesiones por congelación, o lo que es lo mismo, quemaduras debidas al frío. Existen también bolsas de un gel llamado hidrocoloide que se pueden enfriar hasta 15 grados negativos y se colocan en la zona lesionada durante 20 minutos.

Los masajes y baños son otra poción de este tipo de terapias a baja temperatura. Los masajes con hielo suelen durar unos 10-15 minutos y están indicados para zonas musculares como el cuadriceps, soleo o músculos de la espalda, aunque también es efectiva en articulaciones. Los sprays de fluometano o de etilo no proporcionan una penetración en profundidad pero son un apoyo a las técnicas de masaje para reducir el espasmo muscular. La acción de los sprays de frío es romper el círculo dolor-espasmo secundaria a un traumatismo. Están indicados cuando se desea el estiramiento de una zona lesionada. Para los baños suelen emplearse temperaturas de entre 15 y 18 grados negativos.

Los baños fríos de brazos activan la irrigación local por efecto reactivo a la aplicación del frío, tienen un efecto sedante disminuyendo la frecuencia cardiaca y están indicados en trastornos nerviosos y funcionales del corazón. Los de pies están indicados en casos de congestiones de la cabeza, cansancio de pies y estreñimiento. Los baños de asiento están indicados en casos de hemorroides, estreñimiento crónico o insomnio. En los baños de contraste se alternan las inmersiones en agua caliente y fría y son la terapia más adecuada para tratar inflamaciones subagudas y edemas de extremidades inferiores. También están indicados en congestiones, dolores de cabeza e hiperexcitabilidad nerviosa.

CABINAS DE CRIOTERAPIA

El tratamiento con frío extremo en las cabinas de crioterapia corporal suele durar alrededor de quince semanas. No todos los pacientes que desean someterse a esta terapia pueden hacerlo, y es necesario realizar un exhaustivo chequeo médico antes de comenzar las sesiones terapéuticas de frío, ya que puede ser contraproducente para las personas hipertensas o para los diabéticos descompensados, para quienes tienen alergia al frío o quienes padecen claustrofobia.

Antes de entrar en la cabina, los pacientes deben estar durante un minuto en una antecámara a una temperatura de 60 grados bajo cero, acompañados por profesionales. Tras la aclimatación, se entra en la criocámara, cuya temperatura es de 140 grados negativos. En la cabina se permanece durante tres minutos moviéndose en círculos, y tras este tiempo se regresa a la antecámara y de allí al exterior. Tras la terapia, que proporciona una sensación es de sedación, se deben realizar los ejercicios de fisioterapia o rehabilitación adecuada a la enfermedad de cada paciente.

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