Madre Canguro

Mantener el contacto piel con piel entre los padres y el recién nacido no sólo es beneficioso para los bebés prematuros sino para todos los neonatos
Por Blanca Álvarez Barco 26 de diciembre de 2006

La primera separación madre e hijo se produce inmediatamente después del nacimiento. Sin embargo, los expertos aseguran que los bebés no deberían ser apartados de su madre nada más nacer, sino que es fundamental para su posterior desarrollo físico y emocional mantener el contacto piel con piel entre la madre y el hijo recién nacido, una relación que se debe iniciar lo antes posible tras el parto y durante el mayor tiempo que las circunstancias permitan. Este método logra estabilizar la frecuencia cardiaca y respiratoria, mejorar los niveles de glucemia o provocar un aumento de peso en los bebés prematuros.

Aunque el programa Madre Canguro surgió para atender las necesidades especiales de estos bebés prematuros o con muy bajo peso, muchos médicos, como Niels Bergman, del hospital de maternidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, creen que este estrecho contacto debe extenderse a todos los bebés, que se convertirán en niños más felices y saludables. ¿Por qué separar a las madres y sus hijos tras el parto? No existen evidencias de los beneficios de esta separación, mientras que sí las hay de las ventajas de que permanezcan en estrecho contacto, piel con piel, tras el parto. El método Madre Canguro se basa en potenciar este contacto entre la madre y su bebé recién nacido para proporcionarle el calor, alimento y apoyo emocional necesario para su desarrollo.

Fruto de la necesidad

Todo empezó hace casi tres décadas, cuando en 1978 se registró en Bogotá un aumento de la mortalidad entre bebés prematuros debido a la escasez de incubadoras y la falta de personal sanitario especializado. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, dos médicos, Rey y Martínez, decidieron utilizar a las madres como incubadoras manteniéndolos en contacto íntimo piel con piel sobre su pecho durante las 24 horas del día. Tres décadas después, el método se ha convertido en uno de los mejores modos de fortalecer el vínculo madre-hijo, y se utiliza en numerosos países desarrollados, a pesar de que éstos cuentan con la mejor tecnología para el cuidado neonatal.

La cercanía con la madre favorece un mejor desarrollo psicomotriz, una mayor estimulación y un aumento de sensación de seguridad al bebé

Pero, además de aplicarse para conseguir mejorar el desarrollo de los bebés prematuros, Bergman considera que todos los recién nacidos deben pasar un tiempo de contacto con su madre, tras el parto, antes de ser separados. El médico señala que el recién nacido es quien empieza y dirige el proceso de contacto afectivo, con la ayuda del contacto con la piel de su madre, quien responde a este contacto y se pone en marcha un sistema mutuamente estimulante al que responden alterando su secreción hormonal. Si se coloca a un recién nacido sobre el pecho de su madre, el bebé se arrastrará hacia el pecho para encontrar el pezón y empezar a mamar, una cercanía emocional que no se potencia en la actualidad, debido a la separación forzosa que habitualmente sufren madre e hijo tras el parto. ¿Cuáles son los beneficios de fortalecer el vínculo materno filial?

Efectos beneficiosos

No hay vuelta de hoja. Ni la mejor y más moderna tecnología es capaz de superar a la naturaleza, como demuestran los beneficios que se pueden apreciar en un bebé cuando es colocado sobre su madre y sacado de la incubadora. En pocos minutos, mejoran todos los parámetros fisiológicos del recién nacido: la frecuencia respiratoria y la cardiaca se estabilizan; la glucemia (azúcar en sangre) es más estable; también se observa menos necesidad de oxigenoterapia, una ganancia de peso más adecuada, un mejor control de la temperatura y una importante disminución de los episodios de apneas. Además, está comprobado que la cercanía con la madre favorece un mejor desarrollo psicomotriz del bebé, una estimulación auditiva más adecuada (el bebé siente la voz de su madre), así como una mayor estimulación visual, olfativa y táctil, a lo que hay que añadir la sensación de seguridad que estar con su madre le transmite al bebé, lo que redunda en menos episodios de llanto y un mejor descanso y sueño. Está demostrado que los niveles de cortisol, hormona del estrés, se duplican en el bebé tras ser separado de su madre.

A estos beneficios debe sumarse uno de vital importancia para el desarrollo del bebé, la estimulación del nervio vago, que prepara al bebé para recibir y digerir la leche de su madre y tener una nutrición adecuada. Ayuda, pues, al inicio y duración de la lactancia materna porque aumenta la producción de leche en las madres y el bebé aprende antes a succionar del pecho, ya que durante la realización del método el niño explora, huele, busca y encuentra el pezón. Y no debe olvidarse que la leche materna es la mejor opción para alimentar a un bebé ya que, además de nutrir, brinda al bebé protección frente a las enfermedades, y su composición varía continuamente en función de las necesidades de crecimiento del bebé, adaptándose para proporcionarle el mejor desarrollo en cada etapa.

No sólo el bebé resulta beneficiado de mantener un contacto piel con piel con su madre, sino que ésta obtiene mayor seguridad y confianza en sí misma y se convierte en la protagonista del cuidado de su hijo prematuro, sin quedar desplazada por los profesionales sanitarios y la tecnología. Pero, además, sea o no el bebé prematuro, si se permite a la madre este contacto con el niño nada más nacer disminuye la hemorragia del posparto pues el contacto con la piel del bebé, su mirada, el calor, la penumbra, el silencio y la intimidad ayudan a secretar la hormona necesaria para el reflejo de expulsión de la placenta. Si igualmente, el niño succiona el pecho, estimula la producción de la hormona implicada en la involución uterina. En todos los casos, mantener un contacto piel con piel entre padres e hijos favorece el alta precoz y disminuye el desarraigo, los casos de maltrato y el abandono de niños.

IMITANDO LA NATURALEZA

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Para llevar a cabo este método hay que desnudar al bebé, dejándolo sólo con el pañal de modo que exista la mayor superficie posible de contacto entre los padres y el hijo. Una vez asegurados los catéteres que lleva el niño, el bebé se coloca bajo la ropa materna en contacto piel con piel, sobre el pecho materno entre los senos, o sobre el tronco del padre, ya que también ellos pueden participar en este programa. La posición más adecuada para colocar al bebé es vertical o medio inclinado mirando hacia los padres, con las extremidades flexionadas y la cabeza ligeramente extendida. La duración del contacto será de al menos una hora, durante varias veces al día. Lo ideal es que, además, pueda alimentarse mediante lactancia materna exclusivamente, aunque no siempre es posible.

La idea no es original sino que se basa en la observación de la naturaleza. Se trata de un paralelismo con las madres canguro, que en su bolsa contienen todo cuanto es esencial para la vida de su bebé. El ambiente de la bolsa, en la que el bebé permanece nueve meses, funciona muy bien a pesar de que los canguros nacen en un estado de desarrollo menor que el del bebé humano: mide apenas dos centímetros y medio. Este bebé, casi un embrión, está dotado de una garra especial que le permite llegar a la bolsa de su madre a través del sentido del olfato y allí encontrar los cuatro pezones que le proporcionan la leche necesaria para su desarrollo.

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