Tabaco y genética

Un trabajo muestra los fallos genéticos irreversibles que conlleva el fumar
Por Mónica G. Salomone 4 de octubre de 2007

¿Cuánto tiempo tarda en ‘recuperarse’ el organismo de un fumador que ha dejado de serlo? ¿Logran los ex fumadores ‘resetear’ de nuevo su cuerpo, es decir, tener el mismo riesgo que un no fumador de desarrollar alguna de las 25 enfermedades asociadas al tabaco? La respuesta es no: fumar genera en el organismo daños irreversibles. El contador nunca se vuelve a poner a cero, como se demuestra en un detallado estudio de efectos irreversibles con fumadores y ex fumadores, publicado recientemente. La conclusión: fumar se lleva en los genes y haber fumado, también. Pero, por supuesto, eso no significa, ni mucho menos, que no valga la pena dejar de fumar.

El tabaquismo provoca 45.000 muertes al año y es, por tanto, la principal causa de defunción en España, según el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo. Muchas de esas muertes son por cáncer de pulmón, uno de los tumores malignos con mayores índices de mortalidad. Se trata de un tumor que puede manifestarse muchos años después de haber dejado de fumar. «El 85% de los casos de cáncer de pulmón son atribuibles al hábito de fumar tabaco. Los ex fumadores empedernidos siguen teniendo un riesgo alto de desarrollar cáncer de pulmón. El 50% de los casos de cáncer de pulmón se diagnostican en ex fumadores», señala Raj Chari, biólogo especialista en cáncer del Centro de Investigación en Cáncer de British Columbia, en Vancouver (Canadá).

Algunos efectos irreversibles

Chari es autor de un trabajo publicado este verano en la revista BMC Genomics acerca de las diferencias en la expresión génica entre no fumadores, fumadores y ex fumadores. La investigación consistió en analizar la expresión génica en tejido epitelial obtenido de las vías respiratorias de cuatro no fumadores (que no habían fumado nunca), ocho fumadores y doce ex fumadores (que lo eran desde entre 1 y 32 años). Los autores del trabajo partían de la base de que «los genes cuya expresión ha sufrido efectos reversibles por fumar deben mostrar diferencias entre los fumadores y los ex fumadores, pero deben ser similares entre los ex fumadores y los no fumadores», escribe el equipo liderado por Chari.

«Por el contrario, en los genes que sufren efectos irreversibles sobre su expresión génica, habrá similitudes entre los fumadores y los ex fumadores». En total fueron analizados más de 110.000 productos de la expresión génica potencialmente únicos, lo que convierte a este estudio en uno de los más detallados de su clase. Los resultados revelaron que algunos genes cuya expresión está alterada en fumadores vuelven a sus niveles normales una vez se abandona el (mal) hábito. Pero la expresión de otros 124 genes permanece alterada. «Estos cambios irreversibles pueden ser la explicación de que el riesgo de desarrollar un cáncer de pulmón siga siendo alto después de que se deja de fumar», escribe Chari en la publicación.

El estudio muestra que la expresión de varios genes relacionados con el ciclo celular está reducida tanto en fumadores como en ex fumadores

Además, las proteínas producidas por varios de los genes alterados irreversiblemente se asocian con enfermedades pulmonares. Se detectó, por ejemplo, que la expresión de varios genes relacionados con el ciclo celular era reducida tanto en fumadores como en ex fumadores, algo que encaja con la menor tasa de división celular observada en pacientes con bronquitis crónica o enfisema pulmonar. Y también mostraban menos expresión de lo normal varios genes implicados en la reparación del DNA.

Sin riesgo cero

Eso significa, según Chari, que «al dejar de fumar reduces los riesgos, pero estos no vuelven a ser cero». ¿Quiere decir esto que no vale la pena hacer el esfuerzo de dejar de fumar? «En absoluto», responde Rodrigo Córdoba. «El tabaco está relacionado con 25 enfermedades distintas, entre ellas cáncer; enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica, infarto, angina y muerte súbita), y también bronquitis crónica y enfisema. El tiempo de recuperación de cada una es variable», dice este experto, portavoz del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo.

Así, en lo que se refiere a la cardiopatía isquémica, el riesgo se reduce entre un 11% y un 17% cuando se lleva entre 6 y 18 meses sin fumar. En cuanto a la bronquitis crónica y el enfisema, «depende de la edad a la que se deje de fumar», explica Córdoba. Si se es ex fumador a partir de los 35 o 40 años, parte del daño ya es irreversible. En otras enfermedades cardiovasculares se ha hallado que tras 15 años sin tabaco, el riesgo es equiparable al de una persona sana.

En el caso del cáncer las estimaciones son más difíciles, porque los fallos son acumulativos. Además hay que tener en cuenta la contribución del humo ‘pasivo’ del tabaco, el que fuman otros. Según Córdoba en España mueren al año con cáncer de pulmón 15.000 personas, de las que 400 (que se sepa) son fumadores pasivos. «En las sociedades en que no se fuma prácticamente no hay cáncer de pulmón», señala este experto.

UN HÁBITO A LA BAJA

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La Encuesta Nacional de Salud de España de 2006 (la última disponible) muestra que el 40,19% de los hombres de entre 25 y 44 años fuman diariamente. Tres años antes, la cifra era de 41,5%. Un descenso muy tímido, pero un descenso. La bajada es más acusada en chicos de entre 16 y 24 años, que pasan de 34,8% en 2003 a 25,53% en 2006. Las chicas ya les han superado, y aparentemente no tienen intención de cambiar de conducta: entre los 16 y 24 años el 31,15% de ellas fumaba en 2003, y el 31,1% sigue fumando en 2006.

Pero estos datos no recogen las ‘bajas’ entre los fumadores provocadas por la ley antitabaco. Según miembros del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo esta ley ha ‘convertido’ ya a un millón de fumadores. Estos expertos creen posible conseguir reducir el porcentaje de fumadores a un 15% en el año 2020. «La Ley es el mayor avance en salud pública de los últimos 15 años y ha alcanzado el 80% de los objetivos previstos. Los niveles de nicotina ambiental en los edificios de las administraciones públicas, empresas privadas, comercio, centros de transporte, universidades, hospitales y centros sociales son residuales y en general un 80% menores a los que había antes de la Ley», se apuntaba hace ya un año en las conclusiones del último congreso del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo.

Los aspectos en los que más hay que incidir para lograr ese objetivo son, para esta asociación, promover una educación antitabaco, encarecer el tabaco, no permitir su publicidad y financiar los fármacos que ayudan a dejar de fumar a algunos grupos de riesgo. Porque, según estos expertos, la terapia sustitutiva de nicotina y otros fármacos específicos sí que «aportan nuevas esperanzas para hacer cada vez mas fácil dejar de fumar».

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