Las varices en verano: qué cuidados se deben tener

Más allá del concepto estético, las venas varicosas son un problema de salud que requiere un especial cuidado durante las épocas de más calor
Por Núria Llavina Rubio 11 de agosto de 2008
Img varices en verano hd
Imagen: jannabantan

Las varices son venas que se ensanchan, dilatan, se vuelven sinuosas y provocan problemas en la circulación sanguínea que pueden ser perjudiciales para la salud. Pesadez de piernas, calambres, picores o incluso fuertes dolores son los síntomas habituales, que en verano pueden resultar mucho más molestos, ya que el sol y el calor a menudo los intensifican. En este artículo se aportan las recomendaciones sobre los cuidados que hay que tener con las varices en la época de más calor y algunos de los tratamientos específicos que hay disponibles.

Una de cada diez personas tiene varices. Los afectados, en su mayoría mujeres, sufren pesadez de piernas, calambres, picores y fuertes dolores. Se desarrollan tras un funcionamiento ineficiente de las válvulas de las venas de las piernas, que en condiciones normales ayudan a que la sangre regrese al corazón. El estancamiento de la sangre en las venas, que provoca ensanchamiento, supone el inicio de la formación de las varices.

Las varices pueden ser pequeñas, medianas o grandes. En el primer caso no son más que una alteración estética que se acompaña de ligeras sensaciones de pesadez y cansancio en las piernas. Cuando su tamaño es mediano, se las considera un problema de salud que puede empeorar con la edad y originar flebitis dolorosas o sangrados. Por último, las grandes dilataciones afectan de forma muy seria a la salud y deben tratarse mediante cirugía lo antes posible, ya que podrían provocar úlceras e, incluso, trombosis venosa, cuando un coágulo de sangre obstruye una vena.

Varices: cuidado especial en verano

El Capítulo Español de Flebología y Linfología (CEFyL), integrante de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV) que, entre otros objetivos, promueve investigaciones sobre enfermedades venosas, ha publicado una serie de recomendaciones específicas para prevenir y tratar las varices en verano, estación del año más susceptible para que se desarrollen y empeoren.

Según Vicente Ibáñez, vicepresidente del CEF, una exposición prolongada al sol acarrea problemas en las personas con insuficiencia venosa crónica (IVC). Como asegura, el sol y el calor tienen un efecto dilatador sobre las venas que produce un aumento de molestias tales como pesadez, cansancio e hinchazón.

Se aconseja evitar las exposiciones prolongadas al sol, usar protección solar y andar sobre la arena

Son varios los consejos que lanzan desde el CEFyL: evitar las exposiciones prolongadas al sol, usar protecciones solares altas, caminar sobre la arena o bañarse de forma repetida. Se propone también acudir a la playa en horas de menos sol, ducharse en agua fría varias veces y aplicarse crema hidratante tras el baño.

Estas actividades deberían combinarse con una dieta rica en fibras y verduras y pobre en sal, condimentos, especias, fritos o picantes. Este listado de sugerencias debería minimizar las molestias a las personas con pequeñas varices y ayudar a evitar su desarrollo. El especialista, además, puede recomendar tratamientos específicos.

Tratamientos específicos para las varices

Ibáñez insiste en recordar que no todo son varices. Solo un diagnóstico de venas dilatadas y gruesas reconocido por un especialista puede considerarse un problema real con necesidad de tratamiento. A partir de aquí, además, no siempre se adoptará la opción quirúrgica ni la misma técnica. Estos tratamientos abarcan desde técnicas quirúrgicas, como la ablación endovenosa, a tratamientos no quirúrgicos con láser o espuma. Los especialistas recomiendan operarlas solo si causan molestias (dolor, alteraciones cutáneas o eccemas de la piel), han supuesto complicaciones o se considera que hay peligro de que se produzcan (flebitis, úlceras varicosas o sangrado de varices).

Aunque las varices son un problema que puede afectar a todo el mundo, se registra mayor incidencia entre las mujeres, por su fisiología, en particular si están embarazadas, y en algunos grupos de población, como los profesionales que pasan mucho tiempo de pie al día. Por este motivo, es mejor prevenir su desarrollo tanto en verano como en el resto del año. Los expertos aconsejan no estar mucho tiempo sentado con las piernas cruzadas, permanecer de pie sin moverse o llevar ropa muy ajustada (incluidos los zapatos).

Más atención requieren las telangiectasias, conocidas como varicosidades o microvarices, que son las más pequeñas y casi no se perciben a la vista. Según la American Society for Dermatologic Surgery (ASDS), este tipo podría ser inevitable para algunas personas, de manera que la prevención constante es el único modo para evitarlas o, al menos, retrasarlas. Cualquier factor relacionado con las fluctuaciones hormonales, el uso de zapatos de tacón alto, la edad o la obesidad puede influir en su desarrollo.

Varices en hombres

Según la American Society for Dermatologic Surgery, de los más de 300.000 procedimientos venosos que se practican, el 86% se hacen en mujeres. Y es que, aunque también las sufren los hombres, son más predominantes en mujeres. Sin embargo, hay un tipo de variz exclusiva del género masculino: el varicocele. Es la anomalía anatómica más común en hombres con problemas de fertilidad, ya que afecta al órgano reproductor.

Se forma de la misma manera que las varices de las piernas. Las válvulas del cordón espermático, que sostiene los testículos, impiden que la sangre fluya de forma correcta. La sangre, por tanto, se represa y provoca hinchazón y dilatación de las venas. Los varicoceles se desarrollan, en general, de forma lenta. Aunque no se considera una enfermedad grave y en la mayoría de casos es inofensiva y no requiere tratamiento, puede ser causa de infertilidad masculina. La franja de edad más afectada oscila entre los 15 y los 25 años de edad y se registra con más frecuencia en el lado izquierdo del escroto.

En caso de varicocele grave, el único tratamiento posible es la cirugía, un proceso que consiste en ligar la vena espermática para revertir la circulación anómala de la sangre. Hay varias técnicas quirúrgicas para la corrección (transinguinal, retroperitoneal o laparoscópica). Sea cual sea, los resultados tras las intervenciones acostumbran a ser muy satisfactorios y en muchas ocasiones se recupera la fertilidad.

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