Niño fumador pasivo: asma e hipertensión

Los niños que viven en hogares de fumadores tienen más probabilidades de sufrir asma y presión arterial alta
Por Montse Arboix 20 de mayo de 2011
Img ninos humo
Imagen: openway

Los menores de cinco años con progenitores fumadores tienen un 21% más de posibilidades de tener presión arterial elevada, un conocido factor de riesgo cardiovascular. Ser fumador pasivo en la más tierna infancia aumenta la probabilidad de sufrir más, y de forma más grave, enfermedades respiratorias, como asma, bronquitis y bronquiolitis. Según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer, más de la mitad de los niños españoles menores de 14 años aspiran este “humo de segunda mano”.

Imagen: openway

Los hijos de fumadores son un 21% más propensos a tener un 15% más alta la presión sanguínea sistólica (la cifra máxima), incluso después de ajustar otros factores de riesgo cardiovasculares, como el peso al nacer, el índice de masa corporal y el diagnóstico de hipertensión en los padres. Así lo concluyen en un estudio investigadores de la Universidad de Heidelberg (Alemania), que midieron la presión arterial de 4.236 niños en edad preescolar. Un 28,5% de los menores eran descendientes de varones fumadores, un 20,7% de madres fumadoras y en un 11,9% de los casos, ambos fumaban.

Humo del tabaco en casa

En las conclusiones de este estudio, publicado en «Circulation», de la American Heart Association, los expertos consideran el tabaquismo de los progenitores como un factor independiente que puede favorecer por sí mismo una presión alta en los pequeños. Puesto que a él se suman otros ambientales y familiares, los especialistas advierten de la importancia de procurar a los menores entornos libres de humo, ya sea en casa o en lugares públicos. Según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), más del 50% de los niños españoles menores de 14 años son fumadores pasivos. Es decir, aspiran «humo de segunda mano».

Está demostrado que acciones habituales tras haber fumado, como ventilar la habitación, sirven poco más que para disminuir el olor del humo, no para reducir sus compuestos tóxicos. El 85% del humo se expulsa entre calada y calada y, además, es el más perjudicial, puesto que incorpora más sustancias dañinas que las aspiradas por el propio fumador: contiene cerca de 4.000 tóxicos, de los cuales, 20 se han identificado como carcinógenos tóxicos para el ser humano y otros 20 son perjudiciales para los animales.

Además de la asociación con distintos cánceres más propios de la edad adulta, los resultados de respirar aire contaminado en el niño, incluso en el bebé, no son pocos. En el caso de los lactantes, esta exposición es un factor de riesgo de posible muerte súbita. Algunas de las manifestaciones más frecuentes son: aumento de la prevalencia de otitis, de enfermedades respiratorias (asma, bronquiolitis, bronquitis y neumonías) y de más gravedad, y de alergias.

Padre fumador, niño asmático

El humo del tabaco es la principal causa evitable del asma infantil

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 80% de los procesos asmáticos persistentes se desarrollan antes de los seis años. El 15% de los casos en niños de 6 y 7 años se atribuye al tabaquismo paterno. Con estas cifras, parece que el humo del tabaco es la principal causa evitable del asma infantil. Exponer al niño a este aire dañino provoca más incidencia de asma porque su organismo (y sistema respiratorio) está en desarrollo y es más susceptible a todas las sustancias tóxicas. Ya durante el embarazo, fumar incrementa el riesgo de que el niño sufra asma y otras enfermedades respiratorias en la infancia.

Tos, dolor de cabeza y ojos irritados son algunas de las señales características del fumador pasivo. Además, el contacto con aire contaminado, o incluso solo con el olor, agrava los síntomas de los pacientes alérgicos. El olor persiste en ropa, pelo, manos y boca. Por este motivo, los especialistas recomiendan que antes de acercarse a un niño alérgico es mejor cambiarse de ropa y lavarse manos y boca.

Humo de tercera mano

El denominado «humo de tercera mano» es la otra forma en que la nicotina y otros componentes del tabaco afectan al organismo. Es la contaminación residual que queda tras apagar un cigarrillo, las sustancias tóxicas que persisten en alfombras, cojines y la piel y la ropa del fumador. Los autores de un artículo publicado en la revista «Pediatrics» advierten del error de muchos progenitores que creen que si mientras ellos fuman el niño no está presente, no hay daño.

De acuerdo a los especialistas, el bebé, al gatear, tocar y chupar objetos y superficies, entra en contacto con sustancias tóxicas que pueden estar depositadas durante horas, días, e incluso, meses. Otra investigación reciente realizada en Cataluña por BMC Public Health concluye que en bebés de padres fumadores se han detectado hasta tres veces más niveles de nicotina en sangre que en quienes viven en hogares libres de humo.

Evitar el humo fuera de casa

A pesar de que no se fume en el hogar, los niños vivirán situaciones donde se convertirán en fumadores pasivos. Para evitar en lo posible que respiren humo del tabaco, los expertos recomiendan:

  • No permitir que se fume en casa ni en el coche, aunque el niño en ese momento no esté presente.
  • Evitar fiestas donde la gente fume. Las zonas de no fumadores no están libres de humo por completo.
  • Pedir a allegados que no fumen cerca de los niños, aunque estén en el exterior.
  • Escoger canguros que no fumen o, si fuman, pedirles que no lo hagan cuando estén en casa ni con los niños.
  • Si el niño es mayor, informarle sobre los perjuicios del tabaco a corto y largo plazo.
LEY CON IMPACTO NEUTRO

La Ley Antitabaco puesta en marcha el pasado 2 de enero ha tenido un impacto neutro o ligeramente positivo en la hostelería, a pesar de las catastróficas predicciones de la Federación Española de Hostelería (FEHR). Así lo señalan los datos de afiliación de trabajadores a la Seguridad Social y las encuestas del Instituto Nacional de Estadística (INE), en comparación con los dos años anteriores.

En toda la Unión Europea hay siete países libres de humo en el ámbito de la hostelería: Irlanda, Reino Unido, Chipre, Grecia, España, Letonia y Lituania. También el estado federado de Baviera, en Alemania. En otros cuatro -Italia, Francia, Suecia y Finlandia-, a pesar de que la ley permite zonas de fumadores, las condiciones son tan estrictas, que apenas se han desarrollado. El Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT) afirma que más de 280 millones de ciudadanos europeos conviven sin humo de tabaco en la hostelería

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube