Los peligros de las bebidas energéticas para la salud

Una sola lata de refresco energético aporta la misma cantidad de cafeína que tres o más tazas de café filtrado
Por Montse Arboix 24 de octubre de 2014
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Imagen: arnau2098

Desde que hace unos años, las bebidas energéticas se pusieron de moda, su consumo no ha dejado de crecer. Al contrario de lo que da a entender esta denominación, estas bebidas no aportan una dosis de energía extra sino una gran cantidad de cafeína. Pero su uso no está exento de peligro: pueden provocar alteraciones en el corazón, además de perjudicar seriamente la salud, sobre todo si se combinan con alcohol. A pesar de las recomendaciones de los expertos, su consumo está muy extendido entre la población adulta y juvenil, incluso, en los menores de 10 años. En este artículo se aportan detalles sobre los efectos de las bebidas energéticas en la salud, el patrón de consumo entre la población, y las recomendaciones de los expertos.

Las bebidas energéticas son refrescos que contienen un combinado de diversas sustancias entre las que destacan la cafeína, los aminoácidos (como la taurina), carbohidratos (como glucoronolactona, un derivado de la glucosa), vitaminas y, a veces, extractos de plantas medicinales, como el ginseng o el guaraná. Es importante diferenciarlas de las bebidas para deportistas, diseñadas para la recuperación de sales minerales después de una actividad física intensa. Una lata de bebida energética o «energetic drink» contiene una dosis de cafeína que equivaldría, aproximadamente, a la de cuatro tazas de café filtrado, o a la que aportan dos expresos, a la de casi cuatro latas de cola o, según el Comité de Toxicología del Reino Unido, a seis tazas de té: alrededor de 300 mg.

Bebidas energéticas: efectos sobre el corazón

La dosis máxima de cafeína recomendada para adultos sanos es de unos 400 gramos al día

Un reciente estudio realizado por expertos de la Universidad de Bonn (Alemania), publicado en la revista de la Radiological Society of North America, señala que las bebidas energéticas con cafeína y taurina tienen, a corto plazo, un impacto significativo en la contractibilidad del corazón. La investigación se llevó a cabo 18 voluntarios sanos a quienes se les hizo una resonancia magnética cardiaca antes y una hora después de consumir un refresco con taurina (400 mg por cada 100 ml) y cafeína (32 mg por 100 ml).

Aunque no encontraron diferencias significativas en la frecuencia cardíaca, la presión arterial o la cantidad de sangre expulsada por el ventrículo izquierdo, y a la espera de que se arrojen nuevas evidencias, los especialistas aconsejan a las personas con trastornos cardíacos que eviten su consumo, ya que los cambios en la contractilidad podrían desencadenar arritmias.

Bebida energética con alcohol, aumenta el peligro

La ingesta importante de cafeína de manera puntual no supone ningún problema, sino se asocia a alcohol

En adultos sanos, se considera un consumo moderado entre los 100 mg y 300 mg de cafeína al día (cifra que supera una lata de la mayoría de las bebidas energéticas) y las dosis máximas recomendadas alrededor de 400 gramos. En principio, los especialistas están de acuerdo que, en personas adultas, la ingesta relativamente importante de cafeína de manera puntual no supondría ningún problema, sino se asocia a otras sustancias como el alcohol.

De hecho, este es uno de los mayores peligros de estas bebidas cuando se mezclan con alcohol, un combinado en auge sobre todo entre la población joven. La asociación bebidas energéticas y alcohol puede provocar efectos indeseables como alteraciones cardiovasculares, como taquicardia, palpitaciones o aumento de la presión arterial, insomnio, nerviosismo y falta de coordinación motora.

A ello se le suma la falsa idea de que repara los efectos del alcohol cuando, en realidad, solo compensa las funciones intelectuales, pero no la coordinación motora. Solo oculta la embriaguez. Esta ilusoria sensación de control puede producir que quienes hayan bebido, opten por conducir creyendo que están en condiciones de hacerlo, con el peligro que supone.

Este es otro de los motivos para que voces expertas de distintos ámbitos insistan en ser muy prudentes, sobre todo durante las fiestas navideñas, que ocasionan muchos desplazamientos y que se asocian a un mayor consumo de bebidas alcohólicas. No hay que olvidar que este binomio está detrás de muchos de los accidentes de tráfico, como colisiones y atropellos; durante las Navidades pasadas, en las carreteras españolas fallecieron 52 personas, 22 de ellas con edades comprendidas entre los 25 y los 44 años. Por este motivo, hay que ser muy moderado, ya no solo en la cantidad de alcohol ingerido, sino en el tipo de combinado consumido.

Las recomendaciones de los expertos

Según un informe elaborado por el Comité Científico Asesor de Seguridad Alimentaria, la Agencia de Salud Pública de Cataluña (ASPCAT) recomienda:

  • No mezclar estas bebidas con alcohol.
  • Embarazadas y mujeres lactantes, niños, personas sensibles a la cafeína, con trastornos cardiovasculares o neurológicos deberían abstenerse de consumirlas.
  • No utilizarlas para reponer los líquidos perdidos en la actividad física intensa: la cafeína tiene efectos diuréticos y aumenta el riesgo de deshidratación. En estos casos hay que beber agua o bebidas diseñadas para ello.

¿Qué cantidad de bebidas energéticas se consume en la UE?

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) publicó en 2013 un informe en el que se recopilaban los datos sobre el consumo de las bebidas energéticas por grupos de población. En la encuesta participaron más de 52.000 personas de 16 Estados miembros, seleccionados para conseguir una cobertura adecuada de la población y de los diferentes patrones de consumo. Debido a que no hay una definición concreta de qué son las bebidas energéticas, se incluyó a las bebidas sin alcohol, con cafeína, taurina y/o vitamina, como mínimo y que se comercializan por sus potenciales efectos estimulantes y energizantes.

Las conclusiones que recoge este informe son las siguientes:

  • Adultos (de 18 a 65 años). El 30% de los entrevistados afirmaba que tomaba bebidas energizantes. De estos, el 12% eran grandes consumidores de 4-5 unidades a la semana (4,5 litros de media cada mes). El 11% bebía en una sola sesión al menos un litro.
  • Adolescentes (de 10 a 18 años). El 68% de los entrevistados aseguraba que las tomaba de manera habitual. El 12%, unos siete litros mensuales, y otro 12% bebía como mínimo un litro en una sola sesión.
  • Niños (de 3 a 10 años). El 18% de los entrevistados eran consumidores de estas bebidas. De estos, el 16% citaba una ingesta media de 0,95 litros a la semana (cerca de cuatro litros al mes).
  • Mezcladas con alcohol. En forma de combinado lo toman el 56% de los adultos y el 53% de los adolescentes consumidores.
  • Asociadas al ejercicio físico. Alrededor del 52% de los adultos y el 41% de los adolescentes afirmaron que consumían bebidas energéticas durante la actividad física.
Mejora el rendimiento deportivo pero con efectos secundarios

En los últimos años, las bebidas energéticas se han puesto de moda también entre los deportistas. Se estima que la mitad las consume de manera habitual durante los entrenamientos o antes de competir. Sin embargo, su uso no está exento de efectos secundarios, como lo han demostrado expertos de la Universidad Camilo José Cela, de Villanueva de la Cañada (Madrid).

En el estudio ‘El uso de bebidas energéticas en el deporte: la percepción ergogenicidad y los efectos secundarios en los atletas masculinos y femeninos’ se siguió durante cuatro años a deportistas de élite de diversas disciplinas (fútbol, rugby, tenis, baloncesto, voleibol, natación, hockey y escalada). Un grupo tomó el equivalente a tres latas de bebida energética y el otro, una bebida placebo antes de una competición deportiva.

A pesar de que los resultados muestran que estas bebidas energéticas -estimulantes, según la Organización Mundial de la Salud- mejoran el rendimiento deportivo entre un 3% y un 7% (como la velocidad de los nadadores, la potencia muscular y la fuerza en los escaladores o la precisión en los jugadores de voleibol, entre otras), también provocan efectos no deseables. Según el estudio, el grupo que tomaba bebidas energéticas sufrió con más frecuencia insomnio, nerviosismo y el nivel de activación después de la competición, efectos relacionados tradicionalmente con el consumo de bebidas con cafeína. Los autores señalan, tal y como publica la British Journal of Nutrition, que no hubo diferencias significativas entre sexos, ni en la percepción de los efectos positivos ni en la de los secundarios.

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