Tratamientos para combatir la calvicie, ¿son efectivos?

A menudo, la publicidad de productos contra la calvicie se acompaña de promesas que no tienen fundamento científico aprobado
Por Teresa Romanillos 23 de septiembre de 2011
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Imagen: Hans Thoursie

Cerca de la mitad de la población masculina padece calvicie. Aunque no es un problema de salud, en muchos casos afecta al bienestar de la persona, por lo que muchos hombres intentan ponerle solución. No obstante, a pesar de la abundancia de publicidad que promete buenos resultados, la realidad es que pocos productos son efectivos en su tratamiento.

Imagen: Hans Thoursie

La pérdida de pelo incide de forma negativa en la calidad de vida del individuo, más si cabe, si el afectado es mujer. Incluso influye en la autoestima o causa ansiedad. Por este motivo, según los datos disponibles, más de la mitad de los afectados intenta encontrar una solución, si bien la efectividad de muchos productos que aseguran frenar la caída del cabello no se sustenta con suficiente evidencia científica. Los cosméticos son los más asequibles y de fácil acceso. Son champús y lociones que, entre otros compuestos, contienen aminexil.

Estos productos favorecen el cuidado del cabello y, por tanto, disminuyen las posibles causas que pueden acelerar su deterioro y caída, pero en ningún caso se ha demostrado que tengan una acción regeneradora. Otra opción más efectiva son algunos medicamentos como el minoxidil y la finasterida.

El primero estimula el folículo piloso y puede enlentecer la caída, aunque empieza a tener efecto a los dos meses. Además, no está recomendado en mujeres, ya que puede estimular el crecimiento de vello corporal en otras zonas. La finasterida es un inhibidor de la activación de la hormona testosterona, muy relacionada con la calvicie. Su efectividad, aunque mejor que la del minoxidil, es ligera. Por otro lado, provoca efectos secundarios, como disfunción eréctil y aumento del riesgo de desarrollar cáncer de próstata, pese a que su coste asciende a 650 euros al año y tarda seis meses en tener efecto.

El más efectivo

La alopecia androgénica tiene un fuerte componente genético y, a menudo, se transmite de padres a hijos

El método más positivo es, sin duda, el trasplante capilar. Con él se remueven pequeñas fracciones de tejido de las zonas donde aún crece pelo, para colocarlas en las áreas que han quedado calvas. Este procedimiento es efectivo y permanente, en general, con resultados excelentes. No obstante, al ser un procedimiento quirúrgico, tiene mayores riesgos, es largo y caro. Por otro lado, lo último en tratamientos capilares se basa en la ozonoterapia, el láser y los masajes craneales, que se realizan en centros de estética. No tienen ningún fundamento científico aprobado y, como máximo, pueden mejorar la apariencia del pelo, aunque son inocuos.

De padres a hijos

El tipo más común de calvicie masculina se conoce como alopecia androgénica y está asociado a la hormona masculina testosterona. Es un proceso irreversible y progresivo de pérdida de pelo, que afecta a un porcentaje de hombres que aumenta con la edad: la sufren el 30% de los varones de 30 años, el 40% de los hombres de 40 y así de forma sucesiva. Tiene un fuerte componente genético y a menudo se transmite de padres a hijos.

La vida del pelo consta de tres fases: crecimiento (anágena), que puede durar hasta seis años; fase de reposo (catágena), que dura alrededor tres semanas; y fase telógena, cuando el pelo cae y se reemplaza por otro. Aunque la mayoría del cabello está en fase de crecimiento (85%), es un proceso asincrónico, ya que cada pelo no depende de otro y cae en su momento. En la alopecia, el folículo se estrecha de manera progresiva hasta que termina por no formar un nuevo pelo después de la fase telógena. En este momento, caen más pelos que la cantidad que nace, de modo que se empieza a perder densidad, si bien el folículo no está muerto. Esto sugiere que, en un futuro, se podrá encontrar un tratamiento efectivo para hacerlo crecer de nuevo.

Otras formas de calvicie

Otro tipo de calvicie es la areata, caracterizada por el desarrollo de islas con menor densidad de pelo, causadas a menudo por un estrés prolongado. Tiene un carácter autoinmune y se soluciona de forma espontánea cuando cesa el estrés. Otras causas menos frecuentes son algunos medicamentos, como los usados en quimioterapia. También se puede perder pelo después del parto, por una anemia por deficiencia de hierro, y como consecuencia de algunas dietas estrictas pobres en grasas y proteínas.

Algunas personas calvas son tricotilmaníacas, es decir, que se arrancan de forma inconsciente el pelo. Por último, puede favorecer la calvicie el uso de peinados que provoquen un exceso de tensión, como rastas, trenzas y moños apretados. A menudo, todos estos tipos revierten por sí solos cuando se soluciona el problema que los causaba.

TRATAMIENTOS Y FALSAS PROMESAS

Un grupo de asociaciones europeas de consumidores realizó un estudio para conocer la situación de los tratamientos que se utilizan para combatir la caída del cabello. Las respuestas de los 13.500 hombres encuestados muestran insatisfacción por los resultados y cierta frustración ante las falsas promesas con las que a menudo se acompaña la publicidad de los productos. Un poco más de la mitad de los españoles, belgas, italianos y portugueses de 20 a 64 años entrevistados había seguido algún método para frenar la caída del cabello.

Parece ser un problema que preocupa más a los jóvenes, ya que un 64% de ellos intenta ponerle solución, mientras que solo un 27% de las personas alrededor de 50 años lo hace. Por otro lado, una cuarta parte de los encuestados que realizaron algún tipo de tratamiento decidieron empezarlo por su cuenta, sin consultar con ningún profesional. El resto preguntó al peluquero, aunque también hay quien acudió al farmacéutico y al dermatólogo. En la mayoría de las consultas, el consumidor espera poder frenar la caída de su pelo, más que hacerlo crecer de nuevo.

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