Obsesión por la pareja

Lo más característico de este tipo de enamoramiento es el temor patológico a romper con la pareja y a vivir en soledad
Por Azucena García 20 de marzo de 2006

Nerviosismo, sudor, un nudo en el estómago… Son algunos de los síntomas clásicos del enamoramiento, un sentimiento que la mayoría de las personas experimenta alguna vez a lo largo de su vida. Entre los más comunes destaca el de querer pasar con la persona querida el mayor tiempo posible. Ahora bien, en ocasiones ese deseo se convierte en una obsesión incontrolada. Los expertos dicen que este amor dependiente y patológico se debe a un terrible miedo por perder a la pareja. Un temor que afecta al 10,8% de las mujeres y al 8,7% de los varones, que afirman ser dependientes emocionales. ¿Dónde está el límite entre el amor ‘controlado’ y la ‘obsesión desmedida’ por la pareja?

Del enamoramiento a la obsesión

Los psicólogos aseguran que la fuerte necesidad de no estar solos crea tal dependencia que hace que se pueda empezar a hablar de adicción al amor o, más bien, de obsesión, puesto que son equivalentes. “La cada vez mayor dependencia de los individuos genera estilos de vida dependientes”, explica María de la Villa Moral. Por su parte, el psiquiatra e investigador clínico de la Fundación Instituto Spiral, Carlos Sirvent, asegura que la obsesión, la adicción al amor “no existe”, puesto que -apunta- “cuantitativamente es imposible que haya una patología de adicción al amor porque querer mucho no es una adicción, puede ser un acto heroico o lo más maravilloso que puede ocurrirle al ser humano, pero querer mucho, querer demasiado, no existe, querer demasiado es malquerer”. El experto considera que ser adicto al amor o tener desamor significa más que un comportamiento adictivo hacia otra persona, una malvivencia del amor. “Cuando una persona se obsesiona, se instala en una relación depresiva o vive el amor tormentosamente, no es debido al amor ni a la otra persona. La causa se encuentra en una serie de elementos subyacentes que tiene el paciente”, insiste.

Del enamoramiento a la obsesión

“Podemos llegar a comprender lo que es una experiencia de obsesión o adicción al amor recordando en nuestras relaciones de pareja la etapa pasional de igual forma que la experiencia de una borrachera. Es una vivencia que ha tenido mucha gente pero sólo una minoría padece etilismo -prosigue Sirvent-. El adicto al amor se instala en la etapa pasional, perpetuándola indefinidamente de manera ansiosa e inmadura,

El adicto al amor se instala en la etapa pasional, perpetuándola indefinidamente de manera ansiosa e inmadura

comportándose dentro de la relación como un drogodependiente lo haría con la droga”.

Todas estas conclusiones quedaron expuestas el pasado enero en Madrid durante la celebración del I Encuentro Profesional sobre Dependencias Sentimentales: Dependencia afectiva o emocional, Adicción al amor, Codependencia y Bidependencia, organizado por la Fundación Instituto Spiral. En el simposio participaron diversos expertos que pusieron de manifiesto cómo el dependiente afectivo no suele ser consciente de su problema, ya que además de negarlo y autoengañarse, no tiene canales informativos que expliquen lo que le ocurre. “No hay un conocimiento popular de este problema. La gente desconoce qué es lo que le está pasando y también el profesional, que es el peor desconocimiento. Lo peor es el autoengaño, que el sujeto no reconozca su propio problema e ignore lo que le dicen”, precisa Sirvent.

El amor se convierte en obsesión cuando la otra persona ocupa el lugar más importante y casi el único en la escala de prioridades del sujeto“, reconoce Jorge Castelló, psicólogo y autor del libro ‘Dependencia emocional’. “Algo muy llamativo de estas personas, que puede ser también indicativo de este componente adictivo en la relación, es la necesidad de acceso constante del dependiente emocional hacia su pareja, intentando hacer todo tipo de actividades con la otra persona, llamando continuamente y controlándola a través de los mensajes de móvil, los que se interpreta como un acto de comprobación de que la pareja ‘sigue ahí’, como unida con un cordón umbilical imaginario”, matiza.

Se puede decir que las personas dependientes se anulan y subordinan tanto a su pareja que sólo tienen ojos para la otra persona, “intentando agradarla continuamente por la gran sobrevaloración de ella que llevan a cabo”, describe Castelló. Esto significa una equiparación de la adicción al amor con la dependencia emocional, una de las nuevas adicciones sin sustancias, según el psicólogo, que lleva a quien la padece a sentir, incluso, “síndrome de abstinencia ante la ausencia de la pareja y una necesidad imperiosa del otro a toda costa”, afirma Sirvent.

Miedo a la soledad

Las personas muy dependientes viven para el amor. Según Carlos Sirvent, “viven por y para una obsesión fijativa”, porque asegura que no es una obsesión en la que el otro tenga protagonismo, ya que una persona obsesionada por el amor no quiere al otro o la otra sino a una imagen, a una sublimación de la imagen del otro. “Es una pseudoidealización, es obsesiva, intolerante, acompañada de sentimiento de estar atrapado y atado en la relación y, al mismo tiempo, atrapan ellos al otro. Es lo que se conoce como apego patológico o atadura patológica”, precisa.

Según afirman los expertos aquí consultados, esta adicción se da principalmente en las mujeres, quienes tienen una dependencia emocional más fuerte

Esta adicción se da principalmente en las mujeres, quienes tienen una dependencia emocional más fuerte

“El adicto o adicta al amor -indica el psiquiatra- se enamora de una y otra persona, pero no cierra las relaciones. Está enamorado o enamorada de todas las parejas. Va de flor en flor y la persona se queda prendada y fracasada en todas las relaciones. Es un fracasado relacional y esto hace que repita con sucesivas parejas comportamientos similares sin llegar a conocer a la otra persona. Proyectan en la otra persona lo que buscan, pero en el fondo desconocen a la persona de la que creen estar enamorados”.

Lo más característico de este tipo de enamorados o enamoradas es su miedo a estar solos y el profundo dolor que les produce la ruptura con su pareja, hasta el punto de quedar, según Sirvent, “marcado a fuego el dolor por la pérdida”. “El miedo a la pérdida, a la soledad, es algo que no soportan. Viven tan sometidos a la proyección de esa imagen que para no perderla son capaces de humillarse, de entregarse a la otra persona, de coger el teléfono móvil y llamar constantemente”, detalla.

El psicólogo Jorge Castelló también confirma el “gran terror” que las personas dependientes sienten, a la par que una baja autoestima y una necesidad afectiva muy fuerte, que es lo que les obliga a buscar una pareja que satisfaga esta necesidad. Confirma que se trata de personas muy sumisas, que buscan continuamente agradar a sus parejas y siempre tienen la sensación de que la relación se puede romper. “Son muy inseguras en cuanto al mantenimiento de la misma, porque la necesidad afectiva de la otra persona es muy grande. Además, cuando no tienen una relación la obsesión se concentra en la pareja anterior, a la que pueden continuar bombardeando con mensajes, llamadas o incluso encuentros sexuales, o bien se obsesionan por otra persona que entienden podría ser un buen candidato”, explica Castelló para referirse a una situación en la que la persona dependiente suele tener preferencia por las parejas egoístas, distintas, muy seguras de sí mismas e incluso hostiles. “En definitiva, personas a las que encumbran por ser consideradas muy distintas al resto y que precisamente son lo contrario de lo que son ellos mismos”, afirma.

Para este experto la felicidad sólo existe en las primeras fases de la relación, cuando se da un proceso de mucha euforia y la pareja muestra lo mejor de sí misma. Sin embargo, recalca que esta situación “dura muy poco” y que el desequilibrio entre el dependiente y su compañero genera un gran deterioro. “No obstante, lo que más teme el dependiente no es dicho deterioro sino la ruptura, por nefasta que sea la relación”, insiste.

Rasgos comunes

El perfil que comparten quienes padecen obsesión u adicción al amor son los siguientes:

  • Necesitan excesivamente la aprobación de los demás y caerles bien.
  • Sienten una baja autoestima, debido a que han sufrido relaciones afectivas insatisfactorias a lo largo de su vida.
  • Sitúan a la pareja en el primer lugar de su vida, con muchísima diferencia.
  • Se ilusionan y fantasean enormemente al comienzo de una relación o con la aparición de una persona que creen interesante.
  • Suelen adoptar posiciones subordinadas en las relaciones.
  • La ruptura les supone un auténtico trauma, pero sus deseos de tener una relación son tan grandes que buscan pronto a otra persona.
  • No siempre son selectivos porque les urge tener una pareja.
  • Buscan una posición dominante en la pareja.

“Quien reúna estos síntomas debe acudir a un profesional de la salud mental para realizar una psicoterapia, que debe comenzar analizando la situación actual: por ejemplo, si el dependiente está en una relación muy desequilibrada y enfermiza, hay que pensar en equilibrarla, si es posible, o incluso en prescribir una ruptura. La mejor forma de trabajar con estas personas es mientras están sin pareja, para que poco a poco recobren su autoestima ayudándose de nuestro trabajo: el gran objetivo es éste y establecer una pauta de equilibrio en sus futuras relaciones de pareja, en la que en lugar de idealizar y someterse al otro tengan la exigencia afectiva que todos debemos tener”, concluye Jorge Castelló.

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