Eficacia y debilidad de la acción humanitaria

Además de aumentar los fondos destinados a este fin, las organizaciones reclaman que mejore la calidad de la ayuda
Por Azucena García 23 de febrero de 2009
Img ayuda humanitaria
Imagen: Army.mil

Se ha aumentado la cantidad, pero se pide también calidad. La acción humanitaria intenta prevenir y aliviar el sufrimiento de las víctimas de desastres, por lo que no todo es cuestión de dinero. La intervención abarca la ayuda de emergencia, la rehabilitación y la reconstrucción de la zona afectada, pero también es fundamental reducir la vulnerabilidad de las personas para que las consecuencias, en caso de repetirse el desastre, no sean catastróficas.

La acción humanitaria es indispensable. Constituye una herramienta básica para atender a las víctimas de huracanes, ciclones, terremotos, crisis crónicas, hambrunas o conflictos bélicos, destaca la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Asiste a las poblaciones más vulnerables, un número de personas cada vez mayor que ha propiciado el incremento de la ayuda económica. Sin embargo, no es suficiente. Hay que mejorar a la vez la calidad de esa ayuda.

Aumentan los conflictos, los desastres naturales y, en consecuencia, las víctimas. La cooperación para el desarrollo es un instrumento fundamental para subsanar y evitar de nuevo una catástrofe. «El principio fundamental de la acción humanitaria es prevenir y aliviar el sufrimiento», reconoce la AECID, pero también debe satisfacer las necesidades básicas de las víctimas, restablecer sus derechos y garantizar su protección.

Avances en el último año

A comienzos del pasado año, la AECID creó la Oficina de Acción Humanitaria. Sus funciones son gestionar y ejecutar la acción humanitaria oficial de acuerdo al Plan Director y coordinar las capacidades de la Administración del Estado con las de las administraciones autonómicas y locales. Para ello cuenta con un departamento de Emergencia y posconflicto y otro de Prevención y evaluación.

En 2008 se creó la Oficina de Acción Humanitaria y se aumentó la contribución a varios fondos internacionales

Junto a la creación de esta oficina, 2008 fue un año clave porque se puso en marcha un nuevo Centro Logístico en Panamá para mejorar la atención de desastres naturales en el continente y se modificaron los sistemas de financiación con organismos internacionales de Naciones Unidas y las ONG españolas. «Con estas últimas, se mantienen reuniones de coordinación dentro de los operativos de emergencia para tratar de realizar respuestas organizadas y más eficaces», indica la AECID.

Por último, nuestro país, señala la AECID, aumentó su contribución al Fondo Central de Respuesta a Emergencias de Naciones Unidas -con una aportación de 15 millones de euros en 2007 y 20 millones de euros en 2008-, se constituyó como uno de los grandes donantes del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y elaboró, por primera vez, una Estrategia de Acción Humanitaria de la Cooperación Española, que establece las prioridades y objetivos para mejorar la respuesta ante una catástrofe y suscribe los compromisos adquiridos en materia de acción humanitaria y, en especial, los Principios de la Buena Donación.

Carencias: qué se puede mejorar

El informe «La acción humanitaria en 2007: ¿Frenazo a la vista?», editado a finales de 2008 por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), en colaboración con Médicos Sin Fronteras (MSF), analiza la evolución del sistema internacional y español de ayuda humanitaria. En su balance, concluye cómo en el periodo estudiado empezaron a sentirse los efectos de la crisis económica y recalca un «preocupante retroceso» en la financiación de la ayuda humanitaria, «precisamente en el momento en que ésta debe ser más necesaria para responder al agravamiento o continuación de crisis relacionadas con conflictos, desastres naturales o con el aumento de los precios de los alimentos».

El estudio asegura que el sistema internacional destinó la misma cantidad a Ayuda Humanitaria en 2006 y 2007 -5.500 millones de euros-, mientras que en España la ayuda de emergencia pasó del 8% al 7% de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) y los fondos destinados a Ayuda Humanitaria retrocedieron un 7,7%, «a pesar de que la AOD aumentó un 23%». «En consecuencia -continúa el informe-, el peso de la Ayuda Humanitaria en el seno de la AOD se redujo, pasando del 8,46% en 2006 al 6,32% en 2007».

Desde el IECAH, su codirector, Jesús A. Núñez, considera que «son muchas las asignaturas» que todavía deben aprobarse: «Entre ellas, el tratamiento sostenido y en detalle de las causas subyacentes de los procesos de desestabilización, una implicación más directa de los actores gubernamentales e internacionales en la construcción de la paz -que traslade esta responsabilidad a las organizaciones no gubernamentales- o el refuerzo de las intervenciones de naturaleza civil frente a enfoques únicamente militares que ya han demostrado su ineficacia».

Cómo se actúa ante una catástrofe

Cuando se produce una catástrofe, la AECID dispone de un protocolo de actuación que se sigue en todos los casos. Así, “desde el primer indicio de alerta”, recaba la máxima información, analiza el alcance de la crisis y establece la ayuda humanitaria y de emergencia que se precisa.

Desde el primer indicio de alerta, se recaba la máxima información y se analiza el alcance de la crisis para establecer la ayuda

Los criterios que se siguen para decidir la intervención se basan en la petición de ayuda que se realice, la gravedad de la crisis, la capacidad local de respuesta, las posibilidades reales de actuación y el valor añadido que preste la AECID en la intervención. Una vez que se ha tomado parte, es habitual que se colabore en las tareas de rehabilitación y prevención, con el apoyo correspondiente a los mecanismos locales, así como la incorporación a iniciativas internacionales.

Se puede actuar directamente con el envío de material, equipos de personal técnico o fondos, o también cabe la posibilidad de aprobar subvenciones a organizaciones españolas -a través de proyectos o convenios- o de los países destinatarios de la ayuda. Otras veces, simplemente, se contribuye con aportaciones a organismos de Naciones Unidas, al Fondo Central de Respuestas a Emergencias o al Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

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