Los nuevos señores de la guerra

Los robots tienen hoy en día muchas utilidades, una de ellas es sustituir a los soldados en operaciones de guerra de alto riesgo o precisión
Por Marta Peirano 16 de agosto de 2006

Son más rápidos, más sólidos y resistentes al cansancio. Son insensibles a la duda y siempre obedecen órdenes… Pero su mejor cualidad es que son reparables y reemplazables. Hace tiempo que el gobierno americano ha hecho la gran apuesta por los robots en su presupuesto militar porque, a la larga, le sale rentable.

Ejércitos para la guerra global

Ejércitos para la guerra global

Un robot resiste mejor las condiciones extremas y sobrevive más tiempo en un fuego cruzado. Y, cuando cae, se repara y se manda de vuelta. Unas cuantas tuercas y tornillos y un equipo de ingenieros de primera clase le salen mucho más a cuenta moralmente a cualquier ejército que devolver cadáveres con honores, montar un buen funeral y pagar pensiones de viudedad.

Según John Pike, director de GlobalSecurity, también está la motivación. “Parte del proceso de crear soldados”, afirma, “es eliminar las inhibiciones a la hora de matar; el robot no tiene inhibiciones; matará sin pena ni remordimientos”.

Bosnia y Kosovo vieron llegar los primeros aviones de reconocimiento por control remoto

Bosnia y Kosovo vieron llegar los primeros aviones de reconocimiento por control remoto y Afghanistan fue la puesta de largo del Packbot, un robot de 19 kilos armado con GPS, varias cámaras, un lanzador de granadas y un fusil. Pero la segunda Guerra del Golfo, que ya está durando tres años, ha resultado el campo de pruebas perfecto para compañías como Boeing, Northrop Grumman, Lockheed Martin o iRobot (MIT), que compiten por ver quién envía las máquinas más complejas a Irak.

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Hace un año se enviaron 18 Swords (Sistemas de Armamento Especiales para la Observación, Reconocimiento y Detección) equipados con ametralladoras M240 y M249, cuatro cámaras y un par de binoculares nocturnos, que les permiten moverse y disparar en la oscuridad. Pueden atravesar muros, aguas poco profundas y caminar entre las llamas.

Pero del laboratorio a Bagdad hay un largo camino y los programadores se impacientan con facilidad. “La tecnología”, se queja Helen Greiner, jefe ejecutivo de iRobot, “lleva en laboratorio mucho, demasiado tiempo; esto no es ciencia ficción ni dibujos animados, nosotros lo tenemos aquí”.

El enjambre’: imitar a la naturaleza

El enjambre': imitar a la naturaleza

James McLurkin tiene un truco: puede hacer que 20 pequeños robots autónomos con pequeñas ruedas se organicen en grupos, se vuelvan a dispersar, rueden en círculos perfectos, canten en armónicos coros el tema de la rendición de Star Wars y vayan a recargarse al enchufe más próximo. James McLurkin trabaja para el Instituto Tecnológico de Massachussets diseñando robots capaces de trabajar juntos y tomar decisiones colectivas como una sola entidad.

El proyecto se llama ‘The Swarm‘ (‘El enjambre’). Si tiene éxito, sus armadas de pequeños robots llenarán un día las casas, el espacio y el campo militar, una nube inteligente y organizada capaz de arrasar ciudades por aire, tierra y por mar.

Son una nube inteligente y organizada capaz de arrasar ciudades por aire, tierra y por mar

Como los pájaros de Alfred Hitchcock, los robots más amenazantes de nuestro futuro más próximo no son ‘Terminators’ de tres metros armados hasta los dientes, sino un ente infinito y organizado que resulta invencible por su multiplicidad y su condenada insistencia. Están en todos lados, se cuelan por todas partes.

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Siempre saben dónde está su objetivo y no conocen el miedo; persistirán en su empeño hasta morir. Cada vez que uno caiga, vendrán otros cien a ocupar su lugar. Como dice McLurkin, esta técnica no es nueva, tiene 65 millones de años. La han utilizado las hormigas, abejas, termitas y todo tipo de insectos hasta el día de hoy.

‘Robots-insecto’ y polvo inteligente

El enjambre': imitar a la naturaleza

El programa de Robótica Distribuída del DARPA obedece los mismos principios: robots-insecto minúsculos, reconfigurables y organizados capaces de funcionar como inteligencia colectiva pero también de sobrevivir y cambiar rápidamente de misión en caso de desviarse del grupo y volar, nadar o enterrarse bajo la arena. La clave es adaptabilidad: a la situación y al terreno. De todos los proyectos en desarrollo, el más asombroso y terrorífico es el llamado Smartdust o Polvo Inteligente.

La misión de Smartdust es caer sobre el terreno elegido y crear un mapa milimétrico del lugar

Smartdust son millones de nanorobots, no mayores que un grano de arena. Cada uno de ellos está compuesto de sensores, circuitos y un sistema de comunicación inalámbrica, así como un generador de energía o una batería autorecargable. Su misión principal es caer sobre el terreno elegido y, según aterrizan, montar una red de comunicaciones capaz de crear un mapa milimétrico del lugar. Son capaces de analizar y reportar todas las variables del terreno, así como de acciones más precisas, como envenenar el agua o exterminar cualquier bicho viviente allá donde van.

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Estas motas inteligentes han aparecido en repetidas ocasiones en el marco de la literatura de ciencia ficción, donde se habla de la ‘lluvia negra’ como el principio del fin.

En el mundo real, fueron introducidas por primera vez hace cinco años por el profesor Kristofer Pister en la Universidad de California. Hay muchos laboratorios desarrollando Polvo Inteligente, entre ellos la compañíaDust Networksy la Universidad de Berkley, California.

El soldado de hierro

El soldado de hierro

Según las estadísticas, la tasa de amputaciones en la guerra de Irak es dos veces la de conflictos anteriores, debido principalmente al avance de la tecnología en dos direcciones: la creciente complejidad de las bombas antipersona y los avances de la medicina, que permiten la existencia de heridos donde antes sólo había muertos.

Este factor ha disparado el interés en repuestos biónicos dentro del complejo militar, un campo en el que Hugh Herr, ingeniero robótico en el MIT, ha estado trabajando con 7,2 millones de dólares del Departamento de Veteranos de Guerra. Pero ahora sus productos son tan efectivos que ha devuelto a los soldados heridos la posiblidad de mantenerse en el frente.

C-Leg, su producto estrella, es un robot cuya función es hacer de puente entre la máquina y el cerebro de su portador. Tiene un chip que lee las señales enviadas por el cerebro y las traduce en órdenes, lo que permite al usuario caminar con normalidad del mismo modo que lo haría con una pierna normal; sin pensar en ello. Pero C-Leg es un producto exclusivo para el entorno militar americano. Su versión comercial, Rheo Knee, es el principal producto de la compañía islandesa Ossur Thearpeutics.

Soldados reciclados

C-Leg y otros productos análogos permiten lo que hasta hoy había sido impensable: los primeros soldados reciclados de la historia. “Su experiencia táctica resulta demasiado valiosa para dejarlos atras”, explica Franklin Hagenbeck, teniente general y jefe de personal en la armada americana.

George W. Bush: “Cuando hablamos de retiro forzoso estamos hablando de otra época”

Y hay otra cosa: su mera presencia demuestra que hay vida después de una bomba, una inyección de moral para el resto de la tropa. Hasta George W. Bush llegó a decir en el Hospital Militar de Washington: “Cuando hablamos de retiro forzoso estamos hablando de otra época”. Hoy en día, aquellos miembros del servicio que han sido heridos en combate pueden mantener el uniforme y su puesto de trabajo. Según los informes del departamento de amputados de Walter Reed, el 40% de los amputados prefieren permanecer en el frente que volver a casa.

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Un paso aún más lejos, Hami Kazerooni de la universidad de Berkeley ha creado un proyecto más ambicioso con dinero del departamento de Defensa: un exoesqueleto que, en lugar de sustituir extremidades ausentes mejora las funciones de las extremidades sanas. El último prototipo permite a los soldados transportar setenta kilos de peso sin esfuerzo. Un procesador de Intel, parecido al que utilizamos en nuestros ordenadores, se encarga de procesar los movimientos del usuario y distribuir el peso de manera apropiada. Para el soldado es como si no llevara nada.

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