Radares en las carreteras

Ubicados en tramos peligrosos, su objetivo es reducir el número de accidentes y de víctimas
Por Azucena García 19 de julio de 2005

Las carreteras españolas contarán en los próximos tres años con 500 nuevos radares fijos. Una cantidad que se unirá a los existentes en la actualidad, cerca de 300, y que pondrá aún más trabas al conductor a la hora de pisar el acelerador. El objetivo es reducir el número de accidentes en los que la velocidad es el factor determinante y obligar a respetar los máximos marcados por la normativa de tráfico. En este sentido, un informe reciente del RACE destaca cómo el 54% de las carreteras con niveles de riesgo elevado presentan excesos de velocidad, es decir, en ellas los conductores circulan a una velocidad por encima de la establecida, con medias de hasta 152 kilómetros por hora en las autopistas. No obstante, cuando la fotografía de un radar capte al conductor, éste puede recurrir la sanción si considera que la velocidad a la que circulaba no era tan excesiva y solicitar el certificado de revisión del radar, ya que en ocasiones éstos no pasan el control anual, o lo hacen fue ra de fecha, y cabe la posibilidad de que su funcionamiento presente anomalías.

Proceso de denuncia

El mercado actual cuenta con coches más potentes cada día y, sin embargo, la normativa de tráfico es más estricta en cuanto a la velocidad de los automóviles. Y es que la cilindrada de un vehículo no debe estar reñida con la seguridad, tanto del propio conductor como del que viaja en el coche contrario. Móviles o fijos, los radares están diseñados para descubrir a aquellos conductores cuya velocidad al volante supera la establecida por la ley. Y aunque también caben fallos en su funcionamiento, los nuevos radares de tecnología láser son, además de más baratos (con un coste de 24.000 euros frente a los 60.000 de un equipo de microondas), más eficientes.

Proceso de denuncia

En general, el funcionamiento de los radares se basa en un proceso en el que interactúan diversos factores y que tiene como base la emisión de distintas frecuencias. Así, el radar envía primero una señal al vehículo en circulación y recibe, a su vez, otra señal rebotada que, según la diferencia de frecuencia con respecto a la emitida, determina la velocidad a la que circula el automóvil. “Posteriormente -explican desde la Dirección General de Tráfico-, el equipo instalado obtiene una fotografía a la que se añaden los datos sobre la carretera, punto kilométrico, datos identificativos del radar, velocidad a la que circulaba, fecha y hora”. Una completa información con la que se configura un fichero informático que es enviado telemáticamente al Centro de Gestión de Tráfico correspondiente, donde, también por un sistema informático, se consulta la base de datos de propietarios de vehículos y se obtiene la identidad del titular del mismo, lo que da comienzo al procedimiento sancionador.

No obstante, cuando se localizan varios vehículos en la carretera y dentro del ángulo de captación del radar, éste suele tener problemas para diferenciar cuál es el automóvil que viaja a una mayor velocidad, por lo que es habitual que anule automáticamente la fotografía sancionadora, si bien el conductor deberá ser consciente de esta posibilidad cuando reciba en su casa la multa, junto con la fotografía y demás datos, ya que, en realidad, el vehículo sancionado podría no ser el suyo. Asimismo, el titular del coche multado deberá aclarar si era él mismo u otro quien conducía el automóvil en el momento de sobrepasar los límites de velocidad establecidos. Será entonces cuando, una vez identificado el infractor, éste recibirá la notificación de la denuncia y podrá optar por abonar el importar de la sanción o formular las alegaciones que estime oportunas.

En cualquier caso, lo mejor es respetar los límites de velocidad marcados y recordar que los radares suelen estar colocados en las estructuras existentes en las carreteras, como los pórticos de señalización, o en los márgenes de las vías, en cabinas blindadas, aunque también existen radares móviles colocados en vehículos policiales y sin una ubicación fija. “Los puntos en los que se han colocado los radares han sido elegidos por las autoridades competentes con el criterio que se considera más adecuado”, indica la Directora Técnica de la Asociación Española de la Carretera, Elena de la Peña.

Recurrir una sanción por exceso velocidad

A la hora de recurrir una sanción impuesta por exceso de velocidad, el infractor cuenta con el mismo plazo que para el resto de denuncias, es decir, dispone de quince días hábiles para demostrar su inocencia. En este tiempo, puede solicitar por escrito a la Jefatura Provincial de Tráfico la revisión del expediente y, en el caso de que aparezcan dos vehículos o más en la fotografía, pedir que se compruebe que el coche que circulaba a mayor velocidad es el suyo. También se puede solicitar una copia de los resultados de revisión del radar, que debe ser anual, para confirmar su buen funcionamiento, y tener en cuenta el margen de error aplicado por el fabricante al equipo instalado en la carretera, “aunque en la denuncia ya suele estar aplicado este margen de error”, afirma el coordinador de Seguridad Vial del Real Automóvil Club de España (RACE), Antonio Lucas.

Recurrir una sanción por exceso velocidad

De todas formas, si finalmente no queda claro qué vehículo era el que circulaba más rápido, ni se puede determinar el correcto funcionamiento del radar por estar la revisión fuera de fecha, la medición del radar podría considerarse no válida, aunque estos extremos deben ser debidamente confirmados y demostrados.

En el caso contrario, demostrada la culpabilidad, la nueva Ley de Seguridad Vial recoge la tipificación de las correspondientes infracciones y pasa a considerar “muy grave” el exceso de velocidad (antes era una infracción “grave”) Así, son infracciones graves las conductas en las que no se respeten los límites de velocidad, aunque cuando ésta supere en más de un 50% la velocidad máxima autorizada en esa vía, es decir, cuando se circule por los menos a 30 kilómetros por hora más del límite, la infracción será calificada de muy grave.

En cuanto a las sanciones, recogidas en el artículo 67 de la citada Ley, se contemplan:

  • Multas de entre 92 y 301 euros para las infracciones graves, además de la posible suspensión del permiso o licencia de conducción por un tiempo de hasta tres meses.
  • Multas de entre 302 y 602 euros para las infracciones muy graves, además de la suspensión del permiso o licencia de conducción por un periodo máximo de tres meses.

“Por otro lado, cuando se combina exceso de velocidad y alcoholemia, la velocidad puede suponer un delito penal, según el artículo 3.8.1.del Código Penal”, recuerda desde el RACE Antonio Lucas.

Más de 500 radares

A lo largo de este mes, la Dirección General de Tráfico ha puesto en marcha el Plan de Instalación de Radares Fijos, que prevé la colocación en las carreteras de 500 equipos entre los años 2005 y 2007. Los puntos de ubicación de los nuevos radares serán los elegidos por las Jefaturas Provinciales de Tráfico y los subsectores de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, pero el objetivo es el mismo: reducir “drásticamente” los excesos de velocidad, así como la velocidad media de circulación en carretera, reducir en un 10% el número de víctimas mortales y destinar a un buen número de agentes que ahora se dedican al control de la velocidad, a la vigilancia de otros servicios.

La intención, reconoce un portavoz de la DGT, no es recaudadora. “Se tata de que a través de la advertencia se prevengan los accidentes”. Por ello, la Dirección General de Tráfico dará a los conductores la información necesaria para que conozcan de antemano la localización de los radares, con la señalización anticipada de la existencia de equipos de control y la publicación del mapa de situación de los radares fijos. “De esta manera se evita que el conductor se encuentre indefenso, ya que además de tratarse de una medida de control del cumplimiento de las normas, el propio usuario tiene información acerca de la ubicación de los radares”, señala Elena de la Peña. “La señalización de la ubicación de los radares es vital -agrega Lucas-. No se trata de tener un radar camuflado, sino de que éste sirva para reducir los accidentes. No se colocan los radares por afán recaudatorio, sólo por sancionar. Si se señalizan se está introduciendo un fin educativo”.

En total, y teniendo en cuenta que las diferentes vías cuentan ya con unos 300 radares móviles, los vehículos estarán controlados a finales de 2007 por cerca de 800 radares

Los vehículos estarán controlados a finales de 2007 por cerca de 800 radares

, en clara competición con los países europeos, donde se registran los 1.000 equipos instalados en Reino Unido, 350 en Países Bajos y otros 700 en Francia, gracias a los cuales el país galo ha reducido en un 25% el número de víctimas mortales y en un 10% la velocidad media de circulación. “Sin embargo, -advierte Lucas- hay una situación que parece no haberse previsto, y es que el volumen de sanciones va a ser elevadísimo al aumentar el número de radares, por lo que va a haber más papeleo administrativo. Es decir, a partir de ahora habrá que evitar el colapso administrativo además de conseguir una reducción de los accidentes por exceso de velocidad”. Por su parte, De la Peña considera positiva esta medid a puesto que, según reconoce, en la actualidad “el nivel de presión que se ejerce en España en este sentido es inferior al de la mayor parte de los países europeos, es decir, se ponen menos multas por incumplimiento de la normativa de tráfico”.

Velocidad y accidentes

Según el estudio SARTRE, realizado en 27 países europeos, la mayoría de los conductores admite que no respeta los límites de velocidad, sobre todo, cuando circula por carretera. Además, el informe fija en un 18% el promedio de conductores sancionados por exceso de velocidad, una cifra que en España se sitúa en el 16%, mientras que el 72% de los conductores españoles cree que son los otros conductores los que rebasan los límites de velocidad. En este sentido, Antonio Lucas considera que “el radar es un elemento muy útil en aquellos lugares donde se ha demostrado que hay una siniestralidad superior a la media”, aunque alerta de que “el 60% de las víctimas mortales se produce en las carreteras convencionales y todavía ahí no se ha puesto en marcha ese proceso de aumento del número de radares”. “Hasta el momento sólo se han interesado por aumentar el número de radares en autovías y autopistas. Además, se debe reforzar más el proceso de identificación del conductor, pararle o deci rle que ha sido sancionado, ya que de lo contrario se le pueden poner veinte multas en el mismo tramo”, critica.

Para Lucas, es vital que se ponga freno a esta situación, recogida también en un informe elaborado por el RACE a comienzos de este año y según el cual en el 54,16% de los tramos de carretera con nivel de riesgo medio-alto o alto, los conductores exceden la velocidad por encima de lo establecido. Los datos más alarmantes se dan en las autopistas, donde la media alcanza los 152,3 kilómetros por hora.

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