Los quesos españoles representan un 67% del consumo total de alimentos en nuestro país y se prevé que su presencia en la dieta sea cada vez más importante. Su consumo en España se situará previsiblemente en los 10,20 kilos por persona y año en 2004, según datos difundidos por la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), frente a los 4,4 kilos de 1984, lo que implica un incremento aproximado del 130%.
Se excluyen los quesos fundidos y se contabilizan los de leche de oveja, vaca, cabra y las mezclas, cuya producción rondará las 298.000 toneladas en 2004, un 90% más que en 1984. Del total de la producción, el queso de vaca representa el 43,5%, el de oveja el 12,2%, el de cabra el 5,4%, mientras que los de mezcla suponen un 38,9%.
Existen 18 denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas en el sector del queso en España, y el manchego es el más consumido, seguido del de Mahón, tetilla e Idiazabal. España se encuentra, sin embargo, en el último puesto en el consumo de queso por habitante y año en la clasificación de la Unión Europea (UE), a pesar de ser el séptimo país productor de Europa. Grecia es el país que cuenta con el mayor índice de consumo, con una cifra que supera los 28 kilos y la media francesa está por encima de los 25 kilos.
Miguel Ángel Vázquez de Prada, director general de Fenil y presidente de la Asociación para la Promoción del Queso Español, indica que cuando en España se empezó a desarrollar el sector «el queso apenas entraba en la cocina, los postres se basaban en fruta, después sustituida por lácteos».
El queso en España -prosigue- formaba parte de la dieta cuando se asistía a actos sociales; mientras que en Grecia siempre se ha tomado el queso feta con la ensalada y en Francia las familias comían con una tabla de quesos en la mesa. «Hemos empezado muy deprisa, pero partíamos de un consumo muy bajo», señala.
