La «comida basura» y el estrés están contribuyendo de manera decisiva a la expansión de la enfermedad de Crohn, una patología que está dejando de ser minoritaria. En apenas quince años, el número de afectados en España por esta enfermedad, que provoca la inflamación crónica del intestino, se ha multiplicado por cinco y ha superado la barrera de las 70.000 personas, según se puso de manifiesto ayer en el congreso nacional de la Sociedad Española de Patología Digestiva que se celebra en San Sebastián. Las perspectivas apuntan, además, a que el frenético ritmo de la sociedad actual contribuirá, sin remedio, a una mayor expansión de esta patología, un mal crónico que provoca serios problemas a quienes lo padecen.
No obstante, a pesar de este panorama, los expertos están convencidos de que muy pronto -«en los próximos años»- los avances de la medicina permitirán mejorar de manera notable la calidad de vida de los afectados.
Frutas y verduras
También lo cree así el jefe de la Unidad de Enfermedades Inflamatorias Intestinales del hospital Gregorio Marañón de Madrid, Venancio González Lara, que impartió ayer una conferencia sobre esta dolencia, en el marco de dicho congreso. «Sólo una dieta rica en frutas y verduras, equilibrada en grasas y pobre en azúcares refinados puede evitar su desarrollo», explicó González Lara. La vida, según recordó el experto, debe tomarse además con una mayor tranquilidad.
La de Crohn es una enfermedad con mal pronóstico. «Se sabe mucho de ella, pero se desconoce su origen exacto». La sufren las personas con una predisposición genética en el cromosoma 16, implica una alteración del sistema inmunológico y se ve favorecida por «agentes medioambientales».
El mal se ceba en el intestino, pero puede afectar al conjunto del aparato digestivo, «desde la boca hasta el ano». Los problemas que ocasiona son de tal gravedad que, muchas veces, impiden a los afectados llevar una vida normal.
Quienes la padecen pueden sufrir desde dolores abdominales y desnutrición hasta pérdidas de peso, diarreas, incontinencia fecal y, lo que es más grave, fístulas intestinales, lesiones que provocan la salida del contenido intestinal y requieren cirugía.
La enfermedad se manifiesta por brotes, lo que favorece su tratamiento farmacológico. Hay épocas en que se desata con mayor virulencia y otras en que permanece latente. Sin embargo, entre los datos que revelan el avance de la enfermedad hay uno que preocupa especialmente a los expertos. «Ha sido siempre una enfermedad ligada a los jóvenes, pero cada vez aparece a edades más tempranas».