El consumidor debe asumir la responsabilidad sobre la seguridad de un alimento «desde que lo adquiere hasta que lo pone sobre la mesa», señaló ayer José María Múgica, director general de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), durante la presentación en San Sebastián de una campaña sobre seguridad alimentaria.
Múgica aseguró que tres de cada cuatro intoxicaciones alimentarias se producen por causas que son atribuibles a los comportamientos del consumidor y no a los productores. Aunque precisó que esto no obsta para que el consumidor «también sea radicalmente exigente con la Administración para que tenga una actitud suficientemente diligente al objeto de que todo lo que llegue al mercado tenga unas condiciones de calidad aceptables».
En términos generales, el director de la OCU reconoció que las investigaciones realizadas por este organismo independiente concluyen que «la seguridad de los productos que llegan al mercado español es razonable y ninguno ofrece un riesgo toxicológico inmediato para la salud».
Refrigeración inadecuada
Según las estadísticas existentes, la refrigeración inadecuada es responsable del 25% de las intoxicaciones; el consumo de alimentos crudos, el 13%; el consumo de alimentos preparados con antelación y reutilizados posteriormente, 13%; la higiene insuficiente, 8%; la manipulación incorrecta, 7%, y la contaminación cruzada, un 6%. La OCU sostiene que estas estadísticas no «culpabilizan» al consumidor, pero sí establecen una relación entre el comportamiento y la intoxicación.
La OCU ha constatado que existen algunos problemas latentes respecto a la seguridad alimentaria, si bien la percepción social es dispar: «El uso de antibióticos en veterinaria no se percibe como un peligro inmediato, mientras que el rechazo a los transgénicos es bastante generalizado, cuando el futuro de la alimentación va a pasar en parte por ellos».
Críticas a la Administración
La Organización de Consumidores y Usuarios se muestra muy crítica respecto a las sucesivas crisis alimentarias que se han registrado en los últimos años -colza, vacas locas, dioxinas, fiebre aftosa y peste porcina- y sobre todo a la forma en las que han sido gestionadas por las Administraciones públicas, que tratan a los ciudadanos «como si fuéramos niños. Estamos hartos de ese diálogo infantil».
«Surgen de manera inesperada y son epilépticas porque a una causa pequeña sigue un gran efecto. Se genera una sensación global de inseguridad absoluta sobre lo que llega al mercado, cuando una de las conclusiones mas radicales, a la luz de todos los estudios realizados, es que la seguridad de los alimentos que llegan al mercado tiene un nivel razonable. Jamás hemos encontrado un problema que entrañara un riesgo toxicológico inmediato para la salud».
El director de la OCU agregó que se han detectado restos de antibióticos en «algunas carnes», por lo que debería controlarse este asunto «ya que de lo contrario, a medio o largo plazo, podría convertirse en un importante problema de salud pública».
En este sentido, criticó los mensajes «que afirman que para comer seguro tenemos que consumir alimentos ecológicos y naturales o alimentos enriquecidos». Y fue categórico: «Es radicalmente falso que los ecológicos o naturales sean más seguros que los procedentes de los métodos de producción tradicionales».
