Los «grisines»

Los palitos de pan de origen italiano son excelentes para tomar como aperitivo
Por EROSKI Consumer 4 de noviembre de 2003

Los «grisines» son una especialidad de pan típica italiana que hoy en día podemos encontrar con facilidad en cualquier supermercado. La textura crujiente de estos palitos es idónea para combinar con multitud de salsas obteniendo deliciosos aperitivos, aunque también pueden formar parte de los desayunos y meriendas y como sustituto del pan en las principales comidas. Su forma suele ser alargada, pero podemos encontrar otros más originales en forma retorcida.

Sencilla elaboración

La elaboración de los «grisines» es sencilla, y para ello se requieren los mismos ingredientes que se emplean en la fabricación del pan: harina de trigo, agua, sal (optativo) y levadura. Basta con amasar bien todos los ingredientes, cortar la masa resultante en tiras pequeñas, dejarlas fermentar unos minutos y hornearlas posteriormente para poder disfrutar de su agradable sabor.

Admiten variados ingredientes que aromatizan y dan distintos sabores a los «grisines», como orégano u otras hierbas aromáticas, aceite de oliva, ajo, cebolla y semillas de sésamo. Podemos obtener «grisines» integrales si en lugar de harina refinada se emplea harina integral. Para que las personas celíacas puedan consumirlos se ha de sustituir la harina de trigo por harina de soja o de maíz.

Aperitivo energético

En muchas ocasiones se consume como aperitivo previo al resto de las comidas, y como son tan fáciles de comer, uno no tiene en cuenta la cantidad. Además, se suelen acompañar de salsas en las que se untan los «grisines», por lo que las calorías del menú van aumentando. Hay que tener en cuenta que el valor calórico es notable, a expensas de los hidratos de carbono (72 g por 100 g de producto), dado que el ingrediente principal que se utiliza en su elaboración es la harina. Como promedio, su valor calórico ronda las 340 Kcal por 100 gramos, y será mayor dependiendo de los ingredientes que se utilicen en su elaboración. La receta clásica aporta poca cantidad de grasa (menos de 0,5 g por 100 g de producto) ya que la harina es pobre en este nutriente. No obstante, si se incluye por ejemplo aceite de oliva, mantequilla o margarina, el valor calórico y el contenido en grasa será superior. Así mismo, la cantidad de fibra también aumentará si se emplea harina integral.

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